-Mi dios chileno
Diablo chileno
Aparece en el segundo capítulo de mi libro que, básicamente, es parte de una teoría personal que tengo. El diablo chileno no es Satanás, no es Lucifer, no es el diablo cristiano, sino que es un caballero vestido de negro, muy fino, que tiene los dientes de oro. Él se encarga de dar riqueza cuando hace un pacto con la gente que le pide dinero. Aunque, a diferencia del diablo tradicional, el chileno no se lleva tu alma al infierno, sino que la esconde en cavernas y después la devuelve, ya que siempre termina arrepintiéndose ante el Papa y acaba sus días convertido en monje.
-Mi escritor
Stephen King
Hay algo que me gusta de él y que además tiene que ver conmigo. Ambos, en el fondo, tenemos una cosa provinciana de venir de un pueblo chico, de estar lejos de la metrópoli y de cómo estos pueblos representan o sirven para espejear lo que le ocurre a una sociedad. Me gusta lo que hace King, incluso en sus malas novelas donde usa el terror, lo sobrenatural y lo fantástico para hablar del
día a día.
-Mi Star Wars
Luke Skywalker
Es mi personaje favorito de la trilogía clásica –me refiero a las 3 películas iniciales que son las más valiosas para mí– porque es un héroe arquetípico: es el campesino de un lejano planeta en medio de la nada que termina convertido en héroe y reivindicando al padre. Luke Skywalker es una figura absoluta y épica por donde la mires, es el nerd que salva la galaxia.
-Mi Vinilo
Black Celebration, de Depeche Mode
Es el primer vinilo que me compré de la banda. Es la edición antigua, de 1986, cuya gracia es que tiene menos canciones que el CD y el casete, ya que como los vinilos eran más cortos, incluyó sólo las versiones originales del disco. Me gusta su arte, su portada y cómo suena. De hecho, contiene algunas de las mejores canciones de la vida como “A question of time”, “A question of lust”, “Black Celebration” y “Here is the house”. Es, en definitiva, un disco que forma parte de la banda sonora de mi vida.