Por Yenny Cáceres Junio 30, 2017

Curb Your Enthusiasm, en HBO GO.

Antes que Twitter, existió Larry David. El cerebro tras Seinfeld y un ejemplo de la incorrección política. El hombre que hizo de la nada una de las mejores sitcom de la televisión norteamericana. Cuando Seinfeld se acabó, a fines de los 90, Curb Your Enthusiasm vino a llenar el vacío con una serie que llevaba las cosas aún más lejos. Porque el show no sólo era creado por Larry David. Él también actuaba y era el protagonista, porque la serie no se trataba de otra cosa más que de la vida de Larry David. Era un ejercicio de autorreferencia extremo, tan insoportable como adictivo.

Porque antes que aparecieran los trolls de Twitter, Larry David era un tipo que se burlaba de todo. De los judíos, de las feministas, de los niños, de las minorías de todo tipo. Su mujer, una actriz rubia y guapa, era mucho más joven que él, ya en ese entonces pelado y canoso, lo que hoy en día sería visto como un acto de machismo recalcitrante. Y aun así, pese a todo lo detestable, Larry David era un ejemplo a seguir, una reserva moral frente a la estupidez nuestra de cada día, alguien que se atrevía a decir esas cosas que pensábamos secretamente, pero que jamás diríamos en público, eso que sólo somos capaces de confesar en un WhatsApp a un amigo tan mal pensado como uno.

Curb Your Enthusiasm nunca fue tan masiva como Seinfeld, pero aun así alcanzó ocho temporadas. Tras cinco años de pausa, el año pasado HBO anunció un noveno ciclo, que es uno de los regresos más esperados para este 2017. Para calmar la espera, vale la pena revisar las temporadas anteriores en HBO GO, ahora que está disponible para suscripción online. Así como Larry David se adelantó a Twitter, los capítulos de media hora de Curb… también parecen estar hechos para ser consumidos en los tiempos que corren, donde lo que menos tenemos es tiempo.

Si hay un capítulo que resume el espíritu Larry David, ahí tenemos el primero de la octava temporada, con un Larry David divorciado y que se mudaba de Los Ángeles a un departamento en Nueva York. Uno de sus vecinos era Michael J. Fox, el protagonista de Volver al futuro, con quien mantenía una serie de desencuentros en que el principal objeto de las burlas y los reclamos de David era el Parkinson que sufre el actor. El episodio era una clase de humor negro, feroz y desatado a la vez, sólo capaz de ser imaginado por alguien que ha hecho de la misantropía una bandera de lucha. Por esto y por más, queremos tanto a Larry David.

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