Por Yenny Cáceres Noviembre 29, 2012

Curvas de la vida es una película caza-bobos. Parece de Clint Eastwood, pero sólo en la superficie. Dirigida por Robert Lorenz, su asistente de dirección en cintas como Million dollar baby y Río místico, marca el esperado regreso de Eastwood a la actuación, después que había anunciado su retiro con Gran Torino.

El registro y la temática de Curvas de la vida no son ajenos a Eastwood. Acá interpreta a un cazatalentos de jugadores de béisbol mañoso, viejo y misántropo, que toda la vida se ha mantenido alejado de su hija (Amy Adams), ahora convertida en una exitosa abogada. Esta faceta de padre/mentor ya la habíamos visto en Million dollar baby y en Poder absoluto (con Laura Linney en el rol de la hija),  ambas dirigidas por Eastwood.

Pero para dirigir a lo Eastwood no basta con tener a Eastwood en el elenco. En el fondo, la dirección de Lorenz resulta bastante convencional, predecible y dulzona, y la película deviene en una extraña cruza de Moneyball con Gran Torino y cualquier película romántica de Justin Timberlake, quien irrumpe aquí como un cazatalentos más joven y, por supuesto, la pareja ideal para la hija abogada.

Que este caza-bobos resulte digerible, se debe en gran parte a la sólida performance de Amy Adams (El luchador), que en dupla con Eastwood construyen los mejores momentos de la cinta. Qué duda cabe: a sus 82 años, siempre será un placer ver al viejo Clint.

“Curvas de la vida”, de Robert Lorenz.

Relacionados