Por Javier Rodríguez Noviembre 11, 2016

Lo primero que hizo el empresario Marcos Kaplún al levantarse este miércoles en la mañana, fue escribir un correo con copia a Ivanka, Eric y Donald Trump Jr.

—Les puse que los felicitaba por el triunfo del papá y que deseaba mucha suerte para Estados Unidos y para el mundo.

Su relación con la familia del ahora presidente electo de Estados Unidos se remonta a un domingo de fines de octubre de 2007, cuando entró a almorzar al Estadio Israelita, como acostumbraba a hacerlo los fines de semana, sin pensar que, ese preciso día, saldría con una reunión agendada para la primera semana de noviembre de ese año con los Trump en Nueva York.

—Justo en la mesa de al lado había un estadounidense que estaba de paso, esquiando por Valle Nevado. Me contó que se dedicaba a fabricar corbatas y camisas marca Trump y que sabía que Donald quería invertir en Sudamérica, que si lo podía ayudar a entrar. Le dije que sí y organizó el encuentro.

"Donald Trump tiene nietos judíos, lo que es un factor súper importante que nadie ha considerado y que lo puede llevar a ser más empático con este grupo".

A la semana siguiente Kaplún estaba sentado en una lujosa oficina del piso 20 de la Trump Tower en Nueva York junto a los tres hijos mayores del magnate: Ivanka, Donald Jr. y Eric. Mientras discutían la posibilidad de construir en el Cono Sur, apareció el actual presidente electo y le dio un consejo a Kaplún que nunca olvidó.

—Me contó que en el negocio inmobiliario todos decían que las tres palabras más importantes eran la locación, la locación, la locación. Y me dijo que estaban equivocados, que las más importantes eran paciencia, paciencia, paciencia. Nunca lo olvidé, y lo sigo aplicando.

Siguieron conversando los detalles del negocio y le pidieron que les propusiera tres lugares “glamorosos” en Sudamérica para construir: él les dijo Punta del Este, Puerto Madero en Argentina, e Isidora Goyenechea, en Santiago. A la semana siguiente organizó dos juntas con accionistas uruguayos, argentinos, chilenos y peruanos.

Y si bien no lograron construir en Buenos Aires y Santiago por problemas logísticos, en Punta del Este ya se levanta el primer complejo marca Trump en Sudamérica. Kaplún incluso acompañó a Donald Jr. a Argentina, cuando aún querían construir allí.

—¿Qué rol cree que cumple el grupo familiar de Trump? Sin el apoyo de las grandes figuras del Partido Republicano se ha apoyado mucho en ellos.
— Es fundamental. Él ha dejado en sus manos sus negocios inmobiliarios. Ahí la clave será Ivanka. Ella es la más inteligente, y estoy seguro de que será la primera dama en las sombras.

—¿Sigue siendo socio de los Trump?
—No, cuando Trump habló contra los mexicanos, dejé de ser su asesor. Soy presidente de los clubes judíos de América Latina, la Confederación Latinoamericana Macabi. Entonces me complicó mucho cuando se fue contra los latinos. Pero mi relación personal sigue muy bien con los hijos.

—El presidente de Israel, Benjamín Netanyahu, declaró: “Trump es un amigo de Israel y espero trabajar con él”. ¿Qué opina de su triunfo, como representante de la comunidad judía?
—Puedo dar mi opinión como persona, no como representante. En ese sentido, hay que destacar que Ivanka Trump se convirtió al judaísmo y a mí me tocó acompañarla en todo ese proceso entre 2008 y 2009. Ella me contaba, conversamos mucho. Se convirtió porque se casó con el dueño del New York Observer, ideólogo de la campaña de Trump. Para las fiestas judías le mando felicitaciones. Y Donald Trump tiene nietos judíos, lo que es un factor importante que nadie ha considerado y que lo puede llevar a ser más empático con este grupo.

—¿Qué le parece el trato que les quiere dar a minorías como los musulmanes? Él ha dicho, derechamente, que no los quiere dejar entrar.
—Creo que otra cosa es con guitarra. Cuando uno es candidato dice muchas cosas. La verdad es que creo que hay que darle la oportunidad al hombre. Si lo votó tanta gente, por algo será.

—¿Y qué opina del pánico mundial que se ha declarado por parte de varios actores luego de su victoria?
—Es relativo. Decían que si ganaba, el dólar inmediatamente subiría en Chile. Y se ha mantenido. Hay que mantener la calma.

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