Precio de referencia: $ 20.000.
Desde las cercanías de Osorno, el destilador argentino Sebastián Gómez pulió —y pule— las ansias de un espirituoso que desde su concepción ha querido ser distinto. Se basa en mezclar, de forma literal, peras con manzanas, junto con 13 hierbas y bayas que se dan en la zona, entre ellas manzanilla, casia y laurel de la Patagonia, para dale vida a Trä-kál, el más reciente de una serie de destilados —absentas, gin, vodkas chilotes— que, más allá de sus producciones limitadas, están marcando un nuevo camino en la senda de los espirituosos de alta gama en Chile. Y más allá de la frontera también.
No se trata de un destilado de coordenadas reconocibles, y eso le abre un camino propio. Eso ya es un mérito en sí. No tiene esa prestancia frutal evidente de los piscos, tampoco el aire dulce ronero o los toques a grano de un whisky, de esos que suelen ampliar la boca. Lo que hay es un líquido filoso, lineal, seco, pero de verdad. A la boca entrega un gusto de fondo a manzana y pera, como si se tratara de un calvados, pero casi de inmediato llegan las oleadas herbales profundas, a pasto, a laurel, pero también a paja húmeda y tierra de bosque. En ese sentido se emparienta con el gin, sin las bayas de enebro que son su base; o con algunos aquavit centroeuropeos en eso de su potencia y su verdor frío. La diferencia: este tiene un regusto largo y mucho más elegante. Se puede beber solo o con hielo para domarlo un poco, porque puede ser un tanto agresivo de buenas a primeras; mejor hacer el camino largo y apostar a versiones sui géneris de martini, o darle una vuelta con infusiones dentro de una copa balón. La coctelería le sienta bien. Una cosa es cierta, no deja indiferente a nadie que lo saboree.
Disponible en tiendas La Vinoteca. Más información en www.trakal.com