El economista David Bravo puede explicar cualquier realidad a partir de datos. Las estadísticas siempre fueron lo suyo. Tras egresar como Ingeniero Comercial de la Universidad Católica partió a Harvard, desde donde regresó en 1998 con un doctorado en Economía bajo el brazo. Su incorporación a la unidad de encuestas de la Universidad de Chile fue algo casi natural. En esos años su solitario interés por los datos, por la evidencia empírica y por la evaluación de impacto -que a fines de la década de los 90 no tenían ningún eco en las esferas políticas y económicas del país-, era mirado con extrañeza. Mientras la mayoría de los economistas estaban preocupados por datos macro, como la inflación, el desempleo y otras cifras agregadas de la economía, lo de Bravo era lo micro. El dato mínimo, la cifra clave.
Por eso, el pasado 12 de agosto, cuando el ministro de Hacienda inauguraba la nueva unidad de evaluación de políticas públicas de la Dirección de Presupuesto (Dipres), a Bravo le sonreía la cara. Era el mismo discurso que él había repetido en varias oportunidades mientras golpeaba las puertas de los ministerios en busca de recursos. Su proyecto era crear ni más ni menos que un centro de datos, lo que se transformaría en el Centro de Microdatos (CMD), un departamento compuesto por 14 investigadores, encabezados por el doctor de Harvard, cuyo objetivo es aportar conocimiento en el ámbito socioeconómico a través de la aplicación de encuestas, la producción y el análisis de microdatos.
Hoy el CMD es reconocido como uno de los centros más prolíficos en investigaciones socioeconómicas del país. Sus encuestas destacan como uno de los principales proveedores de estadísticas y en sus computadores se almacenan cifras clave para analizar nuevas políticas públicas. Compite, de hecho, con organismos como el Instituto Nacional de Estadísticas y con mediciones como el Censo, a la hora de aportar información sobre cómo viven los chilenos.
Con los años, su influencia en los distintos ministerios se ha tornado cada vez mayor. Un dato de muestra: fue en parte gracias a la información que maneja el CMD que se echó a andar la reforma previsional. El 80% de los datos que se utilizaron en la Comisión Marcel para diseñar el nuevo sistema de pensiones salió del piso 16 del edificio de Diagonal Paraguay, donde opera el centro. Y su aporte fue decisivo. Hasta antes de que ellos mostraran sus cifras, el sistema operaba en base al supuesto de que las personas cotizaban por el 80% de su vida laboral. El CMD derribó esa hipótesis y demostró una realidad bastante más fuerte: el promedio de las personas cotiza por el 50% de su vida laboral. Un dato que fue clave para diseñar la pensión básica solidaria.
Actualmente, el CMD aplica diferentes tipos de encuestas. La más importante es la Encuesta de Protección Social, que se aplica a un universo de 20.000 personas, cada dos años desde el 2002. Bravo destaca que "más que sacar una foto de la situación social en determinado momento", realiza un seguimiento a un grupo de individuos en el tiempo. Así, a través de sus cambios de hábitos sacan conclusiones de cómo los afectan las diferentes políticas públicas y los fenómenos sociales.
El Sponsor de un Nobel
Las redes del CMD en el mundo son amplias. Trabajan con los economistas de las universidades más reputadas del globo en diferentes áreas de la economía. Pero su gurú por excelencia y el inspirador del proyecto es el profesor de la Universidad de Chicago y Premio Nobel, James Heckman. Bravo conoció a Heckman en 1999 en un encuentro de economistas. El académico estadounidense quedó impresionado por el trabajo que se estaba realizando en Chile en el área de la microeconomía y se interesó en conocer más. A su juicio, Chile era un laboratorio de políticas que había sido poco explotado desde el punto de vista de la investigación. El economista chileno se reunió con él en su oficina de Chicago y Heckman le entregó su apoyo para partir con el centro. Con el Nobel como carta de presentación no fue difícil conseguir el financiamiento para dar el vamos al CMD.
Los fondos no son un tema menor. Sólo la Encuesta de Protección Social cuesta casi un millón de dólares.
La relación de Heckmann y Bravo se mantuvo. De hecho, fue el director del CMD quien ofició de anfitrión del Nobel en su visita a Chile, en agosto pasado. En esa oportunidad el académico norteamericano se declaró "orgulloso de formar parte de la iniciativa y del aporte de los datos en las políticas sociales implementadas en Chile".
Guardianes de las políticas públicas
Más que recopilar datos, el objetivo final del CMD es que éstos puedan ser aplicados. De ahí que las políticas públicas que se impulsan en Chile sean el blanco predilecto y que la evaluación de programas sociales esté en el corazón de su actividad.
Hasta ahora, sus investigaciones han tenido eco. Un ejemplo es que a diferencia de otras crisis económicas, en esta oportunidad el gobierno no hizo especial énfasis en los programas de empleo público. ¿La razón? Una investigación impulsada por David Bravo y Patricia Medrano en 2004 comprobó que los planes de empleo con apoyo fiscal tendían a ser negativos y a favorecer la corrupción.
La evaluación de las políticas sociales permite, además, aplicar los programas exitosos en otros contextos o países. Chile, por ejemplo, tiene los menores niveles de desnutrición infantil de Latinoamérica. Menos del 1% de los niños en Chile son desnutridos, lo que contrasta con la situación de países como Ecuador, Perú o Paraguay, donde los indicadores llegan hasta 25%. Pero como las políticas chilenas de salud nunca se evaluaron, hoy no es posible conocer a ciencia cierta qué explica esta realidad, lo que impide exportar el modelo chileno a otras naciones.