Por Sebastián Rivas Agosto 7, 2013

© José Miguel Méndez

Muchas de las peticiones más votadas apuntan a temas complejos para el gobierno. Esta semana, por ejemplo, la cuarta solicitud más votada era una que planteaba a Obama amnistiar a Edward Snowden.


“Lo que hacemos nos da la oportunidad de responder a quienes son críticos. Podemos asegurarnos de que la gente pueda conocer la posición del presidente. Creo que eso es parte de ser transparente”.


Matt Compton (30) se ríe cuando escucha la frase “La Guerra de las Galaxias”, porque sabe lo que viene. Desde enero pasado, él, un experto en redes digitales y política 2.0 que trabaja en el equipo de Barack Obama en la Casa Blanca, ha debido contestar en cada foro y entrevista una pregunta vinculada con la saga de George Lucas. E inevitablemente, con la misma risa, la respuesta que da se mantiene igual:

-Fue una de las cosas más populares que hayamos hecho jamás.

La pregunta tiene que ver con el trabajo específico de Compton, el mismo que esta semana lo trajo a Chile invitado por el Consejo para la Transparencia y la embajada de Estados Unidos. Como subdirector de la Oficina de Estrategia Digital del gobierno estadounidense, a él le ha tocado supervisar y organizar el sitio web We the People, una plataforma online en que los ciudadanos pueden hacer cualquier consulta o petición a la administración Obama. 

Las reglas son claras: si la petición consigue un número determinado de firmas virtuales en menos de 30 días, la Casa Blanca está obligada a responder. Y ahí es donde entra “La Guerra de las Galaxias”: en enero pasado, una solicitud para que el gobierno construyera antes de 2016 una “Estrella de la Muerte” -la letal nave del imperio, comandada por Darth Vader- superó las 25 mil firmas. Lo que vino después fue un hit viral: una respuesta en que Paul Shawcross, jefe de la Oficina de Ciencia y Tecnología, rechazaba la iniciativa porque aumentaría explosivamente el déficit fiscal, no iba en la línea política de la administración -“No apoyamos hacer pedazos a planetas”- y, más aún, no valía la pena hacer una inversión multimillonaria que podía ser destruida por una pequeña nave piloteada por una sola persona, recordando la gesta de Luke Skywalker.

La divertida respuesta disparó el tráfico web del sitio de la Casa Blanca y rápidamente llegó a los portales de noticias. Pero para Compton, la mejor parte fue la que venía al final de la carta, cuando Shawcross explicaba que, más allá de no poder hacer la nave, el gobierno estaba comprometido con programas como la Estación Espacial Internacional, robots que exploran Marte y otras iniciativas de innovación espacial. “Teníamos que decepcionar a la gente. Decirles que no nos podíamos comprometer a hacer una Estrella de la Muerte”, dice, recordando ese momento. “Pero vimos la respuesta a esa petición como una oportunidad de hablar de muchas otras cosas”.

Esa oportunidad, para él, es lo más valioso de We the People. Y una forma de encarar un nuevo desafío para los gobiernos.

 

CUANDO LA AUDIENCIA ES CRÍTICA

We the People fue lanzado en septiembre de 2011 como una manera de llenar un vacío detectado por el equipo digital de Obama: si bien había múltiples canales de comunicación, como Facebook, Twitter y Tumblr, no existía un sitio centralizado donde cualquier ciudadano pudiera hacer preguntas a la administración de temas que le interesaran. Para ello, explica Compton, la clave era que las consultas y las respuestas fueran públicas. “Desde que la Casa Blanca existe, siempre la gente ha enviado peticiones como una manera de expresar sus opiniones. La gran cosa sobre esta herramienta es que nos da la oportunidad de enviar respuestas, para que podamos tener una conversación”, afirma.

Rápidamente se convirtió en uno de los espacios populares en el sitio de la Casa Blanca. Hasta enero pasado, sumaba más de 5 millones 400 mil usuarios y 141 mil peticiones. La fórmula es simple: cualquier persona puede postear su petición, y luego esperar a que sume las firmas requeridas para una respuesta oficial. Al principio, la cifra era de cinco mil, pero al poco andar se elevó por el éxito del programa. Primero a 25 mil, y luego a 100 mil que se mantiene hasta hoy.

Pero hay un detalle que no pasa inadvertido. Muchas de las peticiones más votadas -y que, superando la barrera, deben ser contestadas- apuntan a temas complejos para el gobierno, o de frentón son críticas con él. Esta semana, por ejemplo, la cuarta solicitud más votada, con más de 140 mil firmas, era una que planteaba a Obama que le concediera una amnistía a Edward Snowden, el agente informático que reveló el plan de vigilancia electrónica que mantenía la administración. Y varias figuras opositoras al mandatario en temas como el control de armas han incentivado a que quienes piensan como ellos llenen el sitio con solicitudes, presionando por ser oídos.

Compton lo reconoce. “Cuando hay situaciones complejas, la gente utiliza We the People como una forma de registrar sus opiniones, a favor o en contra”, plantea. Pero afirma que, lejos de ser un problema, es una virtud del programa. “Lo importante es que representa una oportunidad de tener un diálogo con gente que está en desacuerdo con nosotros, y a la que de otra forma no llegaríamos”, explica. “Es fácil para un presidente hablarles a sus partidarios, pero no siempre es fácil llegar a gente que es crítica, y tener una comunicación directa, uno a uno, con aquellos que no están de acuerdo con sus políticas”.

 

UN GOBIERNO DIGITAL

Al guglear We the People, una de las cosas que aparecen son listas de sitios estadounidenses con las peticiones más extravagantes hechas en el sitio. Entre otras, incluyen el crear un parque nacional al estilo de Jurassic Park -con dinosaurios clonados-, deportar a Piers Morgan -el entrevistador inglés de CNN que reemplazó a Larry King- o devolver los títulos universitarios recibiendo de vuelta el 100% del arancel pagado. Ese punto ha dado pie a cuestionamientos sobre la verdadera utilidad de la plataforma, a la que algunos artículos incluso han calificado de un “dolor de cabeza” para la administración.

Sin embargo, Compton señala que We the People está ayudando a influir en la agenda pública. Como ejemplo, pone un caso reciente: una petición en la que más de 100 mil personas exigían poder desbloquear sus celulares para cambiarse de compañía. “Era un tema que la Casa Blanca no había considerado antes, y en el que el presidente no tenía una posición. Pero nos dimos cuenta rápidamente que teníamos que ser parte de la discusión”, afirma. 

La respuesta fue que el gobierno apoyó la idea, y luego pasó al Capitolio: varios legisladores presentaron proyectos que apuntan en ese sentido. “Es una muestra muy clara de cómo los ciudadanos traen un tema a la atención del gobierno, y cómo la legislación está haciendo su vía hacia el Congreso, diseñada específicamente para dar respuesta a esa preocupación”, plantea Compton.

Ese diálogo entre los ciudadanos y el poder es uno de los temas que le interesan, y que lo motivó a venir a Chile. Esta semana, Compton participó en talleres con el Consejo para la Transparencia contando su experiencia en el uso de plataformas online y medios sociales para interactuar con la gente, algo que considera vital para el futuro. “Nuestra administración tiene acceso a un rango mucho más variado de herramientas online y maneras de hablar a la gente que cualquiera antes. Esto es sólo parte del proceso de encontrar nuevas formas para hablar a las audiencias y vincular a la gente. Es parte de un cambio más amplio”, plantea.

Compton es parte de la cara más transparente del gobierno de Obama en cuanto al mundo digital. We the People, por ejemplo, liberó su código para que cualquier gobierno u organización interesada pueda replicar de forma gratuita el modelo de peticiones. “Es importante reconocer el valor de lo digital, entender que es una vía para tener una conversación genuina con la gente de la calle, los ciudadanos promedio, y sacar de en medio la relación tradicional, donde no siempre tenías la oportunidad de hablar uno a uno. Es increíblemente valioso y será algo aun más relevante en el futuro”, plantea.

Y sobre la cara más adversa, aquella que incluye críticas a Obama por temas como los programas de espionaje electrónico o su manejo de WikiLeaks, Compton tiene una reflexión: cree que sitios como el que él supervisa son un lugar donde se pueden abordar esas preguntas difíciles. “Lo que hacemos es valioso, porque nos da la oportunidad de responder a quienes son críticos, sin importar cuál sea el tema. Podemos explicar nuestras posturas y asegurarnos de que la gente pueda conocer la posición del presidente. Creo que eso es parte de ser transparente”, señala. “Y si una pregunta cruza la cifra fijada, tenemos que responderla. Ésa es nuestra oferta. Y planeamos mantenerla”.

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