Tres locales que son lo mismo, pero no son iguales… Fuente Chilena, la sandwichería fundada por el cocinero Álvaro Barrientos hace poco más de una década, se renueva en función de cada barrio donde funciona. Su sabor criollo suele meterse entre dos panes generosos, gruesos, eso está claro. Churrascos, fricandelas, perniles, lenguas figuran entre los códigos típicos del especial, del italiano, del Barros Luco. Pero a la vez, cada local tiene su afán. Apoquindo, Nueva Las Condes y Providencia son los barrios, y en este último es donde las novedades campean.

Cuando un sándwich no tiene pan, puede llamarse causeo en jerga chilena. Allí ese tipo de platos no posee un nombre específico, pero bueno, sí lo son. Desde un pernil desgrasado de carne rosa intenso, con harto aceite de oliva extravirgen y queso mantecoso —para exacerbar el chancheo—, se sabe que la cosa va en serio (se llama El Buen Pernil, $ 6.500). El vacuno servido al plato es asiento, cortado para churrasco y con queso de cabra asado y hojas de rúcula se hace notar por su carne magra y expresiva combinación vegetal. Se suman a las empanadas ($ 4.100 las tres), tersas lenguas cocidas, crudos, pichangas frías, pensadas para complementar la oferta sandwichera y no quitarle el bulto a una competencia dura entre vecinos por eso del liderazgo de las terrazas en Pedro de Valdivia Norte.

Entonces, debe haber tragos. Una lista considerable de preparaciones con lógica nacional. Desde el Malicia ($ 3.900), té con cedrón y pisco; el Araucano batido ($ 3.100) en vaso largo con té de eucalipto y agua gasificada, sumado a un más veraniego Ponche de la Fuente ($ 3.800), con frutas asadas cuyo jugo se mezcla con vino y la maldad de la casa. Tres ejemplos de una selección coctelera con sello singular: el de una sandwichería que apela al sentido común, el de sabores reconocibles, aliados del clima, la suavidad de sazones, la enjundia de la carne y el queso… en suma, comida para compartir y con chilenidad adaptada a la ciudad y sus circunstancias.