Si en términos políticos el ambiente está listo para una Hillary candidata, en Hollywood no se quedan atrás. En septiembre, la cadena CBS estrenará la serie Madam Secretary. Los sectores republicanos critican que será una especie de propaganda gratuita en horario prime.
Iowa es algo así como una palabra tabú para Hillary Clinton. El pequeño estado fue, para muchos, el lugar donde comenzó a perder la nominación a la candidatura demócrata en 2008. El 3 de enero de ese año, y ante la sorpresa generalizada del mundo político estadounidense, Hillary quedó tercera en esas primarias, donde el ganador fue un, por entonces, no tan conocido senador por Illinois que nunca soltaría ese liderazgo en el resto de la campaña: Barack Obama.
Desde ese día, Hillary ha pasado más de seis años sin volver al estado, que por ser el primero que celebra primarias es un punto casi obligado para todo candidato presidencial. Por eso, a mediados de agosto las alarmas se dispararon cuando ella confirmó que asistirá el domingo 14 al asado de despedida del senador Tom Harkin, una tradición de más de tres décadas en Iowa, que reúne cada año a cerca de 20 mil simpatizantes demócratas y que es vista como una plataforma clave si uno quiere ganar en ese territorio.
El motivo oficial es que será el último asado de Harkin, quien se retira del Congreso a fines de este año. Y que el senador le pidió a Hillary y a su esposo, el ex presidente Bill Clinton, que asistieran para dar uno de los discursos de homenaje. Pero la decisión ha sido vista como una señal casi definitiva de que la ex secretaria de Estado está en la carrera por suceder a Barack Obama, algo de lo que sólo falta la confirmación formal, aun cuando quedan más de dos años para la elección de noviembre de 2016.
Pese a que Hillary cuenta con una red de apoyo mayor a la de su primera postulación y a que está consagrada como la “inevitable” candidata demócrata, sus seguidores tienen fresco el recuerdo de 2008, cuando la vanguardista estrategia de Obama le arrebató, primero en Iowa y luego en todo el país, una nominación que también se veía como segura. Tal vez por eso desde la semana pasada Ready For Hillary, la más importante organización que apoya una candidatura de la ex senadora, comenzó a mandar mails a todos sus contactos en Iowa para que compren entradas para el evento de Harkin, en el que la adhesión parte en 30 dólares. Todo para asegurar una recepción a la altura de una candidata.
CANDIDATA DE MANUAL
Hasta ahora, Clinton ha seguido al pie de la letra el libreto de los candidatos presidenciales. Un ejemplo: en junio de este año publicó sus memorias de los cuatro años en que estuvo a cargo de las relaciones exteriores de Estados Unidos, Hard Choices, libro con el que ha ido de gira por las principales ciudades del país y los más importantes medios de comunicación.
Pero quizás la herramienta más sorprendente en juego es la manera en que su entorno está alistándose para una carrera en que, al menos en la primera parte, nadie parece hacerle sombra: en las últimas encuestas a nivel nacional sobre la primaria demócrata, Hillary supera el 60% de las preferencias y está 50 puntos arriba de posibles rivales internos, como el vicepresidente Joe Biden o el gobernador de Maryland, Martin O’Malley. Y contra potenciales contendores republicanos de cara a la presidencial, ella mantiene una diferencia de entre 6 y 7 puntos en promedio. Todo eso además del enorme simbolismo que tendría para el país ver a una mujer al mando de la Casa Blanca por primera vez.
Sin embargo, la experiencia de lo que pasó en la elección pasada con Obama desatándose en un año y ganándole la nominación se nota en aspectos como Ready For Hillary, el comité de acción política que se formó a inicios de 2013 ya está preparando el terreno para cuando ella salga a la cancha. Un ejemplo: entre esa fecha y junio de este año, la organización gastó casi cinco millones de dólares en diferentes iniciativas.
El mismo grupo es un manifiesto de que Hillary esta vez no quiere perder una de las batallas que fue clave en 2008: la de la innovación. Para eso, han fichado a varios de los asesores estrella de la campaña de Obama, como Jeremy Bird y Mitch Stewart, ex jefes territoriales de Obama for America -hoy Organizing for Action-, el comité de acción política que con técnicas computacionales avanzadas era capaz de ir a buscar votos para el actual presidente con una precisión asombrosa.
De hecho, los fichajes también son una ayuda para otro de los puntos clave: tender redes con el entorno de Obama. Más allá de que el respaldo del presidente -aunque su popularidad esté baja- siempre es un buen activo, el Santo Grial que buscan los candidatos está en Organizing for Action: una base de datos de correos electrónicos y perfiles de Facebook con información de más de cuatro millones de donantes y de una cantidad no revelada de posibles votantes, aunque el número se estima en decenas de millones. La base de datos que fue responsable del triunfo de Obama en 2008 y, especialmente, de su reelección en 2012, cuando la contienda era aun más compleja.
Tal vez por eso Hillary ha sido extremadamente cautelosa en mostrar sus diferencias en público con el actual mandatario, limitándose a opiniones en temas de política exterior, como si armar o no a la oposición democrática siria que luchaba contra Bashar al-Asad en 2011. Obama, claro, les debe una a los Clinton: si en 2008 fueron sus más enconados rivales internos, en 2012 uno de los hitos de la campaña fue un encendido discurso de Bill Clinton en la Convención Nacional Demócrata, donde no sólo manifestó su irrestricto apoyo al presidente, sino que se preocupó de desmontar una por una las críticas de los republicanos al primer período de Obama. Muchos vieron ese momento como una jugada magistral para asegurar una vuelta de mano cuatro años después.
LA SUPERESTRELLA
Si en términos políticos el ambiente está listo para una Hillary candidata, en Hollywood no se quedan atrás. A fines de septiembre, la cadena CBS -una de las más importantes del país- estrenará la serie Madam Secretary. Es una producción de Morgan Freeman cuyo argumento deja poco a la imaginación: una mujer que debe enfrentar las tensiones y los problemas propios de ser la máxima autoridad de la Secretaría de Estado. La protagonista será Téa Leoni, una actriz que ha tenido varios roles protagónicos en series y películas, y cuya cabellera rubia recuerda inevitablemente a una Hillary más joven. Desde los sectores republicanos las críticas a CBS se han multiplicado por considerar que la serie será una especie de propaganda gratuita a Hillary en horario prime.
Pero la ex senadora parece flotar sobre los conflictos, guardándose para lo que, ella sabe bien, será una dura confrontación. En todo caso, en los próximos días deberá tomar una decisión importante en el frente interno. En noviembre hay elecciones legislativas, y para muchos candidatos demócratas la foto con Bill y Hillary es un botín preciado. Sin embargo, el panorama se prevé complejo para el partido, e incluso hay posibilidad de que no sólo no puedan retomar el control de la Cámara Baja -hoy en manos de los republicanos-, sino que además pierdan el Senado. La disyuntiva es hasta qué punto ayudar, para no quedar con la mancha de la derrota ni ser acusada de esquivar el bulto de la batalla, factores que le podrían penar en los respaldos políticos demócratas en 2016.
En todo caso, el mayor desafío para Hillary será aprovechar esta vez el aura de invulnerabilidad para conseguir una ventaja táctica contra sus rivales que puede ser irremontable. Hay un factor añadido: con Estados Unidos recuperándose a duras penas de la recesión y con nuevos competidores globales, muchos ciudadanos ven a los años de Bill Clinton en la Casa Blanca como una “época dorada”, un anhelo al cual podrían retornar con Hillary.
A esa conclusión llegó esta semana Glenn Beck, uno de los conductores de radio más escuchados del país y una figura identificada con los republicanos que ha tenido varios rounds con Barack Obama. En su programa, Beck dijo que había conversado con un estratega del entorno de Hillary y que le contó la estrategia de campaña: apelar al glorioso pasado, algo así como un retorno al “dos por el precio de uno” que Bill Clinton prometía en 1992, destacando a su esposa como una compañera política de igual calibre. Medio en broma, medio en serio, el conductor reconoció al aire que él “feliz” votaría por el ex presidente hoy, y que, por eso, la fórmula le parecía perfecta. Tanto así que terminó su comentario con un vaticinio que no dejó espacio a dudas: “Hillary será presidenta. Y punto”.