Por María José López Noviembre 14, 2009

Capítulo I: La donación

"He depositado hoy día en National Citibank New York US$ 500 mil en oro americano por cuenta de su excelencia Carlos Ibáñez del Campo, Presidente de  la República de Chile (…) para llevar a la práctica el plan que el presidente adopte con fines educacionales en la ciencia aeronáutica". El telegrama que firma Daniel Guggenheim I- que luego se transformaría en ley- hoy está celosamente guardado en las bodegas del Archivo Nacional, en el centro de Santiago.

Las palabras de Guggenheim -hijo del fundador y patriarca del famoso clan filántropo- eran claras: con su donativo la familia quería beneficiar "al pueblo chileno, ayudándolos a promocionar la educación y el estudio de la aviación".

Corría el año 1928. Con el dinero de Guggenheim, el presidente Ibáñez construyó un aeropuerto en una propiedad de 245 hectáreas al poniente de la capital  y compró un par de aeronaves.  Nacía así el aeropuerto de Cerrillos.

Pasarían casi ocho décadas cuando un acto que algunos atribuyen a un "descuido" y otros a segundas intenciones, convirtió el donativo en una áspera disputa: la venta -"inconsulta", advierten en el entorno de la familia estadounidense- de casi 200 hectáreas adquiridas con la donación de 1928.

La relación de los Guggenheim con Chile, que incluía importantes activos mineros -en 1912 compraron Chuquicamata y la vendieron una década más tarde-, se deterioró hasta volverse inexistente. Ésta es la historia de un quiebre que podría costarle al Fisco cientos de millones de dólares.

II: La decisión de ravinet

Cerrillos

La relación entre el clan surgido en EE.UU. y Chile marchó sin complicaciones hasta febrero de 2006. Ese mes el ministro de Vivienda del gobierno de Ricardo Lagos, Jaime Ravinet, diseñó Ciudad Parque Bicentenario, un proyecto estatal de 50 hectáreas. Para ello tomó entonces una decisión que está en el corazón de esta controversia: las 195 hectáreas restantes del paño se pondrían a la venta o se traspasarían a terceros, como finalmente ocurrió.

¿La razón? "El aeropuerto de Cerrillos estaba siendo utilizado sólo por privados y ninguna línea aérea operaba ahí. Lo mejor para la comuna era eliminarlo y cambiar el uso de suelo para así poder desarrollar proyectos inmobiliarios en esa zona y en los terrenos aledaños. Eso le entrega plusvalía al sector", asegura Jaime Ravinet.

Según explican los abogados ligados al caso, el gobierno traspasó el terreno al Serviu, entidad que quedó a cargo de la venta de los paños. Por su parte, el Ministerio de Vivienda se convirtió en el responsable del desarrollo y gestión del parque.

"Le propusimos al gobierno mantener la construcción de su parque, pero le pedimos que con el dinero de la venta de las 195 hectáreas restantes -unos US$ 300 millones de acuerdo al valor de ese paño en el mercado- creáramos una fundación público-privada", dice Michael Grasty, abogado del clan.

Las fuentes ligadas al conflicto contradicen a Ravinet y dicen que "no se entiende" el porqué de esta "expropiación" de terreno, pues aseguran que Cerrillos era un lugar idóneo para un aeropuerto, y que, por otro lado, hay cientos de otros enclaves que pudieron utilizarse para la creación de un parque. Además, esgrimen, con las 50 hectáreas alcanza de sobra para el Parque Bicentenario. Agregan que este proyecto estuvo "botado" por muchos años pues el parque debió ponerse en marcha en 2006 -cuando se cerró el aeropuerto- y que hoy, tres años después, aún no hay nada listo.

"No se entiende cuál fue la urgencia de cerrar el aeropuerto. En ese minuto dijeron que el parque se construiría de inmediato. Sin embargo, hoy no hay nada", dice un abogado.

Los Guggenheim contra el Estado chileno

III: La demanda

En marzo pasado, el abogado Michael Grasty recibió una invitación a jugar golf con el norteamericano Peter Lawson Johnston -nieto de Solomon Guggenheim- y su hijo Peter Lawson Johnston II.  El convite era para jugar en el Seminole Golf Club, una de las 20 mejores canchas del mundo, ubicada en Palm Beach (Florida). Si bien el panorama no resultó como pensaban -la lluvia lo aguó-, el motivo de la reunión valió la pena. Los Guggenheim había convocado al profesional chileno para una misión clave: retomar el caso de su tío abuelo, Daniel Guggenheim I, el mismo que donó los US$ 500 mil al Estado chileno.

Para los Guggenheim -ligados a la cadena de museos de Bilbao, Venecia, Berlín, Manhattan y Las Vegas-, Chile no respetó el fin que exigía su donación: que el oro se invirtiera en el desarrollo de la educación y de la ciencia aeronáutica.

Peter Lawson Johnston, junto a Daniel Guggenheim III, solicitaron a Grasty idear un nuevo plan que pusiera fin al conflicto. La estrategia tuvo su primera prueba en una reunión con autoridades nacionales.

"Le propusimos al gobierno mantener la construcción de su parque, pero le pedimos que con el dinero de la venta de las 195 hectáreas restantes -unos US$ 300 millones de acuerdo al valor de ese paño en el mercado- creáramos una fundación público-privada", dice Grasty a Qué Pasa.

Con dichos recursos se formaría una especie de Fundación Chile. La gracia de esta institución, agrega Grasty, es que sería parte del círculo Guggenheim, "lo que nos permitiría, entre otras cosas, tener su representación aquí, promover el arte, mandar artistas chilenos a Nueva York, patrocinar a estudiantes de arte".

El abogado de Grasty, Quintana, Majlis y Asociados sostuvo reuniones con el fiscal del Ministerio de Economía, Eduardo Escalona; con la abogada del Minvu Silvana Airola; y con el jefe de gabinete de Edmundo Pérez Yoma, Carlos Mladinic. A los tres les propuso su idea.

Daniel Guggenheim III por primera vez decide referirse al tema. "Tenemos mucha confianza en nuestros vínculos con Chile. Nos gustaría convertir este conflicto en una oportunidad para restablecer la relación de colaboración con este maravilloso país, que una vez enamoró a mi familia", dice.

Todos fueron contactados por Qué Pasa. Mladinic y Airola dicen que el tema está en manos del Ministerio de Economía, órgano encargado de supervisar el destino de las donaciones. Escalona precisa que Grasty "expresó algunas ideas que él propondría a la Fundación Guggenheim, pero no me corresponde darlas a conocer". Según el funcionario de Economía, luego de la reunión no han tenido otro contacto.

IV: La ciudad de la furia

Para poder poner en marcha la construcción del área verde de 50 hectáreas en donde se emplazará el parque, hubo que cambiar el uso de suelo a todo el paño. Es decir, que dejara de tener uso de aeropuerto y mutara a habitacional y de equipamiento. Para ello, a fines de 2006 el gobierno pidió a la Conama que realizara un estudio de impacto ambiental que autorizara ese procedimiento.

Apenas se enteraron, la Fundación Guggenheim hizo lo posible para frenar la iniciativa del parque. Dijeron que ese no era el fin de su donación y que el patriarca del grupo no pensó jamás en un negocio inmobiliario. Durante más de tres años el abogado Carlos Urenda -quien entonces los representaba- intentó llegar a un acuerdo con el gobierno. Las negociaciones nunca llegaron a puerto y Urenda, de a poco, se distanció del caso.

Cerrillos

"Al final Urenda quiso llevar el tema a tribunales, pero la Fundación Guggenheim se oponía a demandar a Chile", comenta un abogado.

Grasty asegura que no ha recibido muestras de interés de parte de las autoridades. "Es lamentable. Esta propuesta beneficia a todas las partes. Sería un verdadero win-win", explica. Advierte que de no llegar a acuerdo, la fundación, muy a regañadientes, tendrá finalmente que demandar.

Daniel Guggenheim III por primera vez decide referirse al tema. "Tenemos mucha confianza en nuestros vínculos históricos con Chile y nos gustaría convertir este escenario conflictivo en una oportunidad para restablecer la relación de colaboración con este maravilloso país, el cual una vez enamoró a mi familia", dice a Qué Pasa.

Entretanto, el gobierno sigue con sus planes. La ex ministra Adriana Delpiano, directora ejecutiva de la Ciudad Parque Bicentenario, asegura que el proyecto se encuentra "totalmente en desarrollo", que hasta la fecha se han invertido US$ 20 millones -en total la inversión pública será de US$ 100 millones- y que su ejecución está diseñada para un período de veinte años. Es más, dice que dentro de un mes se terminarán las obras  y que la apertura definitiva del recinto será en el primer semestre de 2010. Y con el objetivo de mostrar el sitio al público, en octubre pasado se realizaron ahí una serie de actividades culturales, deportivas y recreativas.

Según explica Delpiano, en el resto de las hectáreas del ex aeropuerto "se construirán conjuntos habitacionales de casas y edificios, de los cuales un 20% serán viviendas sociales". La idea, dice, es albergar en un plazo de 20 años a unos 60 mil habitantes. Como primicia, la directora del Parque Bicentenario cuenta que el holding Cencosud compró un terreno de 15 mil metros cuadrados - a 4,5 UF el m2- para construir un supermercado ahí.

Los Guggenheim contra el Estado chileno

V: Aliados inesperados

Los millonarios norteamericanos no son los únicos que las emprendieron contra el gobierno de Chile.

En 2004, apenas se empezó a hablar de esta posible clausura de Cerrillos, la molestia de los aviadores y clubes aéreos nacionales no tardó en manifestarse. El primero en disparar fue el abogado y presidente de la Asociación de Operadores y Pilotos de Aeronaves de Chile (AOPA), Guillermo Carey (del estudio Carey y Allende). Según cuenta, en 2005 los representantes de la Fundación Guggenheim lo llamaron para pedirle su opinión sobre lo que estaba pasando con Cerrillos. "Mi padre fue muy amigo de Daniel Guggenheim I -recuerda- y por eso me contactaron". Carey afirma que lo que el clan quería es que se respetara el legado que ellos dejaron para la aviación, "porque se lo estaban manoseando y no entendían por qué. Me pidieron que les recomendara qué hacer", asegura.

La idea del jurista fue mantener una pista en el entonces aeropuerto de Cerrillos y crear ahí un parque ecológico. Cuenta que se reunió con Ravinet y con otras autoridades del gobierno para plantearles su "solución". Pero no tuvo éxito. La idea del parque ya estaba tomada.

Cerrillos

Otro que intentó llegar a acuerdo con el gobierno fue Julio Subercaseaux, presidente de la Federación Aérea de Chile (Federach). En 2004 coordinó una reunión en Chile con Oscar Straus, presidente mundial de la Fundación Guggenheim, y con Carlos Urenda, entonces abogado de los millonarios estadounidenses. Esa vez, insistieron en realizar un proyecto que combinara lo que ambas partes querían: aeropuerto con parque. Pero otra vez fue imposible llegar a acuerdo con las autoridades de la época. Frente a esto, Jaime Ravinet -quien estuvo en las negociaciones- dice que "teníamos todo el derecho a desarrollar el parque pues el señor Guggenheim donó el dinero con un objetivo no eterno. Es decir, desde el punto estrictamente legal sólo hay un telegrama de él y ninguna condición modal. Le pedí al CDE un informe sobre la donación, que asegura que no hay condición en dicho regalo".

El conflicto llegó a tribunales. En noviembre de 2006 la Federach interpuso dos demandas contra quienes, a su juicio, permitieron el cierre de Cerrillos: la Conama -por aprobar el cambio de uso de suelo-, y el Fisco, por no cumplir con la donación de los Guggenheim. Ambas fueron ganadas en primera instancia.

En abril de 2007, los pilotos realizaron otra demanda. Según Miguel Depolo, abogado de la Federación, esta demanda exige la nulidad de la transferencia que en diciembre de 2005 hizo el Fisco al Serviu.

A juicio del profesional, detrás del conflicto sí hay intereses inmobiliarios encubiertos. Su fundamento está en que el suelo de un aeropuerto tiene una densidad autorizada de 15 habitantes por hectárea. Pero como el suelo pasó a ser habitacional -dice Depolo-, hoy tiene las mismas normas urbanísticas que el resto de Santiago: 300 habitantes por hectárea aproximadamente. "La plusvalía del paño creció de manera impresionante... muchos se hacen ricos, pero Chile se quedó sin un aeropuerto", dice.

De naufragios y metales

Cerrillos

La saga de este clan comienza en 1848, cuando Meyer  Guggenheim dio inicio a sus negocios y a su actividad empresarial en Estados Unidos. Proveniente de Suiza, en 1848 llegó a Filadelfia junto a su padre, Simon, para desarrollar el comercio. Meyer murió en 1904 y sus once hijos heredaron una fortuna. Solomon -el mayor- fundó los famosos museos que llevan el apellido de la familia. Benjamin se hizo conocido en 1912 tras el hundimiento del Titanic cuando murió rescatando a mujeres y niños del barco. Su hija es Peggy, la amiga de Roberto Matta, quien destacó por su influencia en el arte (en la foto, el Museo Guggenheim de Bilbao) y su vida desenfrenada.

A la cabeza de los negocios quedó Daniel -el segundo de los hijos-, quien  demostró un talento indiscutido para los números y una gran pasión por la aeronáutica.

Fue él quien en 1880 le aconsejó a su padre acercarse al negocio minero. Así llegaron a Chile. En 1904 compraron El Teniente y en 1912 adquirieron Chuquicamata por un poco más de US$ 20 millones. En 1920 el 87% del cobre chileno estaba en manos de la Chile Exploration Company, de los Guggenheim.

Daniel continuó este camino y tras finalizar la I Guerra Mundial se dedicó a la explotación de los minerales con los cuales se fabricaban aviones. En 1923, vendieron Chuquicamata y entraron al negocio del salitre. Eso hasta 1934 cuando, a raíz de la crisis agrícola mundial, acabaron los lazos de los Guggenheim con nuestro país.

Según Grasty, Guggenheim estaba sumamente comprometido con Chile y por eso  "no se entiende por qué el Estado modificó el destino de esta donación en circunstancias de que ésta fue una entrega que tenía un propósito específico y acotado". Y agrega: "No había ninguna necesidad de cerrar Cerrillos. Estaba en plena función y no perjudicaba a nadie. Era un aeropuerto secundario para Pudahuel y servía de emergencia. Es importante descubrir a quién se le ocurrió y por qué".

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