Las fiestas de fin de año son época de sacar conclusiones, de resúmenes de lo publicado, de pensar en el futuro reflexionando sobre el pasado. Así, las discográficas y sus artistas se ponen a sacar antologías como si en ello les fuera la vida y la posteridad. Y aquí está David Bowie, que no conforme con haber regresado de su autoexilio con el magnífico The Next Day, acompañado de exposición itinerante para su gloria e inmortalidad Psycho-fashion, ahora contraataca con una jugada que siempre se le dio muy bien: el best of, que no es lo mismo que el greatest hits, pero que, en su camaleónico y polimorfo y perverso caso, es casi lo mismo. Porque pocos rockstars han sabido conjugar y hacer comulgar mejor el avant-garde con el éxito masivo. Y, claro, Bowie es gracioso desde el vamos (su flamante retrospectiva se titula, contradiciendo rejuntes anteriores y su condición de mutante perpetuo de avanzada así como aquel gozoso “Changes”, Nothing Has Changed) y estratega desde siempre. Así -para desesperado éxtasis de fans y completistas- Nothing Has Changed aterriza entre nosotros en tres modelos diferentes con cubiertas-variaciones sobre el tema de Hombre Mirándose al Espejo: vinilo, doble CD y triple CD. Y ninguno trae exactamente los mismos tracks o versiones de las canciones escogidas por Ziggy.
Consejo: ignorar el CD doble (que no es más que una puesta al día cronológica del Best of Bowie del 2002) y jugársela con el apenas más caro triple CD, donde se propone el juego de la marcha atrás. De este modo arrancamos con la flamante rareza “Sue (Or in a Season of Crime)” con aires de jazzy-blues à la Scott Walker para, más de cincuenta canciones después, ir a dar a la génesis de “Liza Jane” a cargo de un tal Davie Jones & The King Bees. Por el largo y sinuoso camino, la gloriosa y reciente “Love is Lost” en formidable mix de James Murphy y la melancólica “Where Are We Now?”, las colaboraciones con los Pet Shop Boys y Queen y Pat Metheny y Trent Reznor y el imperdonable error/horror de ese “Dancing in the Street” junto a Mick Jagger, la bellísima e infravalorada “Absolute Beginners”, los himnos ochentistas “Modern Love” y “Blue Jean” y “Let’s Dance” y “China Girl”, los clásicos como “Life on Mars” y “Heroes” y “Young Americans” y “Starman” y “The Man Who Sold the World”, tres tracks del álbum “perdido” Toy (a destacar “Toy (Your Turn to Drive”)), y la sombra del astronauta-junkie Major Tom en “Space Oddity” y “Ashes to Ashes”.
“¿Dónde estamos ahora?”, se preguntaba Bowie a la hora de su reciente e inesperado retorno. Quién puede saberlo tratándose de él. Hasta alcanzar una respuesta -abundan rumores de próxima gira, nuevo disco y retiro absoluto y muerte inminente, lo de siempre, vamos-, Nothing Has Changed nos distrae con gracia y talento respondiendo a dónde estuvo. Y, claro, faltan paradas varias y paisajes surtidos. Pero con esto alcanza para hacer tiempo hasta la próxima e inevitable antología.
“Nothing Has Changed”, de David Bowie. A US$ 19,88 en www.amazon.com.