Serrano 163, Stgo. Centro. Tel. 226322879.
Se define como restaurante de barrio con un plus italiano de pizzas y pastas. Eso está, sin duda, pero desarrollado bajo una estética singular, rescatando una de las pocas residencias del siglo XIX de calle Serrano, de techos altos y molduras de época, recordando una vieja y lejana burguesía. Se valora, sin duda, tomando en cuenta la fiebre inmobiliaria que atiborró en pocos años con inmensos edificios de departamentos ese viejo barrio céntrico. Pero esa realidad habitacional es también el sostén de este restaurante: jóvenes profesionales, las parejas, migrantes de acentos diversos habitan esas nuevas viviendas y perfilan este tipo de lugares, de grata relación precio-calidad.
Es decir, término medio por completo, pero con una personalidad que lo distingue. Eso sí, no todo es sabor y gracia a costos módicos. Quizá tengan que replantear entradas como la de Atún al limón de Pica, con cebolla, cilantro, alcaparras y jengibre ($ 4.900). Demasiado ácida, demasiado “verde”, mordiente. Le gritó mayor equilibrio. Mucho mejor el área de las pastas, sobre todo los Ñoquis, que pueden ser de papas o betarragas, o espinacas, como los elegidos. Resultaron suaves, golosos y con una salsa de tomates sin acideces y con grandes trozos de carne de vacuno picada ($ 5.100); una experiencia de veras gratas. Y si la cocción de los Penne con salsa de ají amarillo y pulpo salteado ($ 6.900) hubiera estado a punto, tanto mejor. Pero de todos modos pasó la vara gracias al picor delicado y la terneza del marisco.
De postre, un Tiramisú bien equilibrado entre café, masa y queso ($ 3.600) remató un almuerzo grato, sin pretensiones, con vinos que podrían ser más variados —sólo de viña Korta, pudiendo ser muchos más—, pero al fin y al cabo convincente. De esos rincones que invitan a tenerlos en cuenta en la agenda como uno para ir más de una vez o dejarlo como un extra luego del trabajo. Su razón de ser, en el fondo.