Por Yenny Cáceres Septiembre 15, 2017

Trapped, en Netflix.

El hombre más entrañable de esta temporada es un tipo grandote y barbudo al que sólo queremos abrazar y consolar. Se llama Andri (Ólafur Darri Ólafsson) y es el protagonista de Trapped, la serie islandesa que fue un suceso el año pasado en Europa y que acaba de estrenarse en Netflix. Andri es el jefe de la policía de un pueblito al norte de Islandia, que en un par de días debe enfrentar una tormenta perfecta: la misteriosa aparición de un cuerpo mutilado, la llegada de un ferry desde Dinamarca y el regreso de su ex mujer, en medio de una nevazón que los deja a todos atrapados.

Desde su hermosa secuencia de créditos del inicio, Trapped traza las pistas de un thriller que cautiva, en que el gélido clima de Islandia opera como otro personaje más. Como lo sugiere ese inicio, las cicatrices y los surcos del paisaje parecen un relato paralelo a lo que les sucede a esos personajes atrapados, no sólo físicamente, sino que existencialmente en un entorno tan pulcro como opresivo. Y donde todos, incluido el bueno de Andri, tienen un pasado que ocultar.

Porque nada es lo que parece en Trapped. A lo Twin Peaks, que todo ocurra dentro de un pueblo chico es un mecanismo para poner en tensión a los personajes y para que todos se desaten y muestren su peor rostro. “No naciste en este pueblo, no ves el abismo”, le reclama uno de los lugareños a Andri, que a partir de ese cuerpo mutilado debe lidiar también con la mafia lituana de trata de blancas y la corrupción en una Islandia que recién se recupera de la crisis financiera de 2008.

Pero eso no es todo. La muerte de una adolescente, ocurrida en un incendio mucho antes de la llegada de Andri al pueblo, sigue siendo un fantasma para todos. Andri también deberá enfrentar a sus propios fantasmas, en especial a Agnes, su ex mujer —¿es necesario decir que sigue enamorado de ella?— que vuelve acompañada de su nuevo novio y dispuesta a reclamar la tuición de sus hijas pequeñas. Andri, como un digno heredero de Orson Welles y James Gandolfini, aguantará esto y más, estoico, como suelen hacerlo los grandes hombres.

Relacionados