Por Antonieta De la Fuente Enero 30, 2010

La cita era ineludible. A pesar de ser 24 de diciembre, y a una semana de finalizar el 2009, José Antonio Elorriaga Uribe (41) debía presentarse en forma "urgente" en la oficina que comparten tres de los hermanos Gálmez Puig -Juan Antonio, José Miguel y Luis Alberto- en el piso 15 de la Torre París, en calle Lyon.

Elorriaga llegó y saludó. Ahí fue encarado duramente. Semanas antes, y tras las múltiples evasivas por parte del profesional respecto a sus inversiones, los ex dueños de Almacenes Paris iniciaron una investigación. Las conclusiones eran definitivas. La auditoría confirmaba que desde su cargo de gerente general de la administradora del fondo Agro Key Capital -propiedad de los Gálmez-, Elorriaga se apropió indebidamente de cerca de US$ 1 millón.

El ex hombre de confianza de los históricos dueños de Paris intentó hilar una respuesta que aliviara la tensión del momento. Pero no encontró escapatoria. Las pruebas eran irrefutables: días antes había gastado $ 5 millones en artículos comprados en Casa Barros con la tarjeta de crédito de la empresa. Y venía recién llegando a Chile, luego de un viaje por Buenos Aires, Nueva York, Boston y Miami, en el cual no tuvo problemas para pagar hoteles de lujo como el Marriott o el Ritz Carlton. Además, en varios de los vuelos utilizó pasajes en primera clase y con la misma tarjeta pagó el arriendo de autos.

Pero eso no era todo. En los últimos dos años, Elorriaga traspasó más de $ 400 millones desde el fondo Agro Key Capital a las sociedades de su propiedad, Santa Mónica y Santa Patricia.

Con toda la evidencia sobre la mesa, el ejecutivo decidió confesar. En presencia de un hombre de confianza de los Gálmez y del abogado del grupo, Fernando Uribe-Etxeverría, reconoció que se había apropiado de ese dinero y ofreció devolverlo.

Consultado por Qué Pasa, Uribe-Etxeverría declinó hacer declaraciones.

Haciendo caja

La idea de los ex controladores de Paris era llegar a un acuerdo "amistoso". Por eso su primera opción era evitar recurrir a la justicia. Elorriaga no era un ejecutivo más para ellos. Su mujer es hija de uno de los dueños de Pesquera Camanchaca, quien por años ha sido cercano al clan Gálmez. Además, el ejecutivo forma parte de una de las familias más acomodadas de Codegua. Su padre fue alcalde de la comuna y es un próspero empresario agrícola que cultiva almendras y ciruelas de exportación.

Lo que menos quería Elorriaga era que el caso saliera a la luz pública. Así que ofreció devolver parte del dinero. Esa mañana retiró un vale vista en el Banco Penta por $ 63 millones. Lo endosó a nombre de los Gálmez y además les transfirió su BMW último modelo, estacionado en el subterráneo del edificio de calle Lyon. Él mismo acudió a la notaría más cercana, situada en Orrego Luco, para realizar los traspasos.

Con todas estas operaciones completaba $ 80 millones del dinero defraudado. Por ende, faltaban cerca de $ 420 millones. Y Elorriaga juraba que no los tenía en su poder.

El ejecutivo ha debido pasar las últimas dos semanas en la cárcel Santiago Uno. Allí comparte con sus compañeros del módulo 12, entre los que se encuentran los ejecutivos procesados por el caso del ADN defectuoso y Cristián Lizama, el ex encargado del departamento de acciones de la Compañía Chilena de Fósforos, procesado por estafa.

La exigencia de los ex dueños de Paris fue que el lunes siguiente volviera con un pagaré, firmado o por su padre o por su suegro como aval.

Sin embargo, el lunes 28 de diciembre pasado, Elorriaga llegó a la oficina sin el pagaré firmado. No había logrado apoyo para recaudar los fondos defraudados. En su desesperación ofreció entregar como prenda un Rolex de $ 5 millones que portaba en ese momento; una alfombra persa; diez caballos de polo e incluso su propia casa de Codegua. Los Gálmez no aceptaron.

Pasaron los días. Corría la primera semana de enero del 2010 y el ejecutivo todavía no tenía una respuesta. Entonces dejó de contestar las llamadas. Ante esto, los Gálmez Puig decidieron querellarse.

"Lo tenía todo"

El caso llegó hasta la Fiscalía de Ñuñoa, a cargo de Vinko Fodich. El 8 de enero se emitió la orden de detención. Y el 17 de enero, cuando salía de misa en la Parroquia Nuestra Señora de la Merced de Codegua rumbo a votar en las elecciones presidenciales, Elorriaga fue detenido por la Brigada de Delitos Económicos (Bridec). Ese mismo día fue trasladado a la Penitenciaría y luego al Penal Santiago Uno, donde hoy se encuentra recluido.

Su cercanos todavía no lo pueden creer. "Le gustaba tener una vida de lujos y era agrandado en todo, pero jamás pensé que podía haber hecho algo deshonesto", dice una de sus amistades.

Elorriaga era un personaje bien conocido en la elite empresarial chilena. Veraneaba en Santo Domingo y era común verlo durante la temporada de esquí en La Parva, donde su suegro tiene un refugio. Por eso muchos se preguntan cómo una persona así pudo caer en un robo de esas características. "Lo tenía todo: una buena familia, educación, contactos y un súper buentrabajo. La verdad es que no le encuentro explicación", agrega otro conocido.

A este ex alumno de la Universidad Gabriela Mistral le gustaba gastar. A quien conocía en el mundo de los negocios, lo invitaba a almorzar al Hyatt y nunca dejó que los demás pagaran una cuenta, recuerda un miembro de su círculo. Por su afición al polo también desembolsó varios millones al mes. De hecho, en su casa de Codegua tiene una cancha de polo para practicar con sus amigos.

Una persona vinculada al deporte ecuestre calcula que Elorriaga gastó cerca de $ 2 millones un fin de semana para armar un equipo que participó en el Abierto de Mahuida. En los registros del campeonato todavía aparece con una deuda impaga de $ 500 mil por la inscripción.

Las cuentas de la tarjeta de crédito de Key Capital también dan cuenta de su afición por desembolsar grandes sumas. Entre sus compras aparece una por US$ 1.700 en  la tienda Brooks Brothers en Nueva York.

El ambicioso Elorriaga

Sus "inicios"

Aunque muchos se sorprendieron al enterarse de la denuncia, no es la primera vez que Elorriaga es cuestionado. Desde 2008, la justicia investiga otra querella criminal en su contra, presentada por el holding WPP, dueña de la agencia Prolam Young&Rubicam (Y&R) y ex socia suya.

Luego de titularse, en 1996 Elorriaga creó junto a David Benadava, un amigo de Rancagua, la agencia de publicidad Gesta Publicitaria. Su amplia gama de clientes entusiasmó a Young & Rubicam. En agosto de 2006, la agencia internacional se asoció a Elorriaga y Benadava para crear Energía. La estadounidense adquirió el 51% con el compromiso de comprar el 49% restante en cuatro años.

Pero pasado ese plazo, Y&R descubrió irregularidades en los balances. "Las cifras no calzaban, había un desorden total y de 2002 en adelante sólo se registraban pérdidas", dice una fuente que supo de lo ocurrido. Entonces se contrató una auditoría que arrojó $ 19 millones de cotizaciones previsionales impagas y traspasos a la sociedad Santa Mónica, propiedad de Elorriaga. El ejecutivo las explicó como pago de honorarios.

El holding WPP, propietario de Y&R, contrató a los abogados Aninat y Schwencke. En junio de 2006, la agencia decidió despedir a José Antonio Elorriaga.

Con todos los antecedentes en la mano, la norteamericana presentó, a fines de 2008, una querella criminal por indemnización de perjuicios, la que aún se tramita en el 34º Juzgado del Crimen de Santiago. El abogado de Elorriaga es Miguel Soto, el mismo que asumió su defensa por el caso de Agro Key Capital.

A Elorriaga se le vincula, además, con una denuncia por apropiación indebida de bienes de una oficina situada en Viña del Mar. El caso llegó a un acuerdo reparatorio.

Modus operandi

Lo que más llama la atención de quienes conocen al polista es la poca sutileza con la que realizó los traspasos a sus sociedades. 

"Da la impresión de que nunca pensó que lo iban a descubrir, porque dejó registros de todas las operaciones que realizó", dice un cercano al caso.

De hecho, una de las pruebas más contundentes para ordenar la detención de Elorriaga fueron los mails que envió a la ejecutiva de Banco Santander, solicitándole traspasar ciertas sumas de dinero desde el fondo de los Gálmez a sus sociedades Santa Mónica y Santa Patricia. En total realizó 78 operaciones, desde enero de 2008 al 26 de diciembre de 2009, fecha en que aparecen las últimas transacciones. 

Una característica que todos destacan del rancagüino es su carisma y energía. Fue su vitalidad, su simpatía, su red de contactos lo que convenció a los Gálmez de que confiaran en él. Y aunque se establecieron poderes específicos -que involucraban la firma de uno de los hermanos antes de hacer transacciones por más de 1.000 UF-, en la práctica el polista logró saltarse todos los controles.

La huella del dinero

En los últimos días han aparecido nuevas pistas del destino de los dineros traspasados por el ejecutivo.

En una carta dirigida a la familia Gálmez, enviada en las últimas semanas, un ejecutivo de Key Capital afirma que Elorriaga tenía negocios paralelos a la administración del fondo. Por eso, se cree que parte importante de los montos desaparecidos podrían estar invertidos en estas iniciativas. Éstos son el proyecto de investigación científica Proteus, en el que es socio junto a un grupo de médicos; un factoring que planeaba levantar junto a su hermano; un emprendimiento denominado Plasma para invertir en el sector energético; y una planta trituradora de neumáticos llamada Sensei. El ingeniero comercial incluso aseguraba tener un mandato para encontrar un comprador para la AFP PlanVital.

Sus días tras las rejas

El ejecutivo ha debido pasar las últimas dos semanas en la cárcel Santiago 1. Allí comparte con sus compañeros del módulo 12, entre los que se encuentran los ejecutivos procesados por el caso del ADN del Laboratorio B. Braun y Cristián Lizama, el ex encargado del departamento de acciones de la Compañía Chilena de Fósforos, procesado por estafa.

Elorriaga se despierta a las 7 de la mañana y después de tomar desayuno comparte con el resto de los presos. Sólo puede ser visitado los domingos y los miércoles por sus amigos y familiares.

Al cierre de esta edición, un cercano a Elorriaga negociaba con los Gálmez el pago total del dinero defraudado. La alternativa más probable es que se llegue a un juicio abreviado. Para eso el fiscal Fodich debe fijar una audiencia donde el acusado reconozca su falta y los querellantes den pruebas de que el dinero ya ha sido devuelto. Si es así, se fijaría una pena de 541 días a tres años, que Elorriaga podría cumplir en libertad.

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