Por Lorena Rubio Diciembre 26, 2009

En los últimos 18 meses Juan Hurtado Vicuña ha participado sólo en uno de los directorios de Consorcio, el holding financiero que controla desde 1999 junto a Eduardo Fernández León. Hace un año y medio que Hurtado (62) tampoco asiste a los comités de inversiones que se realizan cada miércoles en el tercer piso del edificio diseñado por Borja Huidobro en El Bosque Sur. En dichos encuentros, los dueños del holding -Hurtado, Fernández, José Antonio Garcés, Juan Bilbao y Patricio Parodi- se reúnen con el management de Consorcio a definir inversiones y planes de acción.

Y no es que Hurtado haya dejado de ir al inmueble de El Bosque. Esta semana, sin ir más lejos, se dio una vuelta por la oficina que ocupa en el piso 14. Estuvo sólo un rato,  asegura un cercano.

¿Por qué Hurtado Vicuña dejó de ir a los directorios de su sociedad más relevante? Desde fines de 2007 -algunos afirman que de comienzos de 2008- su relación con su socio por más de tres décadas, a quienes sus cercanos llaman el "Negro" Fernández, se quebró. Y a pesar de que algunos plantean que finalmente la dupla "de las corazonadas de oro" retomará sus lazos, hasta el momento no hay señas de una mínima reconciliación.

Si bien en el pasado tuvieron diferencias menores por tomar poco o mucho riesgo o por el precio de determinado activo, hoy la situación es más drástica: Fernández León y Hurtado no se dirigen la palabra.

Si ambos se topan en el edificio de Consorcio, la escena será la siguiente: tras cruzar brevemente las miradas, cada uno seguirá su trayectoria, sin mediar palabra, confidencia una fuente que conoce a ambos empresarios.

Da lo mismo si es en un ascensor del gigante de 15 pisos o en plena calle. El cuadro se replicará invariablemente.

El factor Garcés

¿Cómo llegaron a este punto? La primera trizadura en la relación ocurrió en 1999. Hurtado y Fernández habían comprado dos años antes el 50% de Consorcio a la estadounidense Bankers Trust en US$ 218 millones. La participación sería de 25% para Banvida -la matriz de negocios de Fernández- y el otro 25% quedaría en manos de P&S, sociedad de Hurtado.

En 1999 decidieron ir por el otro 50% que aún estaba en manos de la entidad financiera norteamericana. Tras su fusión con el Deutsche, el Bankers no tenía entre sus planes mantenerse en el rubro de los seguros, por lo que los socios no lo pensaron. Pagaron US$ 153 millones por la porción restante. En el segundo ingreso de Hurtado y Fernández a Consorcio se produjo el primer resquebrajamiento. Aún celebraban la compra cuando se sumó un nuevo dueño al holding: el empresario José Antonio Garcés Silva.

La compra del 100% de Consorcio ocurrió en abril. En junio, Fernández se unió a Garcés para tomar el control de Banvida. De esta forma, el socio de Embotelladora Andina se convertía en el tercer mayor accionista de Consorcio. Hurtado se enteró cuando los hechos ya estaban consumados.

La asociación con Garcés traería otro coletazo. Desde ese día la sociedad de inversiones Teval -ligada a Garcés- se convertiría en matriz de Banvida, que hasta ese momento invertía directamente en la firma de seguros.

José Antonio Garcés

El empresario José Antonio Garcés es uno de los amigos más cercanos de Fernández León. Además de veranear juntos a menudo, poseen un proyecto residencial, ubicado a 40 kilómetros del centro de Buenos Aires.

Según muchos de los que supieron de la operación, la decisión de Fernández no fue conversada con su socio de más de una década. "Eduardo no le preguntó a Juan qué le parecía incorporar a un tercero. Eso le molestó a Hurtado profundamente y fue el inicio del quiebre", asegura un testigo de la negociación.

Pese a que Consorcio no tardaría en convertirse en el grupo financiero no bancario más importante de Chile y en el principal holding asegurador, las tensiones no amainaron.

Sin quererlo, Garcés se transformó en el tercero de la discordia en este "matrimonio" que por años había funcionado conversando sólo lo justo y acordando las decisiones importantes. Según una fuente que conoce a Hurtado desde hace décadas, el ingeniero de la "U" de Chile es conocido por su fuerte temperamento y por no dar pie atrás en sus decisiones. Cuando algo no le parece, no hay quien lo mueva de su determinación, sostiene un cercano a su familia.

Sin quererlo, José Antonio Garcés se transformó en el tercero de la discordia en este "matrimonio" entre Fernández y Hurtado, que por años había funcionado conversando sólo lo justo y acordando las decisiones importantes.

¿Resultado? Nunca aceptó a Garcés -a quien no consideraba como su socio- y su relación con Fernández comenzó a deteriorarse progresivamente. Este último, en su estilo campechano y sencillo, asegura un miembro de su familia, optó por no tomar partido en esta suerte de "guerra fría", lo que irritó aún más a Hurtado.

Para tener una idea de la relación que éste mantiene con Garcés, en Consorcio relatan un hecho ocurrido hace poco. Hurtado no asistía a los directorios del holding desde hace casi un año y medio. Pero a fines de noviembre sí llegó. Muchos en la firma lo atribuyen a que sabía que Garcés no asistiría, ya que éste había informado de su ausencia anticipadamente.

La reunión, asegura uno de los presentes, fue tensa y se acordaron rápidamente las definiciones.

La gota que derramó el vaso

Para Fernández, asegura un miembro de su familia, lo ocurrido en el último tiempo no ha sido fácil. Además de ser cercanos generacionalmente, Garcés y él son amigos desde hace años y suelen veranear juntos. Ambos, además, poseen un proyecto residencial denominado Ayres del Pilar, ubicado a 43 kilómetros del centro de Buenos Aires.

Entre 1999 y 2005 la relación dentro de la tríada de socios se mantuvo en una tensa calma. Seis años después de haberlo convidado a Consorcio, Fernández cedió parte de su opción preferencial a Garcés para capitalizar juntos a Almendral, sociedad en la que este último nunca había estado. La operación fue, nuevamente, sin consulta a Hurtado, cuya molestia se incrementó.

Para agriar más las cosas, luego de la inyección de capital, Teval -la sociedad del dueño de Las Brisas de Santo Domingo y de Garcés- sobrepasó en participación a la inversora de Hurtado en Almendral. Hasta ese momento los socios históricos siempre fueron paritarios y lo ocurrido llevó la situación a un límite, afirma una fuente cercana a ambos. La gota que rebasó el vaso ocurrió en 2007. Hurtado y Garcés Silva se enfrentaron por una diferencia surgida en los negocios personales de cada uno. "Una cuestión muy pequeña, una tontera", aseguran en el entorno de ambos.

Como sea, luego del impasse, Hurtado enfrentó públicamente a Fernández y le pidió que se definiera frente al nuevo episodio. Este no quiso entrar en la disputa y menos tomar partido. Desde ese día no volvieron a hablar.

Cortocircuito en Consorcio

El management entra a la cancha

Pese al quiebre entre los primeros socios chilenos de Consorcio, la compañía no ha dejado de funcionar.

"Lo ocurrido no ha interferido en nada con el desempeño de las empresas", asegura una alta fuente de la entidad.

La compra del negocio de los fondos mutuos de Compass en Chile -en sociedad con LarrainVial-, en agosto pasado, y la reciente adquisición del banco Monex a los Ergas, dan cuenta de esta actividad.

Los resultados de la compañía también lo demuestran. Tras un 2008 en que el holding registró pérdidas, al tercer trimestre, el área de Seguros de Vida -el core business de Consorcio- arroja utilidades por $ 74.112 millones (unos US$ 146 millones) y la Corredora de Bolsa ha incrementado fuertemente sus ganancias.

Para graficarlo, una fuente del mercado asegura que casi toda la utilidad del grupo proviene de la intermediación de instrumentos en Chile y en el exterior, "lo que es sólo atribuible a sus ejecutivos, ya que son negocios del día a día", destaca este experto.

Eso sí, la manera de relacionarse entre Hurtado y Fernández se hace estrictamente a través de terceros, específicamente del presidente de Consorcio, Juan Bilbao, y de su gerente general, Patricio Parodi.

"Parodi estructuró completamente lo de Compass, mientras las conversaciones con la familia Ergas (los dueños de Monex) estuvieron a cargo de Francisco Ignacio Ossa, hoy gerente general del banco, quien le reportaba a Parodi", explica un profesional que sigue el movimiento de la aseguradora.

El protocolo de negocios en Consorcio dicta lo siguiente. Cuando una decisión es de varios millones de dólares se lleva al comité de los miércoles y de allí es aprobada o rechazada por el directorio. Como Hurtado dejó de asistir a los comités de inversión, lo reemplaza su hermano Pedro, quien siempre ha llevado los temas inmobiliarios de la familia.

En el directorio de Consorcio, en todo caso, el segundo de los hermanos Hurtado no ha sido reemplazado y su único representante continúa siendo el economista Hernán Büchi, en quien "confía ciegamente".

Como Juan Hurtado dejó de ir hace 18 meses a las reuniones de mesa, "se deciden y financian las operaciones de acuerdo a la participación que tiene cada uno", asegura un miembro de la directiva.

Fuentes cercanas al directorio aseguran que Parodi y Bilbao se han encargado de que "la sangre no llegue al río" y de evitar que alguno de los socios históricos tome una decisión definitiva, como salirse de uno de los negocios. Eso sí, la misma persona advierte que la "dupla de oro", como se conoce a estos ejecutivos, está comenzando a cansarse "de oficiar de recaderos de Fernández y Hurtado" y afirman que estarían intentando que se llegue a un acuerdo.

¿Statu quo o reconciliación?

Lo que está claro es que tratándose de una firma cuyo valor supera los US$ 1.200 millones es poco probable que uno de los socios le compre al otro, dado el tamaño de la operación. Consorcio posee un patrimonio que ronda los US$ 800 millones y maneja activos por US$ 6.800 millones.

Además, están los otros negocios. En la minera Pucobre -valorada en US$ 900 millones- sólo son socios Fernández y Hurtado, pero además hay una serie de familias con participaciones menores. La propiedad de Entel tampoco es fácil de resolver. A través de Almendral, ambos socios junto al clan Matte son dueños del 54,76% de la firma. En valor en Bolsa, ese porcentaje equivale a cerca de US$ 1.800 millones.

"Para Juan, Entel es especialmente sensible, ya que se trata de una operación que él armó 'de pe a pa', y coordinó con Bernardo Matte", señala un amigo de Hurtado.

En caso de que éste fuera hipotéticamente el escenario -la compraventa de las respectivas participaciones-, el mercado apuesta porque Hurtado sea quien compre a los otros accionistas ya que su fuerte siempre han sido las finanzas, mientras que Fernández ha privilegiado el negocio de bienes raíces, a través de su empresa FFV, donde Garcés también posee una participación.

La tesis dos es que los socios resuelvan sus diferencias y se sienten a conversar, lo que, dado el tiempo transcurrido, la mayoría estima como improbable.

La alternativa que se estima como más viable es que se mantenga el statu quo hasta que las cosas decanten. Como argumento para esta hipótesis se menciona que el resto de los hermanos Hurtado Vicuña no tiene problemas con Fernández León ni con Garcés y, además, que el "Negro" ha comenzado el reordenamiento para que sus hijos asuman su relevo. "Él se ha desvinculado del manejo diario y está preparándose para el recambio a través de un reordenamiento societario de todos sus activos", asegura un miembro de su círculo íntimo.

Los negocios de la dupla

Consorcio

Eduardo Fernández León (71) y Juan Hurtado Vicuña (62) se conocen desde la década de los 70, cuando coincidieron en Forestal, el holding de Manuel Cruzat.

Las razones del ingreso a la firma del mítico empresario eran distintas. Fernández fue compañero de curso de Cruzat en el colegio y la universidad y, además, canjeó sus títulos en la compañía por bosques. Hurtado había invertido en ella parte del patrimonio de su familia: US$ 4 millones heredados de su padre junto a sus cinco hermanos.

Poco antes de la crisis de 1982, ambos exhibieron el olfato que los haría famosos dos décadas más tarde. Primero Fernández y luego Juan -en representación de los 6 hermanos Hurtado Vicuña- decidieron vender su participación en la firma de los Cruzat, que meses después sería parte de las empresas intervenidas y liquidadas a contar de 1983. La venta los dejó con una liquidez que invirtieron en el mercado accionario (Hurtado) y en el desarrollo de proyectos inmobiliarios (Fernández).

En 1987, Fernández invitó a los Hurtado Vicuña a unirse al grupo Chilquinta, que surgió de la privatización de Laboratorio Chile y Chilectra V Región.

Desde allí, y teniendo a Chilquinta como buque insignia, las operaciones no se detendrían. Primero fue Pucobre; luego vino la compra de la sanitaria Esval y la salida y reingreso a Entel, transacción diseñada íntegramente por Hurtado Vicuña. La primera vez que Hurtado entró a la empresa de telecomunicaciones fue en 1993. Luego la vendió en 2001 a Telecom Italia en una transacción que implicó -en conjunto con Fernández, los Matte, la familia uruguaya Gianoli y el clan Izquierdo- obtener US$ 850 millones por el 25%. Sólo cuatro año después, los socios volvieron a la carga, esta vez comprando el 54% en US$ 900 millones.

En 1997, Hurtado y Vicuña compraron el 50% de Consorcio a Bankers Trust en US$ 218 millones. La otra mitad se la adquirieron a la entidad estadounidense en 1999. Pagaron US$ 153 millones.

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