Cost of Living, de Downtown Boys.
Boy George dijo alguna vez que David Bowie, los Village People y el punk rock lo moldearon como el hombre gay que es, y aunque más de algún despistado se pregunte qué tiene que ver lo queer y lo punk —tan asociado en el imaginario al cliché de los bototos y el pogo con olor a testosterona—, lo cierto es que entre ambos mundos hay muchísimas rutas compartidas, partiendo por la ambición disruptiva, por ese afán político y estético de derrumbar límites y definiciones. De ese cruce han salido grupos como New York Dolls, Los Crudos o The Dicks, pero en el contexto del Estados Unidos actual, en el que Donald Trump es capaz de decir que su vicepresidente quiere “colgar a todos los gays”, y donde Harvey Weinstein se coronó como el Don Corleone del sexo, el punk queer y feminista de Downtown Boys es un buen soundtrack para soportar las aberraciones estos tiempos.
Si el primer disco, Full Communism (2015), tenía una estética más cruda y estridente —una suerte de revival del grupo inglés X-Ray Spex a punta de saxo y de los gritos rabiosos de la cantante Victoria Ruiz—, este segundo trabajo, Cost of Living, propone más esmero y nuevas influencias: el volumen de los teclados sube, los sintetizadores suavizan texturas y el postpunk resuena en el dominio del bajo. El bilingüismo es una declaración de principios, y el español caótico de Ruiz en canciones como “Somos chulas (no somos pendejas)” es una forma de diatriba: cantar contra el racismo, el machismo y la injusticia en la lengua de los latinos es quizás la mejor forma de protesta en el Estados Unidos de hoy. Por eso tienta leer el disco como un grito contra Trump, pero el asunto no es tan obvio: aunque la primera canción se llama “A Wall”, “un muro”, la letra fue escrita antes del triunfo del republicano.
“Es obvio que el álbum se puede aplicar a Trump, pero no fue una reacción específica contra él. El presente del país es aterrador: hay neonazis matando gente en las calles y tenemos un presidente haciendo chistes sobre colgar a gente LGBT, deportando a millones, quitándonos el sistema de salud. Así que hagas lo que hagas, ya sea crear música o enseñar o lo que sea, hay que levantarse contra la extrema derecha”, dice el líder y guitarrista de la banda, Joey DeFrancesco, también creador del proyecto queer electrónico La Neve.
Puede que el mal de la creación artística en estos tiempos sea preocuparse más del tema que de la forma, y si bien Downtown Boys no vino a reinventar —o a revivir por enésima vez— el punk, sí llegó para lanzar un par de mensajes urgentes. “No me prenderé fuego para calentarte/No te voy a acarrear arriba de esa colina”, espeta Ruiz en “Promissory Note”. La música no puede cambiar el mundo ni mucho menos, pero si en 2015 Downtown Boys fue, según la revista Rolling Stone, “la banda más fascinante de Estados Unidos”, en 2017 es probable que sea una de las más necesarias.