GLOW. En Netflix.
Hace unos años, cuando Netflix aún no se transformaba en Netflix, una serie de mujeres encarceladas ayudó a remecer todo. La creadora era Jenji Kohan, que ya había empoderado a Mary-Louise Parker como una dueña de casa recientemente viuda que decide transformarse en dealer de marihuana en esa extraordinaria serie que fue Weeds. Hoy, sin duda, son las mujeres las que están entendiendo mejor las inmensas posibilidades de la nueva televisión.
Jenji Kohan lo tiene claro y ahora lanza GLOW, que remite al brillo (de todo tipo), y es la sigla de un programa que existió en un canal de cable estadounidense en los 80: Gorgeous Ladies of Wrestling. Es decir: Guapas Mujeres de la Lucha Libre. En otras palabras: el tipo de historia que no me interesa. Pero ahí está uno de los tantos triunfos de GLOW: hacer digerible un mundo que, desde la vereda del prejuicio, parece burdo, sexista, decadente y muchos etcéteras. ¿Pero acaso no es esa una de las tareas del arte: sacarnos de nuestro mundo y hacernos ingresar y querer un mundo que quizás despreciamos? A diferencia del box, el mundo del WWE es falso. Esto no es lucha libre sino lucha coreografeada, pero los golpes están y el ring también, y todas esas posibilidades de metaforizar ideas como querer ganar, combatir a fondo y volver a levantarse. El box es uno de los deportes que mejor se han trasladado al cine, pero cuando se hace mal, no es más que clichés (como El luchador, de Darren Aronofsky).
Por suerte, GLOW es otra cosa. Desde luego, es una serie que, antes que todo, es acerca de la idea de actuar. Siempre hay que jugar un rol y no siempre te toca ser el héroe, a veces eres el villano. Tiene un estética B y música pop ochentera, pero no es nostálgica. Pareciera jugar con la explotación de las mujeres y los cuerpos, además de sus vidas desastrosas, pero esta es una serie donde los hombres son todos unos peleles (notable el rol del cómico Marc Maron como el acabado cineasta de películas clase Z que nunca logró ser Brian De Palma) y donde las mujeres utilizan su capacidad para hermanarse y así vencer obstáculos. Alison Brie, parte de la comparsa de mujeres pasivas de Mad Men, acá es la estrella: una actriz que, aburrida de audicionar para roles de secretaria, cae en este mundillo que roza lo porno, una pyme carnavalesca conformada por losers, fuera y abajo del ring, donde lo que importa es tener un rol y aceptar el destino. Inspirada en Las muñecas de California (1981), una incomprendida obra maestra de Robert Aldrich, GLOW posee la suciedad y la transpiración del cine setentero. Los colores son rosados y púrpuras, pero esta serie es cine negro y está preñada de inteligencia. En efecto; la vida es un ring. Y es mejor noquear a que te noqueen. Pero si caes, al menos sabes que tienes a otros cerca que te ayudarán a que no duela tanto.