Esta película tiene algo de esa rudeza que convirtió a la película iraní El viajante en una travesía demoledora. Como en esa cinta, Graduación, del rumano Cristian Mungiu, parte con un accidente, un suceso inesperado que triza para siempre el devenir de la familia del médico Romeo Aldea. Poco antes de que su única hija, Eliza, rinda los exámenes finales para conseguir una beca que le permitirá estudiar en Londres, la chica es víctima de un ataque sexual. Eliza se sentirá desorientada, pero su padre se empeñará en que su hija no pierda esa beca sin importar el costo que tenga que pagar.
Hace unos años, Mungiu irrumpió en el mapa de los cineastas rumanos a seguir con la sólida 4 meses, 3 semanas y 2 días. Graduación demuestra que Mungiu no era otra moda más, y que su empeño por mostrar las contradicciones de la sociedad rumana sigue intacto. Su cine no admite desvíos formales, es un cine de personajes, en que el peso está en los diálogos, que resuenan dolorosos y verdaderos como la vida misma.
Mungiu construye un drama familiar en que la figura del doctor Aldea sirve para plantear una serie de dilemas morales. Aldea tiene fama de médico honesto, es un hombre que parece desvivirse por su hija, pero en el camino también irá dejando heridos. Sin juzgar, Mungiu va develando, de a poco y con paciencia, las capas de una manzana podrida. Es una sociedad donde todo se consigue pidiendo favores, al límite de la corrupción y la ética, donde todos le deben algo a alguien, en un círculo vicioso y asfixiante. El pasado de la historia política de Rumania resuena aquí, aunque también hay rasgos homologables a la sociedad chilena en ese actuar solapado, que funciona en base a los contactos y a los tupidos velos.
Graduación, de Cristian Mungiu. Sábado 6 de enero. Más info en www.festivalcinelascondes.cl