Esto empieza como una historia realista y termina, cómo no, en un delirio absoluto: José, el narrador, ha perdido su trabajo y debe quedarse en casa cuidando a su hija. Es un hombre obsesionado con los escritores rusos, un hombre curioso, un hombre que no se acostumbra a su cesantía. Pero sobrevive, junto a su mujer, y se intenta acomodar a su nueva realidad. Sin embargo, un día, tras un arrebato, asesina a su vecino. Pero ése no es el problema. El problema es que al día siguiente va a la casa del vecino y éste le abre la puerta, vivo, intacto, como si nada hubiera ocurrido. De ahí en adelante, Pequeña flor , la nueva novela del argentino Iosi Havilio (1974), se convierte en un relato alucinante –y alucinógeno–, en el que nos encontraremos con historias de amor torcidas, con un chanta fanático de Jodorowsky, con personajes a la deriva que se intentan encontrar, aunque aquello parezca, a ratos, una tarea imposible.
Iosi Havilio ha escrito –con una prosa vertiginosa– una novela divertidísima, desbordada, casi siempre sorprendente. Un libro que dialoga, sin duda, con sus novelas Estocolmo (2010) y Paraísos (2012). Y si no las han leído, pues vayan y consíganlas ahora mismo.
A $10.000 en librerías.