Ella sale con su chasquilla perfecta, su pelo negro, liso y largo y su cartera de cuero negro. En el ascensor, saca su iPhone y apunta al espejo. La foto, publicada en Instagram hace tres semanas, podría parecerse a las de millones de hipsters que se autofotografían cada segundo, pero la ropa marca la diferencia: luce el uniforme verde olivo del ejército israelí. Es una de las más de treinta mil imágenes en esa red social bajo la etiqueta de las IDF (Fuerzas de Defensa de Israel).
Era imposible que esto no pasara: alrededor de cien mil jóvenes ingresan al servicio militar todos los años en Israel y lo hacen con sus smartphones. “Le hemos pedido que paren”, explicó el capitán Eyan Buchman de las IDF a la revista Fast Company, “tratamos de explicar lo más posible los riesgos que esto implica”. El problema no sólo es de relaciones públicas -las fotos de soldados sonriendo con sus fusiles no han sido bien recibidas en internet-, sino también de inteligencia: los archivos de imágenes hoy contienen datos de ubicación y fechas que podrían ser utilizados por un enemigo. Pero, mientras el ejército ha buscado limitar la aparición de sus conscriptos en Instagram, ha hecho todo lo contrario con sus propias cuentas en las redes sociales, especialmente durante la operación Pilar Defensivo, que se llevó a cabo en las últimas semanas.
“Las IDF ya llevan varios meses muy activas en las redes sociales, pero ha sido en esta operación en la que sacaron sus ‘big guns’”, explica el experto en redes sociales israelí Niv Calderon, “ahora tomaron toda su experiencia, todo su conocimiento y lo comenzaron a usar como armas de guerra”.
El hito que marcó la diferencia fue justamente el comienzo de la operación: cuando un proyectil teledirigido mató al líder del ala militar de Hamas, Ahmed Jabari. Inmediatamente, las IDF subieron el video del hecho a YouTube y lo propagaron por Twitter. Es en esa plataforma donde el ejército se ha hecho notar de manera más fuerte: minuto a minuto han publicado datos de lo que han hecho, han difundido información sobre los misiles palestinos que caen en asentamientos israelíes, e incluso “recomendaron” a los líderes de Hamas “no mostrar sus rostros en la superficie por los días que vienen”. La cuenta -@IDFSpokesperson- pasó de 61.427 seguidores el día antes de que empezara el conflicto a 200.499 el 21 de noviembre, cuando se acordó la tregua. En una semana casi cuadruplicaron su público.
La estrategia de Israel no se trata simplemente de estar en YouTube o Facebook. “El uso de redes sociales en momentos de crisis implica crear materiales y dejarlos volar”, dice Niv Calderon. El equipo de redes sociales de la IDF -que hasta hace poco era parte de la oficina de relaciones públicas del ejército y ahora es una rama independiente dentro de esa misma área- crea materiales pensando en cada plataforma: un video que muestra cómo es vivir bajo los ataques de misiles, un infográfico con datos de la ayuda humanitaria en Gaza (y piden a sus seguidores que los retuiteen si están de acuerdo) o fotos en Flickr mostrando la presencia femenina en el ejército. Incluso crearon un juego, una especie de Foursquare llamado IDF Ranks, que busca que los soldados entreguen información en terreno y obtengan “medallas” de acuerdo a sus aportes.
El tono también difiere de lo acostumbrado en la comunicación de las guerras: las IDF usan un lenguaje más de bloguero que de institución gubernamental: defienden sus posturas y buscan conexión con las audiencias. De hecho, las IDF hace poco tuitearon, a propósito del estreno de la película Skyfall, “Cuatro increíbles gadgets de las IDF que a James Bond le encantaría tener”, mostrando tecnologías israelíes. Esta voz, según Calderon, no ha incomodado a sus compatriotas: “Estamos muy orgullosos. Nuestra diplomacia oficial no responde, es algo débil y algo vieja en términos de opinión pública y la gente está cansada de verse débil y vieja”. Pero, al otro lado de la frontera, no todos están tan contentos como Calderon.
¿Guerra viralizada o trivializada?
El campo de batalla nació en 2010. Fue en mayo de ese año cuando seis barcos se acercaron a las costas de Gaza -con materiales de construcción, ayuda humanitaria y terroristas o activistas, dependiendo de qué lado del conflicto defina a la tripulación- y fueron interceptados por comandos israelíes. Nueve civiles de la flotilla murieron. Los videos del abordaje fueron compartidos por las redes sociales y el rechazo a lo realizado por las IDF no tardó en llegar. “Esto fue un fiasco para Israel. No tuvimos una corriente noticiosa que nos representara y el otro lado fue exitoso en comunicar sus opiniones sobre estos hechos”, explica Niv Calderon.
Desde entonces, el ejército de Israel aceleró el desarrollo de su unidad de redes sociales, con un equipo formado por jóvenes de no más de 26 años, con ideas e iniciativas propias. Tanto, que uno de ellos pagó con su propia tarjeta de crédito la cuenta para instalar un blog, de forma de evitar lidiar con la burocracia militar. Asimismo, han entrado en redes sociales más nuevas, como Pinterest o Instagram, y han organizado reuniones periódicas con blogueros para informarlos, entregarles herramientas y datos sobre lo que realizan las IDF y lo que la unidad pone a su disposición.
También a través del mismo Twitter, esa misma estrategia digital es criticada. “Creo que están respondiendo, esencialmente, al uso efectivo de medios sociales por parte de sus críticos. Esperan darles a los activistas pro-Israel técnicas y material más efectivo, porque el activismo en las redes sociales tiende a ser muy crudo”, comenta Hussein Ibish, senior fellow de la Fuerza de Trabajo Estadounidense en Palestina. Él ha sido una de las voces más críticas en Occidente de lo realizado por la IDF en las redes sociales, acusándolos de trivializar la guerra. “Que esto lo haga un activista no es un problema. Pero, para un gobierno con una estrategia diplomática, que quiere crear un aura de respetabilidad en Occidente, esto definitivamente puede ser un problema y creo que les puede salir el tiro por la culata”, dice Ibish.
Paradójicamente, el director de Medios Sociales de las IDF, Sacha Dratwa, se vio envuelto en una situación de este tipo por una foto personal en Facebook. Usuarios de esta red social encontraron entre sus imágenes, que tenía abiertas al público, una en la que aparecía con barro en la cara y con la lectura “Obama style”. El resultado fueron acusaciones de racismo y la orden de que Dratwa restringiera el acceso a su página. El hecho refleja la clave de este debate: lo irreconciliable del lenguaje de la diplomacia y el de los nuevos medios.
Para Ibish, el objetivo de obtener apoyo a través de esta estrategia es, al menos, dudoso. “Lo que pasa aquí es que se crea una cámara de ecos donde la gente recibe sus ideas preexistentes, reconfirmadas por fuentes oficiales y no oficiales. Creo que, en realidad, los medios sociales inhiben más que promueven el intercambio de ideas”, comenta Ibish, quien es un activo tuitero, además de columnista de Foreign Policy.
Mientras tanto, grupos armados palestinos, como las Brigadas Al-Qassam -brazo armado de Hamas-, han respondido los tuits de la IDF en inglés, al punto de amenazar con “desatar el infierno” en Israel. “Los esfuerzos palestinos y propalestinos han sido mucho más ad hoc y amateur”, explica Ibish, “pero no creo que sean efectivos en disminuir el apoyo a Israel o ayudar a lograr la paz, porque la mayor parte tienden a ser muy iracundos o con una retórica sobrexcitada”.
En el lado israelí los tuits se enfocan, en su mayoría, en datos concretos, más que en opiniones. Son mensajes como “hace poco, los palestinos lanzaron dos bombas a un puesto de las IDF en Judea”, o “Qué hacer cuando escuchas la alarma de misil”. “Hoy estamos en una nueva etapa del hombre: queremos gobiernos más abiertos, militares más abiertos. No queremos anuncios oficiales”, explica Niv Calderon. En el ejército israelí han declarado que van a seguir practicando y aprendiendo de esta forma de trabajar y que no dudan en entrar a otras plataformas. “Constantemente tienes que estar revaluándote a ti mismo. El ciclo de las noticias ha evolucionado de 72 horas a 30 segundos”, comentó el capitán Buchman, de las IDF. “Es cierto, todo esto podría implicar que salga el tiro por la culata si no sabes cómo hacer tu trabajo”, concluye Niv Calderon, “pero, si eres profesional, esto no pasará”.