Ruta I-50 (Carretera del Vino) s/n, Nancagua. Tel. 722858409.
En un comedor de carretera, muchas veces por eso de ir y pasar una vez en la vida, surgen riesgos para el paladar y el bolsillo. Si hay éxito, pensando en un viajero primerizo, depende de los signos en el camino: un montón de camiones estacionados a sus puertas, el dato lugareño, una fama histórica como la de Juan y Medio en la Ruta 5 Sur y varios otros. En el caso de El Quincho de Don Lindor, en Nancagua, valle de Colchagua, fue por lo segundo: se trata del refugio de un enólogo habituado a llevar visitas a sus mesas y quedar bien. Le funciona, y por varios motivos.
No hay muchas vueltas en su carta. Se concentra en la carne a la parrilla. Para eso hay una a la vista, a la leña, al extremo del local, pintado de blanco con vivos celestes en sus sillas y terminaciones, que rebosa claridad, apostando por una sensación de comodidad moderna, indie si se quiere. Hay poquitos platos campestres: una cazuela por ahí, un cordero cocinado por allá, y un potage de verduras, quizá recordando a esas empleadas que los hacendados del siglo XIX mandaban a estudiar cocina francesa… a París. Colchagua tiene mucho de decimonónico rondando por su sociedad.
La cosa es que, además, el Quincho luce una terraza que invita a comer sus carnes con la tarde de frente. Los precios no son de picada, pero van de la mano con la calidad de su parrilla. Una Punta de ganso golosa ($ 7.900), blanda y de salazón justa, puesta a lo pobre
($ 3.600) con huevos de campo color naranja eléctrico. Puro sabor, lo mismo que sus 250 gramos de Entraña ($ 9.900) con papas fritas caseras (un lujo), y también lo mismo que el Asado de tira ($ 11.400), de naturaleza más resistente, pero con un equilibrio preciso de hueso y grasitud. A la zaga, la Plateada de vacuno ($ 7.600), demasiado reblandecida por una cocción que le sacó gusto, además, junto a unas verduras salteadas ($ 3.900) sin mucha gracia extra.
La oferta de vinos es escuálida, una decena apenas. Podría ser mucho más por eso de funcionar en el valle viñatero más turístico de Chile, pero cumple —al menos permiten descorche— para complementar una comida carnívora estilosa, que no decepciona al pasante de carretera. O sea, un dato a la segura en la rica y campestre Colchagua.