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Una mañana de 1985, camino al colegio, Sebastián Moreno escuchó en la radio junto a su padre la noticia del asesinato de tres profesionales comunistas, lo que más tarde se conocería como el caso degollados y se convertiría en uno de los crímenes más horrendos de la dictadura. Ese recuerdo aparecía en boca del propio Moreno en su documental La Ciudad de los Fotógrafos (2006), extraordinaria crónica de esos héroes anónimos que fueron los fotógrafos que registraron y dieron a conocer al mundo las brutalidades del régimen militar. El audio de esa misma noticia marca el inicio de Guerrero, una vida, muchas batallas, que sigue el destino y las muchas vidas de Manuel Guerrero, hijo de uno de esos hombres asesinados.
Nuevamente en dupla con Claudia Barril en el guión, Moreno culmina con Guerrero... una trilogía sobre la dictadura que partió con La Ciudad de los Fotógrafos y que luego continuó con Habeas Corpus (2015), que reconstruía la historia de la Vicaría de la Solidaridad. Manuel Guerrero tenía 14 años cuando su padre fue asesinado, pero el documental se propone ir más atrás, a reconstruir la memoria de un exilio que partió en Hungría, cuando tenía apenas cinco, y que luego lo llevó a vivir en España, Suecia y Alemania.
Esto es también la historia de cómo un niño se convierte de un día para otro en adulto. El documental acompaña a Manuel Guerrero a esos lugares de su infancia, a una fría Budapest en que su único amigo, que lo salvó de la soledad, fue otro niño chileno, hijo de un detenido desaparecido, con el que se reencuentra en uno de los momentos más emotivos del documental. La película también sirve como un retrato íntimo de su padre, Manuel Guerrero, que tenía pesadillas por las torturas que había sufrido y que, en uno de los viajes más inolvidables de su infancia, lo llevó a Moscú, a la tierra del astronauta Yuri Gagarin, uno de sus héroes en esos años. El regreso a Chile en los 80 y el asesinato de su padre, profesor y dirigente comunista, nuevamente es otro golpe en la vida de Manuel Guerrero hijo, que a su corta edad se muestra como un pequeño guerrero que nunca baja los brazos y que asume activamente la lucha por la búsqueda de justicia.
En este paso de lo colectivo a una historia más íntima, el documental no alcanza la fuerza que tenía La Ciudad de los Fotógrafos, pero es un valiente paso para abordar la memoria desde otra vereda. Es también un círculo que se cierra, como lo sugiere la presencia de la noticia de los degollados en La Ciudad… y en este documental. Aquello no es un mero recurso narrativo. Lo que sugiere Moreno es que la historia de Guerrero... es también la historia de muchos otros, de toda una generación, que fue víctima de la dictadura.