Aniquilación, de Alex Garland. Disponible en Netflix.
Es probable que Aniquilación sea la película de ciencia ficción que desate más teorías delirantes en los próximos meses, tantas como las de aquel enigmático final de 2001: Una odisea del espacio. Después de su auspicioso debut como director con Ex Machina, Alex Garland sorprende al filmar una película tan sugerente como ambiciosa. Aunque son muchos los guiños al género que uno podría invocar, es innegable que Aniquilación tributa al Tarkovski de Stalker. Ni más ni menos. Una osadía para una película estrenada en una plataforma tan masiva como Netflix.
Aniquilación se basa en la novela homónima de Jeff VanderMeer, primera parte de la trilogía Southern Reach, una saga de culto que ha sido interpretada como un alegato ecológico contra el cambio climático. Pero Garland, que además escribió el guion, la adaptó con total libertad y creó una obra más acorde con sus propias obsesiones.
El realizador británico, que partió como un escritor superventas (La playa), dejó la literatura para recluirse en una carrera como guionista (Exterminio, Never let me go) y volvió a un primer plano con la extraordinaria Ex Machina, el relato de un romance imposible entre un solitario programador y una robot.
Si Ex Machina fue dirigida con precisión y como si se tratara de una delicada pieza de cámara, Aniquilación aparece como un ejercicio operático, deslumbrante visualmente y con una historia abierta a todo tipo de interpretaciones. Su protagonista, Lena (Natalie Portman), es una bióloga que estuvo en el ejército y que hace clases a estudiantes de Medicina. Su marido, Kane (Oscar Isaac), es un militar que lleva un año desaparecido, hasta que un día vuelve a casa, pero repentinamente se enferma. Así, Lena descubre que su marido fue enviado en una misión secreta a una zona en la costa de Estados Unidos conocida como The Shimmer (el brillo).
Con su marido agónico, Lena decide unirse a una nueva expedición a este lugar junto a otras cuatro mujeres, todas científicas. Una vez que se ingresa allí, no hay vuelta atrás. No es posible la comunicación con el exterior y la noción del tiempo cambia, y los humanos deben convivir con una naturaleza salvaje en permanente mutación. Es una misión suicida, pero todas estas mujeres cargan con un pasado para olvidar, que puede ser una enfermedad terminal o la pérdida de un hijo.
Si Stalker suponía una travesía existencial, Aniquilación es un viaje al origen de la vida y, también, de la muerte, una metáfora que Garland sugiere casi al inicio de la película, al mostrar una clase de Lena en que examina las células de un tumor como la estructura de todo lo que vive, pero también de lo que muere. Sin embargo, el afán de Garland va más allá incluso, al mostrar cómo todo eso es algo que finalmente escapa a nuestro entendimiento. Aniquilación es alucinante y excesiva, pero algo queda claro: a Garland no le falta ambición.