Por Alejandra Costamagna Mayo 19, 2017

El padre. En Teatro UC hasta el 27 de mayo.

Al principio, parece que estuviéramos frente a un montaje tradicional. Un set de comedia o de drama de living, con sofá, comedor, cuadros en las paredes y un aire de realismo extremo. Pero, con el paso de las escenas, la impresión se quiebra. Y aquello que parecía muy ordenadito, muy lineal, va experimentando una fisura. En El padre, la obra del francés Florian Zeller, protagonizada por Héctor y Amparo Noguera, asistimos a la inquietante perspectiva de una mente alterada por el Alzheimer.

La historia es simple: un padre sufre los progresivos efectos de la enfermedad y una hija sufre con él las consecuencias en la vida doméstica. Una hija verá perturbada su rutina, sentirá culpa, tensionará su relación de pareja, estará a punto de enfermarse ella también. Un padre se sentirá perdido en el tiempo y en el espacio, de golpe despoblado de evidencias, “como un árbol que se va quedando sin ramas”. Pero lo interesante en este montaje, dirigido con destreza por Marcelo Alonso, es la forma en que se hace cargo de la particular estructura del texto, que juega permanentemente con los cambios temporales, las reiteraciones de escenas y los quiebres de la linealidad.

No es solamente que la obra aborde las alteraciones en la cabeza de un enfermo, sino que nos hace entrar en esa mente y seguir la historia desde aquel lugar distorsionado. La perspectiva es la del padre, y entonces ingresamos con él en la confusión de la realidad y no nos calzan las versiones que nos da la hija o su marido, que de pronto ya no es su marido, ni la enfermera, que es tan parecida a la otra hija y que de golpe ya no está, y así. Lo que en un principio era un living ordenadito, lleno de adornos y objetos, pronto será un espacio vacío. Tan vacío como el juicio del hombre. Una cama solitaria, una mente atorada, pensamientos sin riendas. Y el eco de esas dos palabras que la hija o la enfermera o quizás quién repite todo el tiempo ya no tendrán ningún sentido: “¿Se acuerda?, ¿se acuerda?”.

El padre es una obra sobre la pérdida de la memoria, sí. Pero es, sobre todo, un tratado sobre la complejísima relación de una hija y un padre cuando el soplo de realidad común se apaga, y ya no hay vuelta atrás. Y ya no hay vuelta.

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