Por Yenny Cáceres Noviembre 24, 2017

Nobel, en Netflix.

Esta es una serie ideal para los viudos de Trapped, esa serie islandesa que nos hizo sufrir con las desventuras de ese policía entrañable, atrapado por su pasado y por un crimen sin resolver. Si aún quedaban dudas del encanto de las series nórdicas, el reciente estreno de Nobel en Netflix demuestra que llegaron para quedarse. Esta serie noruega es un thriller político que resulta tan adictivo como Homeland en sus primeras temporadas.

Y es que Erling Riiser (Aksel Hennie), el líder de un comando especial del ejército noruego en Afganistán, nos recuerda un poco al torturado Nicholas Brody que regresaba a su hogar después de haber estado en Irak. Es cierto que Erling no estuvo secuestrado como Brody, pero de a poco nos iremos enterando que su estadía en Afganistán esconde secretos que más vale no confesar.

La serie parte con el regreso de Erling a Oslo, donde lo espera un hijo pequeño y su esposa, asesora del ministro de Relaciones Exteriores de Noruega. Lo que parecía un retorno apacible se desmorona rápidamente cuando Erling se ve envuelto en una conspiración política del más alto nivel. En sus ocho capítulos, Nobel tiene una estructura narrativa que juega con dos planos temporales. El presente, con el regreso de Erling a su hogar, se complementa con lo que vivieron él y sus compañeros tres meses antes en Afganistán.

Sin una pizca del discurso patriotero de las narraciones gringas, Nobel ofrece una mirada cínica y desencantada del papel de los países del primer mundo en las zonas en conflicto; en este caso, en Afganistán. Las intrigas enturbian todo y pronto queda claro que la misión noruega también es una oportunidad para hacer negocios y extraer petróleo, aunque los socios sean los talibanes.

En Nobel no hay espacio para los maniqueísmos. Erling es un soldado recto y bienintencionado que tendrá que traicionar sus principios para sobrevivir en un mundo en que la guerra y la paz se parecen demasiado.

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