Por María José López Septiembre 19, 2009

A la búsqueda del mayor frescor. Así podría titularse la tarea que la familia Guilisasti -dueña de Viña Concha y Toro- se autoimpuso el 2006. La idea era lograr vinos premium y superiores en sectores de clima frío, pues éste ayuda a una madurez lenta y balanceada de las uvas. Pero la calidad no era el único motivo. Por esos días, en todo el mundo se debatía el calentamiento global del planeta. Y cómo las alzas de temperatura se iban apropiando de todo. Hallar lugares más templados era, en ese escenario, una necesidad con visos de urgencia. Y fue justo entonces cuando la empresa puso sus ojos en los ríos. En sus riberas, para ser más exactos.

Los tres enólogos a cargo -Marcio Ramírez, Mario Miranda y Héctor Urzúa- buscaron en las 7 mil hectáreas de la viña cuáles eran los lugares más ventilados, frescos y con mejor suelo. Y todos coincidieron en que estaban desde la ribera del Cachapoal -en la VI Región- hacia el sur. Y pusieron en marcha el nuevo proyecto, que tres años más tarde dio como resultado la línea Serie Riberas Gran Reserva, compuesta por cinco cepas: sauvignon blanc, carmenère, chardonnay, cabernet sauvignon y syrah, provenientes de las orillas de los ríos Rapel, Cachapoal, Tinguiririca, Loncomilla e Itata. Presentados en agosto pasado, son los primeros vinos nacionales en "combatir" el cambio climático en Chile.

Para Eduardo Guilisasti, gerente general de la viña, la Serie Riberas -la séptima producción súper premium de Concha y Toro- se enmarca dentro del desafío que la empresa tiene desde el lanzamiento de Don Melchor en 1989: encontrar nuevos terroirs para producir cepas de primera calidad.

-Serie Riberas es un producto visionario: es la primera línea de vinos chilenos que desafía el cambio climático buscando vinos en lugares más frescos. ¿A qué se debe eso?

-A mi modo de ver, la búsqueda de nuevos terroirs, tiene relación sobre todo con la política de Concha y Toro que ha sido permanente: siempre investigar, buscar y desarrollar nuevas zonas y áreas de Chile que sumen a la diversidad de suelos y climas que tiene la viña para producir los mejores  vinos. No se obtiene la misma calidad y tipicidad de una variedad  plantada y cultivada en un determinado terroir respecto de otro. Ésa es una gran ventaja para los enólogos de Concha y Toro, porque tienen una amplia gama de posibilidades para trabajar y obtener el máximo potencial de las diferentes cepas, lo que les permite innovar y producir vinos con estilos muy diversos.

Eduardo Guilisasti explica que "en las riberas de río se genera un microclima que determina el viñedo aledaño, se gana en frescor, se protege de forma natural frente a heladas y se obtienen vinos especiales, balanceados".

-¿Cuáles son las cualidades de estos suelos en las riberas?

-Es indudable que en las riberas de río se genera un microclima que determina el viñedo aledaño, se gana en frescor, se protege de forma natural frente a heladas y se obtienen vinos  especiales, balanceados. También  son climas que al estar moderados por su cercanía al mar presentan grandes diferencias térmicas entre el día y la noche, y eso incide en obtener vinos de gran calidad. Buscar esos suelos permitirá acceder a terroirs de gran potencial.

Su hermana, Isabel Guilisasti -gerenta de marketing del área premium del holding-, está de acuerdo. Y es enfática en sostener que el cambio climático es una discusión mundial y frente a ello "no podemos cerrar los ojos. Todos sabemos que se va a producir a mediados de siglo y que la temperatura aumentará aproximadamente entre 2º C y 4º C. Es un tema muy presente en todo el sector agrícola, pues las alzas de temperatura efectivamente afectarán la producción de los campos. Esto lo hicimos como una toma de conciencia".

Viñedos

-¿Cómo es esa "toma de  conciencia"?

-Nuestro planteamiento como empresa fue: "Sabemos que habrá un alza de temperatura, por ende, identifiquemos aquellos lugares en que -dadas sus características geográficas-, a futuro van a tener una extraordinaria calidad para el cultivo de la vid debido a su clima y suelo". Pero no es que estemos prendiendo una alarma en la empresa. Nuestra estrategia fue desarrollar una propuesta que podría ser interesante para identificar nuevas zonas templadas que van a ser propicias para el cultivo de la vid el día de mañana.

-¿Ésta es una tendencia mundial?

-Nosotros actuamos de manera independiente. A la larga, el cambio climático va a afectar los vinos y por eso nos propusimos identificar dentro de estas riberas cuáles son las zonas donde se produce este mayor frescor. En el 2006, cuando comenzamos a desarrollar un nuevo proyecto de vinos súper premium, comenzó la discusión mundial sobre el cambio climático. Y nosotros también nos preocupamos. Por eso, y como estábamos desarrollando un vino premium cercano a las riberas, nos abocamos a buscar zonas frescas y prepararnos a una eventual alza de temperatura. Es una estrategia que hicimos pensando muy a futuro.

-¿Hay temor en las viñas frente al alza de temperatura?

-A futuro uno debe mirar e identificar estos sectores templados como propicios para el cultivo de la vid y que se vean exentos de cualquier amenaza climática. En Chile somos afortunados porque tenemos condiciones geográficas únicas. En los ríos se producen cuencas hidrográficas que son verdaderos ventiladores de frío y las características de sus suelos son extraordinarias. Tenemos una afluencia aluvial y coluvial que se produce ahí y eso es interesante analizar, es una propuesta nueva y nuestro objetivo es ir identificando zonas para proyectos futuros.

-En Chile, Concha y Toro fue la primera viña nacional que toma esta precaución...

-Sí, en el sentido de decir: "Preocupémonos de este tema que se está hablando en todo el mundo y analicemos las riberas de Chile". Nuestra idea es aprovechar las bondades de las cuencas hidrográficas, que son increíbles. Los vinos de alta calidad están asociados a lugares que tienen mayor frescor. Estamos muy orgullosos de la Serie Riberas, porque la búsqueda de vinos de calidad nos abrió un nuevo escenario que teníamos cero explotado: las riberas.

Guilisasti explica por qué miró al río

Pese a la crisis

La crisis no detuvo a Concha y Toro.  Continuaron con las inversiones de US$ 50 millones contempladas para este año -en los últimos cinco han invertido US$ 273 millones y        US$ 71 millones en 2008-, y lanzaron la Serie Riberas en agosto. Lo vieron como una oportunidad, pese a que el volumen de la categoría premium  ha caído un 4% en la empresa. No dieron marcha atrás.

Es que, según Eduardo Guilisasti, el objetivo de Concha y Toro es potenciar los vinos de calidad. Incluso en medio de una crisis. Eso sí, enfatiza en que la cautela es clave. Pero, a pesar del entorno mundial negativo, en el primer semestre las ventas habían crecido 16,4% -alcanzando los $162.896 millones- y la utilidad neta fue de $21.384 millones, un 21,3% más que en 2008. Buen indicio para lanzar su nuevo producto.

-¿No es muy arriesgado hacer eso en un año complicado económicamente?

-Serie Riberas nace hace unos años atrás, siempre con el objetivo de crecer y potenciar la categoría de vinos súper premium, donde hemos visto una oportunidad. Justamente, por las mayores dificultades que visualizamos en un año de crisis, producto de la contracción del consumo por la desaceleración económica, es que hemos lanzado este vino con mucha cautela y sólo en algunos mercados seleccionados.

-¿En cuáles?

-Se ha elegido como mercados "piloto" a Chile, Perú, Brasil y Corea. En particular, es interesante señalar que en nuestro mercado nacional hemos visto una tendencia creciente en el consumo de vinos premium y superiores, incluso en estos primeros seis meses del año, lo que responde también a un trabajo muy enfocado y dirigido que ha estado realizando la compañía en este segmento. Creemos que Gran Reserva Serie Riberas tendrá una favorable recepción en estos mercados.

Isabel Guilisasti, por su parte, refuerza que el lanzamiento de su nuevo premium era una oportunidad en los momentos de crisis: "Cuando nadie está pensando en lanzar proyectos, cuando hay una crisis financiera que golpeó bastante duro al mercado, donde también el segmento de los vinos premium y superiores se vio más afectado que el de precio más bajo, lanzar un proyecto así es importante".

El punto de quiebre

En 1988, Concha y Toro tenían 579 hectáreas plantadas. Una década después subieron a 3.770. Y en 2009 alcanzaron las siete mil, de las cuales 3.400 están orientadas a la producción de vinos premium y superiores. Partieron sus cosechas en el Maipo y Rapel y hoy sus viñedos están diversificados en Limarí, Casablanca, Maipo, Colchagua, Cachapoal, Curicó y Maule. La clave ha estado en la innovación. "Pudimos haber sido una empresa más pasiva que se dedicó a comercializar vinos, pero siempre Concha y Toro tuvo el espíritu de innovar y sorprender", sostiene Isabel Guilisasti.

"No podemos cerrar los ojos. Todos sabemos que el cambio climático se va a producir a mediados de siglo y que la temperatura aumentará entre 2º C y 4º C. Es un tema muy presente en todo el sector agrícola. Serie Riberas es una toma de conciencia", enfatiza Isabel Guilisasti.

-¿Y cómo con este crecimiento han logrado potenciar a Chile en el mundo y lograr que sea reconocido como un país vitivinícola?

-Cuando salimos al mundo a vender nuestros vinos, o presentar un nuevo proyecto enológico, lo que hacemos es decir: "Chile tiene estas características, con este suelo, esta geografía, estos ríos". El tema de la geografía es fundamental en todo esto. Cuando tú hablas de un vino, hablas del país y, en el fondo, lo que haces es vender Chile. Con Riberas se abre una nueva manera de hablar de Chile.

- En 1989, con Don Melchor, Concha y Toro hace un giro y opta por la elaboración de vinos de calidad. ¿Cómo nace ese enfoque?

-Nos dimos cuenta que el consumidor a nivel internacional había cambiado. Se había convertido en un consumidor más sofisticado, sabía más de orígenes y variedades. Por lo tanto, para poder competir en este mundo, Chile tenía que producir vinos de calidad. Chile tiene una vocación exportadora por naturaleza, y a nosotros los mercados externos sí nos importan. Entonces para estar en las grandes ligas, optamos por producir lo mejor de lo mejor.

-Usted ha dicho que Serie Riberas es un punto de quiebre para Concha y Toro. ¿A qué se refiere?

-Consideramos que es un proyecto muy interesante como país y yo lo asocio con Don Melchor porque cuando lo lanzamos fue el primer vino dentro de la industria que decide competir en las grandes ligas internacionales. Yo considero que Riberas también abre un nuevo escenario en la búsqueda de estos viñedos donde podríamos tener alta calidad asociada a frescor.

-El objetivo de Don Melchor era posicionar a Chile como productor de vinos premium. Con Amelia, posicionar el valle de Casablanca. Con Carmín de Peumo, ubicar  al carmenère entre los grandes cepajes tintos. Además del frescor, ¿qué buscan con Serie Riberas?

-Ofrecer un vino de calidad a un precio accesible ($ 6.900 precio retail) y a un volumen importante: aparecimos con 23.500 cajas y la idea es triplicarlas en la próxima cosecha. Además, Serie Riberas busca potenciar la diferenciación geográfica que tiene Chile en cuanto a climas y suelos. La geografía que tenemos, tan marcada, con dos cordilleras, con esa cantidad de ríos impresionante y con la riqueza que nos ofrece el mar, nos otorgan una condición única. La verdad es que ésta es una serie irrepetible en el mundo. El efecto moderador de temperaturas no existe sino es en Chile. Y eso hay que explotarlo.

La mirada técnica

Fernando Santibáñez es experto en cambio climático, doctor en Bioclimatología y vicedecano de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile. Según él, en los campos chilenos ya se están sintiendo los primeros síntomas de este fenómeno, que preocupa al mundo. "Las precipitaciones han disminuido, pero se han tornado intensas, hay una disminución de las temperaturas máximas en la franja costera, un aumento de las temperaturas mínimas en las zonas interiores y han disminuido las horas de frío invernal en el norte del país", advierte.

En todo este tiempo, Santibáñez ha asesorado a Concha y Toro en la elaboración de Riberas. Y coincide en que los corredores ribereños "son los que mejor se defenderán del cambio climático, porque mantendrán un clima más fresco que el entorno, sin perder las condiciones de luminosidad diurna". Según él, se debe a dos características de estos lugares. Primero, la brisa marina que entra al valle y suaviza las temperaturas durante el día. Y, segundo, porque al ser terrenos bajos, actúan en las noches como zonas de acumulación de aire fresco. "Por eso las uvas de Riberas maduran lentamente, otorgándoles a los vinos un amplio perfil aromático con notas de lima, pera, manzana, grosella, arándano, ciruela, e incluso cacao, especias y arcilla".

Una opinión similar tienen los tres enólogos de la Serie Riberas. Marcio Ramírez -a cargo del carmenère de Cachapoal y el cabernet sauvignon del Tinguiririca- asegura que la ventaja de las riberas hidrográficas es que "se convertirán en refugios vitivinícolas, pues ejercen una influencia moderadora de temperaturas. Anulan los aumentos de temperatura y permiten una maduración lenta de las uvas para obtener vinos de calidad". Mario Miranda -a cargo del sauvignon blanc de Rapel y el chardonnay de Itata- explica que Riberas logra "doblarle la mano" al efecto principal del cambio climático: la temprana madurez de las uvas. Héctor Urzúa -a cargo de la zona del Maule e Itata- asegura que mirar al río es una forma de escapar del "calentamiento en los campos, que es un problema serio".

Relacionados