Por Constanza Gutiérrez Mayo 19, 2017

DAMN, de Kendrick Lamar.

En esto, Chile y Estados Unidos se parecen: en ambos países es muy importante cotejar de dónde vienes con lo que estás diciendo. Bajo la mirada del público jamás serás sólo tú. Eres tu barrio, el nivel de educación de tus padres, qué tan sucias tiene las manos tu familia. No puedes hablar por otros. Y, para el rapero Kendrick Lamar, ese es su punto fuerte: sus letras hablan sobre él, Kendrick Lamar, de Compton, uno de los barrios más peligrosos de Los Ángeles, CA. Es negro, no tuvo padre, su familia vendía cocaína. “No estoy hablando para gente de los suburbios. Estoy hablando como alguien que ha sido sacado de un auto con rifles apuntándome”,  dijo hace años a The New York Times. Y poco después, en MTV: “No estoy hablando a la comunidad. Yo soy la comunidad”.

Pero la historia de Lamar no termina en un barrio marginal. Él puede hablar desde más lugares, y lo ha hecho. En 2009 subió un archivo .zip con su música a WordPress. No era el primero que subía, pero sí el que consiguió la atención de más gente, o la de la gente que necesitaba. Para el 2012 ya tenía su primer disco en un gran sello, Good Kid, M. A. A. D. City, influenciado por el gangsta rap de los 90 y el hip hop de la costa oeste, y se hizo mundialmente famoso. En él contaba la historia de cómo encontró a Cristo. Tras el éxito, lo invitaron a Saturday Night Live, se fue de gira con Kanye West y se bautizó. Sus preocupaciones ya no eran —no podían ser— las mismas, entonces grabó To Pimp a Butterfly (2015). En él habla sobre ser famoso y la responsabilidad que conlleva. No sólo eso: sobre ser negro y famoso. En la última canción, “Mortal Man”, dice “Si el gobierno me quisiera muerto y pusiera cocaína en mi auto / ¿Me juzgarías como a un drogadicto o me verías como K. Lamar?”. La canción termina con una entrevista de Lamar a Tupac Shakur en la que discuten sobre el racismo, la desigualdad de ingresos y el destino de las próximas generaciones de negros en América.

En este momento Kendrick Lamar está en la cima del mundo y su mensaje sigue siendo tan crítico como siempre. En abril de este año lanzó DAMN, su cuarto álbum de estudio, y el 4 de mayo ya había conseguido el platino. Su primer single, “Humble”, tiene 159.255.437 visualizaciones en Youtube. Poco antes de lanzarlo, dijo a Rolling Stone: “Estamos en un momento en el que excluimos uno de los componentes principales de esta cosa llamada vida: Dios. Nadie habla de él porque está en conflicto con casi todo lo que está pasando en el mundo si hablamos de política, gobierno y sistema”. Lamar sigue siendo el hablante de todas sus canciones, y sus mensajes son claros, precisos: “Dime a quién le eres leal / ¿Es al dinero? ¿A la fama? ¿A la marihuana? ¿Al alcohol?  (…) Dime a quién eres leal / ¿Te es incondicional cuando el Ferrari no parte?”. Gana millones de dólares y se niega a abstraerse del mundo: la injusticia golpea a Lamar como a todo el mundo, pero él tiene esta idea un poco antigua de que la cultura puede salvarnos, abrirnos los ojos. Así que eso es lo que hace: tratar de mantenernos despiertos.

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