El ranking de donaciones es un buen indicador. Dentro de las cuatro universidades que más dinero privado reciben en Chile, una pertenece al Opus Dei -De los Andes- y otra a los jesuitas -Alberto Hurtado-. Esta última pasó de captar $264 millones en 1998 a $2.361 el 2008. La de la Prelatura acopió el año pasado $4.700 millones.
Éste es parte del patrimonio que manejan los distintos movimientos y órdenes en Chile. Otrora millonarios en tierras y herencias, hoy la educación se ha convertido en un área clave de influencia y, por ende, esencial en el balance de poder y monetario. A diferencia de algunas décadas atrás, cuando los empresarios donaban bienes o terrenos a la Iglesia y sus diócesis, ahora lo hacen, mayoritariamente, con nombre y apellido, sobre todo a aquellas corrientes con las que más se sienten identificados.
Esto -como explica un sacerdote diocesano- va a la par de la irrupción, durante los últimos 30 años, de fundaciones y obras sociales que permiten demostrar concretamente hacia dónde van a parar los apoyos financieros recibidos. "Hoy, a la gente le gusta reflejarse en las obras", dice.
Dos casos concretos: en 2007 Luis Enrique Yarur realizó un aporte personal a la Universidad de los Andes por $693 millones. Ese mismo año, la familia Hurtado Berger donó a la Universidad Alberto Hurtado una manzana completa -en la esquina de Alameda con Almirante Barroso- para la expansión de esa casa de estudios.
Qué Pasa investigó cómo manejan su patrimonio la Compañía de Jesús, La Legión de Cristo, el Opus Dei y el movimiento Schoenstatt.
Montes, el cerebro financiero
Fernando Montes
Cuando en 1859 el vapor Prince of Wales se hundió en las cercanías de Ancud, los tres jesuitas que venían en él - destinados desde Alemania a su nuevo lugar de misión, Puerto Montt- lo perdieron todo. A duras penas comenzaron con lo puesto en ese, entonces desolado, paraje del sur del mundo. A 150 años de la tragedia, aunque los jesuitas en Chile no poseen los cientos de hectáreas productivas que llegaron a tener, mantienen una validada presencia como congregación en Chile.
El representante legal y "ecónomo" -quien vela por las finanzas de la congregación en Chile- es el sacerdote Fernando Montes, quien también es rector de la UAH. "Es un extraordinario negociador". Así lo grafica otro jesuita para justificar por qué Montes lleva en ese cargo, designado por el provincial de la Compañía, más de 10 años.
El religioso decidió apoyarse en privados para buscar la mejor rentabilidad a sus "escasos recursos", como él define el patrimonio de la orden. En la Compañía no revelan ni dejan entrever los montos de los tres fondos que manejan: para la vejez de los sacerdotes, para estudios y para apoyar las obras apostólicas que mantienen bajo su alero.
Parte de los recursos de la Compañía de Jesús son administrados por una oficina del Banco Santander en Miami, que asesora a distintas congregaciones en América Latina. Otra parte se maneja en Chile. Para ello, Fernando Montes se apoya en 4 empresarios, todos ignacianos.
Parte de los recursos son administrados por una oficina del Banco Santander en Miami, que asesora a distintas congregaciones en América Latina. Otra parte se maneja en Chile. Para ello, Montes se apoya en 4 empresarios, todos ignacianos. Fueron reclutados por el propio sacerdote y se reúnen al menos una vez al mes. Se trata de José Cox Donoso -ex presidente de la Bolsa Electrónica, administrador de fondos de inversión y muy cercano a Sebastián Piñera-; Raimundo Valenzuela Lang, socio de Moneda Asset Management; Mario Valdivia Bernstein, socio de la salmonera Multiexport Foods y fundador de Iron Mountain Chile y Excel Chile; y Arturo Ureta.
Montes, además, cuenta con un petit comité. Ahí toman las decisiones de inversión de más largo plazo. Lo conforman dos empresarios, ignacianos también: Hugo Yaconi Merino y Diego Vidal Sánchez. Ambos juegan también un rol preponderante en Invica, la cooperativa para la vivienda que creó el cardenal Raúl Silva Henríquez con el fin de mejorar el acceso a la vivienda de los más pobres.
Yaconi -ligado al negocio gasífero y a las artes de la mano de la familia Santa Cruz- recibió el premio Ignaciano 2008, otorgado por los ex alumnos de la congregación. Según cercanos a los jesuitas, tiene una estrecha relación con Montes y presta asesoría desde hace años a la orden.
La Compañía de Jesús convive con dos regímenes completamente separados: uno para las 21 comunidades jesuitas que existen a lo largo de Chile y otro para sus obras apostólicas. Tanta es la separación que, por ejemplo, en la casa en que viven algunos sacerdotes en el Colegio San Ignacio El Bosque, tienen los medidores de luz y agua separados de los del plantel. Cada mes, la comunidad de religiosos debe pagar sus cuentas al encargado de finanzas del establecimiento.
Así de independientes son también las distintas obras apostólicas, pues si bien el "gobierno central" posee un fondo especial para apoyarlas, entre éstas no se traspasan ni dineros ni aportes ni donaciones. A dicho fondo se postula a través de proyectos con fuerte énfasis en lo social.
Colegio San Ignacio
Un caso concreto es la revista Mensaje, fundada por San Alberto Hurtado. Lleva 58 años. Su director, Antonio Delfau S.J., cuenta que deben autofinanciarse a través de la publicidad y las suscripciones. Para aumentar los ingresos, el sacerdote creó una editorial que produce libros, calendarios, agendas y otras revistas. Con eso logra mantener los números en equilibrio.
Cada obra de la Compañía tiene su propio directorio con personeros del mundo privado que ayudan a levantar dinero. En el directorio del Hogar de Cristo conviven, por ejemplo, el abogado Jorge Carey con el empresario Cirilo Córdoba -ligado a Sigdo Koppers- y José Musalem Sarquis, el fundador de Moneda Asset Management. Y en Un Techo para Chile, están Felipe Lamarca -ex presidente de la Sofofa- y el empresario inmobiliario Fernando Echeverría, entre otros.
Son esos directorios los responsables de que las cuentas calcen y los dineros existan para hacer frente a sus misiones. Como ecónomo, Montes da vueltas, al menos una vez al año, por cada una de estas fundaciones para interiorizarse de sus finanzas. Y el fondo que maneja para obras apostólicas se destina sólo a cubrir los distintos déficits que puedan enfrentar. Hoy su preocupación no está en los colegios ni en el Hogar de Cristo -600 mil socios- ni en el Techo para Chile, que tienen su propio directorio y su maquinaria para captar recursos, sino que en Infocap -mil alumnos- y la propia Universidad -cinco mil estudiantes- donde en un año de crisis la morosidad y la repactación de pagos están a la orden del día.
¿Cómo administran su patrimonio los jesuitas, los Legionarios, Opus Dei y Schoenstatt?
O'Reilly levanta recursos
John O'Reilly
El sacerdote mexicano Luis González es quien se ocupa de las finanzas de la congregación Legionarios de Cristo en Chile. La orden llegó a Chile en 1980, cuando el entonces cardenal Raúl Silva Henríquez aprobó su ingreso al país a cambio de que asumieran la dirección del entonces alicaído colegio Instituto Zambrano.
"Un sacerdote vela por la administración y el funcionamiento de todas las obras de Chile, apoyando a los directores y administradores de cada institución para hacer más eficiente el uso de los recursos con economías de escala y trabajo en equipo", dice el sacerdote Alfredo Márquez, rector del Colegio Cumbres, fundado por la orden en 1986.
En los Legionarios cada obra tiene su propio equipo directivo, pero "se promueven las acciones de sinergia y trabajo en equipo para aprovechar el personal y los recursos", agrega Márquez.
Todas las solicitudes de donaciones para las distintas obras son coordinadas desde el "gobierno central", donde el sacerdote Luis González se encarga de las finanzas y el padre John O'Reilly se concentra en "levantar" recursos.
Claro que, como cuenta un empresario cercano a los Legionarios, durante los últimos dos años no ha habido mucho trabajo en ese sentido. El fuerte golpe que ha vivido la congregación tras conocerse las acusaciones en contra de su padre fundador, Marcel Maciel, los ha tenido concentrados en salir de esta crisis. Un dato concreto: hoy la Universidad Finis Terrae -ligada desde 1999 a la Legión- se financia 90% por matrículas y sólo 10% por donaciones. Cuestión que, como admite un conocedor de esa casa de estudios, debe necesariamente cambiar a partir de ahora, con la llegada del nuevo rector, Nicolás Cubillos.
Colegio Everest
Los Legionarios cuentan con la asesoría de expertos laicos en cada una de las áreas en que trabajan en Chile: educacional, financiera, legal e inmobiliaria, entre otras. Entre sus colaboradores figuran el abogado Fernando Barros; Patricia Matte; el gerente general de Empresas CMPC, Arturo Mackenna; los empresarios Nicolás Ibáñez, Juan Obach, Sergio Cardone y Rodrigo Pérez Mackenna.
"Tenemos muchos laicos que conforman un comité de apoyo y asesoría en las decisiones importantes del gobierno de nuestras obras y de la administración responsable y eficiente de los recursos materiales, pues somos conscientes de que éstos son escasos y las necesidades de la sociedad son abundantes", dice el sacerdote legionario Alfredo Arteaga, director del Colegio Cumbres.
Los Legionarios no precisan el patrimonio que ya alcanzan en Chile. Argumentan que se trata de obras -como los colegios y la universidad- obtenidas en buena parte con préstamos bancarios y que cada una está pagando sus dividendos. Por lo mismo, la congregación no tiene patrimonio para su propia manutención, sino que depende, señalan, de los donativos.
Hoy cuentan en Chile con 25 sacerdotes. No hay detalles exactos sobre el número de seguidores, pero un dato permite deducir: en sus colegios -Cumbres, Everest, Highlands, San Isidro, Los Maitenes y La Cruz- la comunidad de familias alcanza las 10 mil y los alumnos casi 15 mil.
Los amigos del Opus
La Prelatura del Opus Dei, que en estricto rigor no es una congregación, sino que una diócesis personal de la Iglesia Católica, no tiene ni la antigua figura del albacea ni la de un ecónomo.
San Josemaría Escrivá de Balaguer, su fundador, estableció que "la Obra no sería propietaria de bienes, pues su misión es estrictamente espiritual. Todos los bienes que se usan para los apostolados son propiedad de fundaciones, asociaciones y personas, que los ponen a disposición de los apostolados, para ese fin", explican desde la Prelatura.
Las donaciones que recibe la Prelatura van directamente a las obras y no pasan por una persona en particular del Opus Dei. Un miembro del movimiento alaba el sistema descentralizado: "No fomenta el estatismo: cada uno tiene que rascarse con sus propias uñas. Eso obliga a estar activos en la captación de recursos y a administrar eficientemente lo que ya tenemos".
Por eso, el Opus Dei, como tal, sólo vela por los aspectos espirituales y la formación doctrinal y moral que se imparte en las labores educativas y asistenciales que promueve: colegios, clínicas, universidades, centros de formación, entre otros.
Es así como las donaciones que reciben, por ejemplo, van directamente a las obras y no pasan por una persona en particular del Opus Dei. Para ser más gráficos, los $ 4.700 millones que fueron donados a la Universidad de los Andes en 2008 llegaron directamente a esas aulas y no tuvieron que pasar por ninguna visación del vicario regional, el padre Sergio Boetsch.
Un miembro del Opus alaba el sistema descentralizado. "No fomenta el estatismo: cada uno tiene que rascarse con sus propias uñas. Eso obliga a estar activos en la captación de recursos y a administrar eficientemente lo que ya tenemos", dice.
Y en ese mismo contexto, cada colegio, universidad o fundación que poseen en Chile tiene sus propios directivos y asesores.
"Hay muchas personas que prestan su colaboración asesorando en asuntos jurídicos, económicos y también buscando donaciones", admiten desde la Prelatura. Entre ellos, se cuentan Eduardo Fernández León, Gonzalo Ibáñez Langlois, la familia Gianoli, Ronald Bown, Canio Corbo, Juan Pablo Correa, Rafael Valdés Guilisasti y Manuel José Vial.
¿Cómo administran su patrimonio los jesuitas, los Legionarios, Opus Dei y Schoenstatt?
El Opus Dei tiene diseñada una figura que le ha dado buenos frutos a la hora de captar recursos: las asociaciones de amigos. Cada apostolado tiene una. La de la Universidad de los Andes es presidida por el empresario agrícola Juan Ruiz-Tagle Irarrázabal. Tiene más de mil socios que aportan alrededor de 20 mil UF al año para becas y más de $ 100 millones para investigación. Ahora, por ejemplo, están embarcados en el proyecto de levantar una clínica con 100 camas en los terrenos que tienen al lado sur del campus San Carlos de Apoquindo.
La universidad es una gran destinataria de recursos para la Obra. El 2008, La Tercera realizó un ranking con los 15 mayores benefactores de la Ues chilenas: ocho aportaban a De los Andes. De hecho, en segundo lugar -detras de la gigante BHP Billiton- aparecía Elina Gianoli, uruguaya, accionista de Molymet y numeraria, cuyo dinero va completamente al plantel del Opus Dei.
En Chile, el movimiento tiene 40 sacerdotes -a quienes la Prelatura debe proveer de todo lo necesario para vivir- y cerca de 3 mil miembros laicos. Cuenta con cinco colegios en el sector oriente de Santiago -Tabancura, Cordillera, Los Andes, Los Alerces y Huelén- más otros tres planteles en la V Región y Concepción.
Schoenstatt y el catastro económico
Schoenstatt llegó a Chile en la década del 30, pero su verdadera consolidación fue a fines de los 60. Es el único de los cuatro movimientos recogidos por Qué Pasa que no ha incursionado en el tema universitario. Un cercano asegura que no es por ahí donde ellos, por ahora, pretenden continuar con la obra de su fundador alemán, el padre José Kentenich.
Es uno de los movimientos más "federados" de la Iglesia, pues si bien sus obras adhieren a la misma filosofía marianista, pertenecen a movimientos distintos. Es más: se asumen como una "corriente de ideas" más que una organización. De esta forma, los Padres de Schoenstatt, por ejemplo, funcionan de manera completamente autónoma de las Hermanas de Schoenstatt y de los colegios y de los santuarios. Sólo se prestan asesoría espiritual.
Colegios Monte Tabor y Nazaret
Cada uno de ellos tiene un ecónomo o figura de su propia estructura que se preocupa de manejar los recursos. Por estos días, los Padres de Schoenstatt están terminando un catastro para determinar qué y cuánto tienen en realidad en Chile: propiedades, bienes muebles e inmuebles. Dicho trabajo fue encargado al abogado Francisco Araya.
El ecónomo de los Padres de Schoenstatt, el sacerdote Claudio Martínez, asumió el cargo a nivel mundial. Así que hasta fines de año, cuando se espera que nombren a su sucesor en Chile, ha cumplido esa labor el laico Renato Yuraszeck -primo del empresario José Yuraszeck-, quien tras jubilar les dedica algunas horas a la semana a las cuentas de los sacerdotes.
En este estado federado en que operan, la Fundación María Ayuda, la gran obra del fallecido sacerdote del Instituto de los Padres de Schoenstatt, Hernán Alessandri, sólo tiene un representante del movimiento en su directorio: el sacerdote Francisco Pereira Ochagavía. La gestión económica y administrativa es totalmente autónoma. En este directorio conviven el empresario inmobiliario Ignacio de Iruarrizaga, Óscar Brahm Gil y el viñatero Aurelio Montes del Campo. Tienen 150 empleados y casi 40 mil socios.
El movimiento posee 21 santuarios en Chile; 5 colegios -Monte Tabor, Nazareth, San Miguel Arcángel, Mariano y Sagrada Familia de Viña del Mar- que aglutinan a más de 5 mil alumnos; una editorial -Nueva Patris-; y escuelas y jardines infantiles.