24 horas antes del terremoto del 27 de febrero, el empresario Roberto Angelini estaba en la zona misma del epicentro. Pasaba sus últimos días de vacaciones en el campo de su mujer, Ana María Amadori, situado en Coelemu, un pequeño poblado costero de la provincia del Ñuble.
Todo marchaba bien. El negocio forestal mostraba signos de recuperación tras la crisis subprime. Pese a enfrentar un escenario complicado, Empresas Copec, holding del cual depende Arauco, terminaba el 2009 con cifras positivas y el nuevo año se vislumbraba como un ejercicio próspero para seguir consolidando su posición como la segunda productora mundial de celulosa.
Pero a las 3:34 de la madrugada de ese sábado, el prometedor escenario se vino literalmente abajo. Roberto Angelini dormía en su casa de San Damián cuando el terremoto azotó la tierra. No sospechaba que a esa misma hora comenzaba a desmoronarse el corazón de su empresa forestal: las plantas de Arauco y Constitución.
El empresario no perdió tiempo. Ese mismo sábado se comunicó con los principales ejecutivos de sus compañías para pedirles un informe detallado de los daños y de los empleados perjudicados.
Mientras tanto, en las oficinas de El Golf 150, las cabezas del conglomerado daban forma al comité de crisis, que hasta ahora es el que monitorea la situación en las zonas afectadas. El gerente de asuntos corporativos y comerciales, Charles Kimber, asumió la presidencia de este grupo, al que se integraron Matías Domeyko -gerente general de Arauco-, Álvaro Saavedra -gerente del área forestal- y Jorge Garnham -gerente de gestión corporativa-. A través de los siete teléfonos satelitales que poseen fueron de los primeros en tener contacto con el área de la catástrofe. Organizaron una conferencia telefónica ese mismo sábado a las 9 de la mañana y otra a las 5 de la tarde y luego aterrizaron en la zona gracias a la flota de 14 helicópteros con que cuenta la empresa. Así fue como se enteraron de que Arauco había sido una de las empresas más golpeadas por el terremoto y el posterior maremoto.
Aunque Roberto Angelini no ha estado en terreno, según una fuente de la empresa, tanto él como los directores del holding han monitoreado directamente todas las evaluaciones realizadas en las plantas industriales. "Cuando se enteró de la magnitud de los daños, quedó choqueado, impactado. Él está muy golpeado con todo lo que pasó", comenta un cercano al empresario.
Simulacro
A la hora del terremoto trabajaban en Constitución -planta que produce 350 mil toneladas y aporta el 11% de toda la celulosa de la compañía del grupo Angelini- cerca de 60 personas de un total de 500 que componen la plantilla. Era el turno de noche. En el aserradero Mutrún, en tanto, había 60 de las 146 personas que laboran habitualmente. Nadie salió herido. Estaban preparados: un mes antes realizaron un simulacro de maremoto que los entrenó para saber qué hacer y hacia dónde evacuar en caso de que el mar se desbordara.
"Cuando se enteró de la magnitud de los daños, quedó choqueado, impactado. Él está muy golpeado con todo lo que pasó", comenta un cercano a Roberto Angelini.
Pero no todos los empleados corrieron igual suerte. En la planta de manufactura de Cholguán murieron dos contratistas, mientras que en el aserradero de Horcones, en Arauco, falleció un trabajador. Además, otros tres empleados murieron por el derrumbe de sus casas.
Fue un golpe importante para la compañía. Charles Kimber dice que están prestándoles apoyo a todas las familias afectadas -de los fallecidos y los heridos- en temas médicos y de traslado de familiares.
La producción tampoco salió ilesa. Arauco es el mayor productor nacional de celulosa y el segundo del mundo. Cada año abastecen con 2,8 millones de toneladas al planeta. A los pocos días del terremoto, la empresa anunció que al menos durante marzo toda su producción de celulosa estaría paralizada. Esto implica dejar de elaborar unas 233 mil toneladas, con un costo para la compañía de entre US$ 195 y US$ 200 millones mensuales aproximadamente, lo que supera con creces los US$ 20 millones de pérdida que significó el cierre de la planta Valdivia, tras el conflicto por la muerte de los cisnes del río Cruces.
A todas luces, una de las mayores crisis que ha debido enfrentar el brazo forestal de Angelini, considerando que aún cuantifican la totalidad de los daños.
Aunque todavía no está definido cuándo las plantas volverán a operar, se estima que en abril podrían abrirse algunas. Las más resentidas, Arauco y Constitución -que equivalen al 36% de la producción total de Arauco, con 25% y 11% respectivamente-, podrían hacerlo en un plazo mayor. En el mercado se habla de hasta seis meses, pero al interior de la empresa vaticinan dos a tres meses. De todas formas, las reparaciones de las plantas y los costos por dejar de producir serán cubiertos por los múltiples seguros que tiene Arauco.
Agua salada
La planta Constitución es la más dañada. No sólo el terremoto afectó sus instalaciones: el tsunami anegó sus bodegas y maquinarias con barro y escombros. Todavía la empresa no ha podido sacar el lodo y evaluar con exactitud la magnitud de los perjuicios.
"El agua de mar entró derechamente a la planta, pero el parque en altura que teníamos en la Costanera y los galpones de madera apilada sirvieron para amortiguar la fuerza de la ola. Hay agua dentro de la planta, pero se nota que no entró con la fuerza destructiva con que sí lo hizo en otros lugares", explica Andrés Morán, subgerente de asuntos públicos de Arauco.
Un tema no menor es que la salinidad del agua corroe las máquinas e infraestructura esencial. Hasta ahora se han detectado daños en los equipos eléctricos. Por ello, los ingenieros de las empresas proveedoras de las maquinarias -como Metso- llegaron a Chile para evaluar los daños y entregar asesoría. En todo caso, la compañía descarta de plano trasladar las instalaciones de Constitución a un lugar más alto. "Es imposible cambiarnos de lugar porque las plantas equivalen a 5 cuadras aproximadamente", explica Kimber.
El Richter de Angelini
Respecto a Arauco, otra de las plantas dañadas, los destrozos están más bien en la desalineación de los equipos, roturas en el pavimento y daños eléctricos.
En el caso de los aserraderos, el mayor destrozo es en Mutrún que fue prácticamente barrido por las olas. Charles Kimber es tajante: pérdida total. Tenía una capacidad de 130 mil metros cúbicos anuales, equivalentes al 6% de toda la madera aserrada de Arauco en Chile. Esta producción no se recuperará. Arauco decidió que, dada la magnitud del destrozo, la planta no se levantará nuevamente.
A tres semanas de la catástrofe, Arauco ya empezó a abrir algunas de sus operaciones. El martes pasado anunció la apertura de cuatro aserraderos de un total de siete, equivalentes a una capacidad instalada de 1,2 millones de metros cúbicos. Y en el área de paneles, dos de las cuatro fábricas iniciaron operaciones: Trupán y Nueva Aldea.
El fantasma de los despidos
Junto con el destrozo de sus casas, uno de los mayores temores de los trabajadores de Arauco, empresa que representa el 25% del PIB de la VIII Región, fue perder sus empleos.
El artículo 159 del Código del Trabajo permite despedir trabajadores sin pagarles indemnización en caso de fuerza mayor. Sin embargo, hasta ahora, la compañía no ha realizado despidos. Sólo en Mutrún, donde hubo pérdida total, los 146 trabajadores del aserradero fueron desvinculados por la empresa contratista, pero se incluyeron sus indemnizaciones. Además de eso, desde este fin de semana 50 operarios de esa planta trabajarán en la fábrica de mediaguas que Arauco instaló en Constitución.
Un directivo de la empresa comentó a Qué Pasa que la compañía todavía evalúa si efectuar despidos o no. Eso dependerá de la situación en que se encuentren las plantas una vez que termine el diagnóstico más acabado. Pero, la misma fuente agrega que sobre la mesa "está el costo político que esto podría tener en el desempleo y en el apoyo al gobierno de Sebastián Piñera".
Charles Kimber sostiene que los empleados de Arauco, incluso los contratistas, tienen sus puestos de trabajo asegurados, aunque las plantas a las cuales ellos pertenecen estén paralizadas por tiempo indefinido.
Arauco emplea un total de 22 mil trabajadores, de los cuales 16.500 están operativos y alrededor de 6 mil se mantienen a la espera. "Haremos todos los esfuerzos por mantenerlos y que sólo haya un mínimo de despidos en la empresa. Buscaremos las formas de cómo pagar los sueldos y pediremos a los contratistas que también lo hagan", dice Kimber.
Entre las fórmulas que se barajan no descartan darles préstamos o anticipos de su salario a los empleados que están inactivos.
Juan Sanzana, dirigente del sindicato de la planta de terciados situada en Arauco, que hoy está inactiva, dice que cada dos días el sindicato se reúne a conversar con la gerencia: "Nos aseguran que de aquí a dos o tres meses abrirá. En ese tiempo seguiremos recibiendo nuestro sueldo y el 75% de los bonos. Por nuestra parte nos comprometimos a trabajar en labores de aseo desde las 8:30 a las 4:00 de la tarde", dice el empleado.
We produce everyday, we sell everyday
En el mercado de la celulosa, el terremoto no pasó inadvertido. Debido a la menor oferta, producto del cierre de las plantas de Arauco y CMPC, el precio de la materia prima podría escalar a los US$ 900 la tonelada, según estimaciones de analistas. Antes del sismo, el commodity estaba a US$ 850 según el referencial NBSK.
El alza en el precio también se vio impulsada por la huelga de los puertos en Finlandia, importante productor de esta materia prima.
La crisis encontró a Arauco con inventarios muy bajos. Kimber explica que la filosofía de la compañía es we produce everyday, we sell everyday. Es por eso que tras el terremoto comunicaron a sus clientes -de China, Corea, Japón, Indonesia, Europa y Latinoamérica- que no podrían seguir abasteciéndolos por el momento.
El terremoto cambió definitivamente las prioridades de Arauco y sus trabajadores. Aun cuando los planes para expandirse a Uruguay siguen en pie, la urgencia está en las plantas afectadas. Un panorama completamente diferente al que vislumbraba Roberto Angelini ese 25 de febrero, cuando viajaba por las regiones del Biobío y el Maule de vuelta a Santiago desde el fundo de Coelemu.
¿Cómo afectó a los matte?
Eliodoro Matte tampoco salvó incólume del terremoto. El sismo dejó a CMPC con graves daños en su infraestructura y equipos, lo que obligó a la compañía a cerrar sus 4 líneas de celulosa, las que podrían volver a operar en el transcurso de abril.
También Inforsa -fabricante de papel periódico- está paralizada por el momento.
Según fuentes de la empresa, hoy se evalúan los daños y todavía no hay un catastro claro y exacto de los costos.
CMPC produce 2,5 millones de toneladas de celulosa anuales, de los cuales 350 mil provienen de su nueva planta en Aracruz, Brasil. Por eso, el costo de dejar de producir durante un mes en Chile, ascendería a cerca de 180 mil toneladas, equivalentes a un poco más de US$ 150 millones.
Sin embargo, las plantas de papeles de embalajes, cartulinas, cajas de cartón, bolsas industriales, bandejas para fruta, tissue y productos sanitarios, ya comenzaron a funcionar.