Por Alejandra Costamagna Enero 19, 2018

Gemelos. En Aldea del Encuentro, La Reina, hasta el domingo 21 de enero. 

“Acá perfectamente podríamos habernos acercado al morbo (…). Tal vez nos hubiera ido a ver una cantidad enorme de hinchas de Informe Especial. Pero huimos de eso y tratamos de llegar a lo más profundo”, decía hace unos años Juan Carlos Zagal, uno de los fundadores del extinguido grupo La Troppa y actual integrante de TeatroCinema. Es con esta última compañía que ahora repone Gemelos, como parte de la celebración de los 25 años del festival Santiago a Mil. La obra, que debutó en 1999 y ha sido una de las más vistas en el extranjero, está inspirada en la novela El gran cuaderno, de la escritora húngara Agota Kristof. Es la historia de dos hermanos abandonados por sus padres, en plena Guerra Mundial, en la casa de su abuela, una mujer hosca que inicialmente los azota y los llama “hijos de perra”.

El lenguaje de la novela es tan duro y seco como la anécdota. Y los actores chilenos, fieles a sus postulados, no lo suavizan. La primera persona plural es la voz de la narración y a través de ella escuchamos un relato feroz. No es llanto ni lamento, es sólo una cicatriz instalada en tres corazones. “La abuela nos golpea a menudo, con sus manos huesudas, con una escoba o con un trapo mojado. Nos tira de las orejas, nos agarra por el pelo —hablan los gemelos—. Otras personas también nos dan bofetadas y puntapiés, y ni siquiera sabemos por qué lo hacen”. Ante la brutalidad, los hermanos comienzan a inventar su propio código de ética y una secuencia de ejercicios de desapego para resistir el dolor. “Esto no duele”, azota un gemelo. “Esto no duele”, dispara el otro. “Esto no cansa, esto no pesa, el sol no quema, esto no puede doler”.

Aunque la crueldad sea el fondo, la obra es una pequeña y anónima historia de amor entre dos nietos y su abuela. La vieja los domestica o ellos la domestican, o el conflicto bélico los domestica a todos, pero tanta herida termina por fortalecerlos.

Tal como en los montajes anteriores de La Troppa (desde El rap del Quijote hasta Viaje al centro de la Tierra o Pinocchio, que también reponen en Santiago a Mil) y en los que han seguido trabajando como TeatroCinema, la escenografía es texto y personaje. Así lo planteaba hace unos días el director norteamericano Robert Wilson en Chile: “El diseño no es una decoración, es la obra”. Siguiendo al pie de la letra esta premisa, Gemelos –que cuenta en su elenco actual con Laura Pizarro, Christian Aguilera y Julián Marras– transcurre dentro de una suerte de mueble gigante: un laberinto de madera, diseñado por Eduardo Jiménez y Rodrigo Bazaes, de cinco metros de altura, lleno de puertas, niveles y espacios acoplados para recibir a los actores, los muñecos y los artefactos que lo pueblan. Un montaje imperdible, que cruza disciplinas y lenguajes para dar un nuevo sentido al tradicional “érase una vez”.

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