Es teatro, danza, cine en vivo, manualidades, juego de escalas. Kiss & cry, el espectáculo belga de la coreógrafa Michèle Anne De Mey y del cineasta Jaco van Dormael es un cuento en miniatura. Una voz en off se pregunta “¿dónde va a parar la gente cuando desaparece de nuestra vida, de nuestra memoria?”. Y aunque esa voz es masculina, corresponde a los pensamientos de Giselle, una mujer que desde el presente evoca a los seres que alguna vez formaron parte de su vida y ya no están. Amores como el primero, a sus trece años, que duró trece exactos segundos. O el tercero, con quien experimentó una pasión animal. Hombres que caen en un agujero, al fondo de la memoria, y que la protagonista intenta traer a la superficie. Pero la evocación no es de cuerpo entero: lo que la mujer recuerda sólo son las manos. El foco, entonces, se traslada a los dedos de esos amantes traídos de una cajita de recuerdos viejos.
Lo que vemos a continuación es un despliegue de manos que se convierten en bailarines, patinadores, caminantes, seductoras y seductores, durmientes que hacen cucharita, seres animalizados y una seguidilla de figuras que a veces son como frutas, “otras como pájaros muertos, otras como enredaderas”. Besos y lágrimas que encadenan otros besos y otras lágrimas (se llama Kiss and Cry al lugar donde los patinadores esperan los resultados tras una competencia). La fascinación que provoca este espectáculo es múltiple, porque los dos bailarines y los nueve técnicos en escena no sólo crean una ilusión vital con las manos y las diversas miniaturas instaladas en más de treinta sets a modo de maquetas, sino que van filmando y proyectando simultáneamente, en una pantalla grande, una película que viene a ser el making of de sí misma. Una ampolleta se transforma en un amanecer; un puñado de azúcar, en nieve; unas motas de algodón, en nubes. Y aunque los trucos estén a la vista (o acaso por eso mismo), el montaje nos hechiza con esa espléndida capacidad de transformar objetos en seres animados, con sus quiebres de perspectiva, con la ternura y la tristeza de las evocaciones posibles. Sin duda Kiss & cry es una de las mejores obras presentadas en Santiago durante este 2013.
“Kiss & cry”: funciones hasta el 1 de diciembre, en el Teatro Municipal de Las Condes.