Por Victoria Hurtado* Agosto 15, 2009

Hace algunos años recuerdo haberme entrampado en una discusión con un neoyorquino y un alemán. Hablábamos de la cultura de donar en los diferentes países. Todo comenzó cuando el estadounidense contó que había donado una cuantiosa suma a su colegio privado situado en un elegante barrio de Manhattan.

-¿Pero por qué no donaste a la escuela pública de algún barrio marginal?- le pregunté. 

-Porque aquí se dona también pensando en fortalecer las instituciones (institution building)- me respondió.

El alemán, criado en Berlín Oriental, confesó que no donaba porque pagaba impuestos. Y muchos: con eso su conciencia quedaba tranquila. 

Yo les conté cómo operaba el sistema en un país en vías de desarrollo en donde el portafolio de donación oscila entre dar a las personas cercanas (el préstamo a quien nos ayuda en el trabajo doméstico, al junior de la oficina, el pariente necesitado) y/o contribuir a organizaciones como el Hogar de Cristo, cuyo modelo clásico es descontar de la cuenta corriente de los socios una suma mensual preacordada. Les comenté del Techo para Chile, cómo se transformaban las bibliotecas gracias al trabajo de la Fundación La Fuente -su presidenta, Verónica Abud, ganó el premio al emprendedor social Latinoamérica 2009-, además de manifestarles que la RSE se incorporó en Chile principalmente gracias a las transnacionales -a través de políticas emanadas desde sus casas matrices- y que las empresas locales -salvo algunas positivas excepciones- no estaban muy comprometidas con este rol. 

Fue una interesante conversación que refleja ciertos patrones de donación que me han servido para acercarme a este tema. Sigo con interés iniciativas ciudadanas nuevas y jóvenes como la encargada de limpiar las playas chilenas (www.proplaya.cl); la que se preocupa de gestionar debates para que estén al alcance de todos -www.politicastereo.cl-; www.cachipun.cl, la radio online favorita de mis niños; o las concentradas en promover el uso de la bicicleta en una ciudad tan contaminada como Santiago: www.furiosos.cl o www.arribaelachancha.cl.

Hace algún tiempo encontré en www.ted.com -el recomendable sitio web de las "ideas que vale la pena difundir"- una charla de Katherine Fulton, presidenta del Monitor Institute, la entidad encargada de la RSE de la consultora Monitor. En ella se explayó sobre los nuevos paradigmas de la filantropía  y mostró varias iniciativas que dan cuenta de una verdadera revolución en esta área, una "nueva hambre moral" como dice ella, asociada a la democratización que permite internet .

Fulton señala que el primer paso de esta revolución comenzó con la colaboración agregada. O sea, Wikipedia: lo donado es el conocimiento a escala mundial.

Lo mismo ocurre con WiserEarth -www.wiserearth.org-, un "espacio online que conecta a las personas, fundaciones y empresas que trabajan por un mundo justo y sustentable". Aquí puedes encontrar a otros individuos que comulgan con tus temas de interés; generar visibilidad y apoyo para proyectos específicos; conectar y compartir ideas y construir una comunidad.

Su fundador, Paul Hawken, lleva años estudiando los nuevos movimientos filantrópicos. En 2007, publicó el libro Blessed Unrest, donde explica "cómo nacieron los más grandes movimientos en la historia y cómo nadie notó que nacerían".

Caridad desde el computador de la casa.

Hoy existe el  mercado de la filantropía online. Network for Good -www.networkforgood.org- es un sitio web que permite donar directamente a nuestra causa favorita y, además, tener acceso inmediato a conocer el consolidado de los aportes que uno ha hecho históricamente en las fundaciones elegidas.

Además, cumple con los estándares de accountability de la BBB Wise Giving Alliance, institución encargada de certificar que las organizaciones de beneficencia cumplan con sus objetivos y no se transformen en estafas masivas. Son más de 450 mil aportantes que han invertido US$ 250 millones utilizando este sistema. La idea que subyace es que es más fácil donar online que escribir cheques o esperar un retiro de la cuenta corriente. Además, saber exactamente cuánto se ha donado y a quién puede aliviar el papeleo a la hora de aprovechar las ventajas tributarias que en la ley norteamericana existen al respecto.

Dentro de este rubro existe Youth Give, www.youthgive.org, la "nueva moneda de cambio". Cumple un doble objetivo: involucra a jóvenes en la búsqueda de causas sociales relevantes y contacta estas causas con potenciales donantes. Se trata de cambiar un paradigma del siglo XX -pocos donantes, en su mayoría mayores de edad, y a nivel local- por un sistema del siglo XXI: muchos involucrados, de todas las edades y a nivel glocal (global+local).

Changing the Present -www.changingthepresent.org- es un juego de palabras que, en inglés, quiere decir cambiar el presente y también cambiar el regalo. Aquí uno puede elegir entre 1.500 posibles regalos significativos para entregar en el próximo cumpleaños, matrimonio, nacimiento o momento generoso que nos invada. Los regalos van desde una gallina para un niño en África -que le permitirá cuidarla y además alimentarse de sus huevos y crías- hasta donar a una organización destinada a ayudar a las personas a identificar la depresión como problema.  La variedad de regalos es enorme, están seleccionados por valor, áreas y por edad de quien lo obsequia.

Otra iniciativa relevante es Give India -www.giveindia.org-, que ofrece un abanico de 200 fundaciones de confianza sometidas a test de transparencia y credibilidad destinadas a aliviar la pobreza de los más pobres de los pobres en India. Quien coopera no termina su relación al momento de transferir el dinero: la organización envía feedback concreto de cómo ha ayudado el dinero.

Algo parecido es lo que hace GlobalGiving -www.globalgiving.org- o Donors Choose -www.donorschoose.org-, una comunidad online que conecta directamente con salas de clases necesitadas en el mundo. Kiva Loans -www.kiva.org- es un sitio en donde se presta dinero directamente a emprendedores, que gracias a esta ayuda pueden salir de la pobreza.

Un millonario premio para un problema global

Dentro del rubro de competir por innovar existe www.xprize.com. Es un concurso online: X Prize da a conocer complejos problemas mundiales que necesitan ser resueltos e invita a postular a personas que creen que pueden contribuir a solucionarlos, accediendo de pasadita a un premio de más US$ 10 millones.

Una de las iniciativas es el Google Lunar X PRIZE, competencia internacional -premio: US$ 30 millones- para aterrizar de manera segura un robot en la Luna, viajar 500 metros sobre la superficie lunar y enviar imágenes y datos a la Tierra. Los equipos tienen que ser financiados por lo menos en un 90% por privados. 

Otro ejemplo más "aterrizado" es el Village Utility X Prize, cuyo objetivo final es utilizar el poder de la competencia para desarrollar modelos que permitan a las comunidades mundiales en desarrollo aliviar sus estándares de vida y romper con el círculo de la pobreza. La idea es crear sistemas más efectivos para distribuir energía, agua y conectividad a estas comunidades. Se premia la invención de dichos sistemas y la capacidad de implementarlos.

El mercado de capitales que invierte en bondad

Finalmente, está el mundo de las Inversiones Sociales plasmado en el modelo creado por www.xigi.net -se pronuncia ziggi-, que invita a "descubrir el mercado de capitales que invierte en bondad".

Esto es, como ellos mismos señalan en su página, "un espacio para hacer conexiones y reunir inteligencia dentro del mercado de capitales que invierte en cosas buenas".  Vale decir, un network social. Las empresas en donde se puede invertir se dedican a temas como primera vivienda, la base de la pirámide social; tecnología limpia; educación; comercio justo; construcciones ecológicas; emprendimiento social o sustentabilidad.

Si bien el énfasis está en deuda privada y paquetes accionarios, el mercado se extiende a formar donaciones y mercados transados públicamente.

Remezón puertas adentro

Probablemente, si me permiten seguir con el estereotipo inicial, el norteamericano continuará fortaleciendo instituciones, el alemán pagando impuestos y el chileno ayudando a sus cercanos necesitados.

Sin embargo, ninguno de los tres podrá soslayar los cambios que la tecnología traerá al sistema actual de caridad. Las nuevas generaciones del país han captado esto y a su escala están manifestándose cívicamente con patrones completamente distintos de los tradicionales.

Si queremos que la caridad siga comenzando por casa, es hora de modernizar nuestro sistema filantrópico. Esto no implica destruir lo que con mucho esfuerzo hemos logrado, pero sí incorporarlo a este tipo de redes internacionales para que tengamos más visibilidad: India ha hecho un gran trabajo de "marca" para la recolección de fondos internacionales a través de internet.

Chile necesitará pensar en acreditar a las fundaciones y mejorar los incentivos tributarios para los donantes. Las organizaciones de beneficencia y fundaciones tendrán que aparecer accountable, publicando informes respaldados académicamente, explicitando quiénes financian dichos informes para evitar conflictos de interés e incorporando estrategias para una mayor presencia internacional. Ésa es la forma de atraer regalos de financistas sensibles con Latinoamérica, que de otra forma se irán a África o Asia. Ha llegado la hora de reconocer que la colecta del semáforo y la pregunta ¿desea donar su vuelto a…? si bien son un pequeño aporte y generan comunidad, no resolverán los problemas financieros de nuestras fundaciones en el largo plazo. La consigna es modernizarse o morir.

*Victoria Hurtado es académica de la Escuela de Gobierno de la UAI

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