El reciente Spirits Selection, la rama de destilados del Concurso Mundial de Bruselas efectuado en La Serena, tuvo sus efectos. El principal: polémicas mediante, tras el boicot peruano al evento, darle la vía libre al pisco, el de Chile, para ganarse la atención catadora del mundo. Influencers de todos los continentes evaluaron casi mirando el mar, conociendo además los valles pisqueros y la epopeya creadora del espirituoso. Más de 300 años de trayectoria en la zona, antes de la existencia de nuestro país y Perú como estados, dan cuenta de al menos un par de cosas: el arraigo territorial del producto y la futilidad de una pugna más comercial que las propias de una diplomacia blanda.
Los resultados fueron liberados hace unas semanas atrás y dieron como ganador en su categoría —en rigor la única Gran Medalla de Oro nacional— a un pisco maderizado, de esos que en la década pasada salieron a competirle al avance incontenible del ron, pero en su territorio, el de la barrica de roble americano. Mistral Gran Nobel tiene como cualidad ser uno de los destilados criollos con mayor guarda, con barriles que superan los 10 años en su mezcla, lo que atempera los afanes tanto de la madera como de su alcohol de 40 grados, destilado de uvas Pedro Jiménez y moscatel de Austria.
Todo eso aporta una síntesis elegante. A la nariz aparece de inmediato el perfil de la uva moscatel y un tueste, como en un gallito empatado, para luego derivar hacia notas de durazno seco, nueces, lúcuma y algo de madera de fondo, que redunda en un producto poderoso. En boca se siente el tono dulce, mezcla de barrica, toffee y uva pasa, entre otras sensaciones. Por supuesto la expresión alcohólica pesa, pero no golpea de inmediato, sino que se despliega conforme el líquido se mueve por la boca. Un pisco con un estilo definido, con carácter de bajativo fino o posible para una coctelería de perfil cálido. Tiene categoría, eso está certificado.
Precio de referencia: $ 20.000. A la venta en tiendas especializadas y espacios gourmet.