Por Yenny Cáceres Noviembre 6, 2015

Esta es la historia de un grupo de jóvenes que querían comerse el mundo. Y de cómo después, esos mismos jóvenes terminan aplicando —dictadura mediante— el modelo económico neoliberal en Chile con una libertad inédita. Dirigido por Carola Fuentes —que tiene una destacada carrera como periodista de investigación en televisión— y Rafael Valdeavellano, el documental Chicago Boys formalmente no tiene mayores aspiraciones, porque su fortaleza y sus armas son las del periodismo, que en este caso incluye un valioso rescate de archivos y tener a los protagonistas de esta historia hablando, sin filtro muchas veces.

Son los años 50 y un grupo de economistas de la UC parte a perfeccionarse a la Universidad de Chicago. Son jóvenes y también quieren divertirse, como lo muestra el documental en uno de sus hallazgos más sorprendentes, esas cintas en 8 mm en que los vemos fumar, tomar y forjar su amistad con Anita Valjalo, chilena casada con Arnold Harberger, profesor de Chicago que se convertiría en el mentor de la “mafia”, como se hacían llamar en esos años.

Allí están Sergio de Castro y Rolf Lüders, futuros ministros de Pinochet; Ernesto Fontaine, que fue profesor en la UC; Carlos Massad, opositor al gobierno militar, y Ricardo Ffrench-Davis, una voz disidente dentro del grupo. Así, el documental logra un potente retrato generacional, íntimo y feroz a la vez. Porque tan feroz como ver las imágenes de las ollas comunes en los años 80, es escucharlos. Desde decir que no sabían absolutamente nada sobre las violaciones a los derechos humanos —en boca de Lüders y De Castro—, hasta frases polémicas, como la que dice Lüders: “El problema de la distribución del ingreso es un problema de envidia”. Nunca las palabras fueron más rotundas y dolorosas.

“Chicago Boys”, de Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano.

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