A todo riesgo, de Chrissie Hynde.
Del pop como camino de escape vital y formación de identidad probablemente no pueda volver a escribirse como se ha hecho hasta ahora —cuando precisamente cunden los libros sobre antiguas glorias de la canción aún en actividad—, pues la música ya no ofrece ni proyecta lo que hace medio siglo. La autobiografía de Chrissie Hynde no sólo es el recuento de quien tempranamente atisbó en la vida junto a una banda su meta mayor —y la conquistó, brillantemente, junto a The Pretenders—, sino también el relato de códigos de trabajo, creación y relaciones definidos por una época ya extinta, de vínculos férreos y persistencia sin cálculos, de quiebres valientes y descuidos sin remedio. En su caso, toda aquella dinámica adquiere vuelo propio por la dote excepcional de haber estado donde debía estarlo una chica de una ciudad de Ohio obnubilada desde pequeña por el rock, y dispuesta a lo que fuese por vincularse a él; incluyendo, por ejemplo, fijar la pérdida de su virginidad según el manual del rocanrol (”mi cuerpecillo tenía sus calenturas, pero ese calor se localizaba sobre todo en mi cabeza y se centraba casi únicamente en el tocadiscos”), y luego largarse a Londres justo a tiempo para precalentar la explosión del punk. Para Chrissie Hynde, el name-dropping es inevitable: antes de siquiera grabar una nota, ya había trabajado en el mesón de la legendaria tienda de ropa de Malcolm McLaren y Vivienne Westwood, y redactado notas para el semanario NME; y entonces el quién-es-quién de la música que cambiaba Occidente se volvió para ella materia de encuentros cotidianos: Sex Pistols, The Clash, Lemmy, Ray Davies (un talentoso ex marido del que apenas habla) y, al fin, su ídolo mayor: Iggy Pop. Decepciona la escasa espesura bajo el recuento, salvo para advertir sobre el canto engañoso de las drogas. Eran años de ambición desmedida y de peculiares vínculos de afecto, concede la autora: los Pretenders se necesitaban pero sin reparar en el cuidado que se debían, y ahí está la lamentable marca de dos integrantes muertos en diez meses. Es cierto que a la trayectoria de la cantante de “Brass in pocket” la distingue hasta hoy una impecable actitud desafiante, pero al menos por escrito mostrar más de lo necesario —en un sentido reflexivo, no anecdótico— no hubiese puesto en riesgo su impronta cool. El título A todo riesgo (recién llegado a Chile en traducción de editorial Malpaso) alude a opciones antiguas, no a las de estas memorias.