En Coyhaique, capital de la XI Región, algo está cambiando. El fenómeno comenzó hace unos pocos años. Antes era una ciudad aislada del resto del mundo, donde la mayor parte de su población trabajaba en oficinas gubernamentales y en la que los jóvenes emigraban a ciudades más grandes como Puerto Montt, Concepción o Santiago. Hoy, lentamente, Coyhaique se está transformando en un codiciado polo de emprendimiento, gracias al valor de sus tierras vírgenes e inexplorados fiordos.
Ahora, son profesionales de Santiago quienes deciden instalarse en la fría región de Aysén para liderar los proyectos que están empezando a levantar fondos de inversión, fundaciones extranjeras y chilenas y grandes empresarios nacionales para proteger un patrimonio considerado único en el mundo. Es el boom por la conservación.
Como dice un corredor de propiedades de la Región de Aysén, "no hay empresario de renombre en Chile que no haya mirado la zona con interés". Y ya hay varios que están en pleno desarrollo de proyectos. Andrónico Luksic, Felipe Briones, Jonás Gómez, Eliodoro Matte y Andrés Ergas son sólo algunos de los nombres que se escuchan cada vez más seguido en la Patagonia. No son los únicos. Millonarios extranjeros se pasean en jet privados y yates de lujo explorando los fiordos australes con apetito por comprar. Tal como lo hizo Douglas Tompkins hace 20 años.
Addison Fisher es uno de ellos. El empresario estadounidense llegó a Aysén hace algunos años y terminó desembolsando US$ 15 millones por un terreno de 12 mil hectáreas en la desembocadura del río Palena, donde hoy desarrolla la Reserva Añihué. Su propuesta va por el turismo científico y la agricultura orgánica. La idea es replicar lo que ya ha hecho en otros países. En Costa Rica posee de un predio de 22 mil hectáreas que destina a reforestación.
Las estrellas de Hollywood tampoco se quedan fuera. Un corredor de propiedades que trabaja en Puerto Varas asegura que representantes de John Travolta y Leonardo DiCaprio visitaron diversos predios en el extremo sur.
Así, a los parques más conocidos -como Pumalín de Tompkins; Tantauco de Sebastián Piñera; Karukinka de la WCS y Goldman Sachs; Oncol de Arauco en Valdivia y Huinay de Endesa- prometen sumarse cada vez más tierras protegidas en diversas zonas del país.
El atractivo radica en que los precios todavía no son exorbitantes, pero sí van en alza. Juan Andrés Galilea, dueño de Patagonia Brokers, empresa que se dedica al corretaje de propiedades en la zona, dice que en cinco años el valor de los terrenos se ha duplicado. Ahora, en promedio una hectárea en la región cuesta entre $ 500 mil y $ 600 mil.
Eso sí, todo depende de cuál sea la ubicación. Andrónico Luksic -que desarrolla el proyecto Las Margaritas, en Villa O´Higgins, que cuenta con 35 mil hectáreas- compró a $ 50 mil la hectárea, en áreas completamente alejadas de la civilización y que no son productivas. Douglas Tompkins ofrece pagar cerca de $ 250 mil por cada hectárea en Cochrane.
En el alza de los precios también influye la llegada de HidroAysén. La empresa ha comprado terrenos considerados estratégicos para su proyecto, pagando hasta $ 1 millón por hectárea.
Turismo y conservación
La protección de áreas privadas dejó de ser una práctica restringida sólo para millonarios dispuestos a gastar parte de sus fortunas en coleccionar predios que nadie podrá tocar. Y una prueba de eso es la cantidad de iniciativas que han aflorado en los últimos años. Aunque no hay cifras claras, la Conama estima que existen cerca de 500 áreas protegidas privadas a lo largo del país, las que cubren 1 millón 400 mil hectáreas. De éstas, el 60% se ubica en las regiones de Los Ríos y de Los Lagos.
Mezclar turismo con conservación es una de las prácticas más comunes. Ésa, por lo menos, es la fórmula que incorporan proyectos como la Hacienda Melimoyu, propiedad del empresario minero Jonás Gómez. En el fundo de 40 mil hectáreas que su familia compró hace casi 20 años a los pies del volcán Melimoyu (XI Región), está levantando un hotel y ya tienen una oferta turística que incluye bicicletas, paseos en kayaks, cabalgatas, escalada, entre otras actividades. A ellos se suman el belga Herbert Boose -con un lodge en la zona de Bahía Mala; el estadounidense Jeff Welsh, con el fundo Los Leones en Balmaceda; y el dueño de Agrosuper, Gonzalo Vial, quien posee un terreno en la isla Refugio, aunque su proyecto todavía está en stand by. Es justamente en esa área donde Carlos Cuevas, ex presidente de la Fundación Pumalín y uno de los ex colaboradores más cercanos de Douglas Tompkins, planea crear un Área Marina Protegida que aglutine las iniciativas del sector, bajo la coordinación de la Fundación Melimoyu.
El dueño de Pesquera Yadrán, Felipe Briones, es otro de los que están activos en la región. Acaba de comprar un paño de 2.000 hectáreas en los Altos del Ñirehuao, donde planea mezclar reforestación y turismo.
"Ya no hay una dicotomía o enfrentamiento entre desarrollo económico y conservación", dice Francisco Solís, representante chileno para The Nature Conservancy, una de las ONG más antiguas de conservación en EE.UU., que en Chile asesora proyectos privados.
Más al sur, Andrés Ergas, dueño de Nomads of the Seas, también complementa oferta turística con conservación. El empresario compró el año pasado un terreno de 24 mil hectáreas en la isla Carlos III -en la XII Región, frente a un área marina protegida-. Su idea es lograr la máxima interacción con la naturaleza, especialmente con las ballenas jorobadas que circulan por la zona y desarrollar una nueva oferta turística que se complemente con las demás iniciativas que desarrolla en otros lugares del país.
El ex presidente de Colo Colo y actual subsecretario de Deportes, Gabriel Ruiz-Tagle, posee su propio parque. Se trata de Futangue, de 12.500 hectáreas, situado en el lago Ranco. El empresario empezó a comprar a mediados de los 90. "Llegué a esa zona en 1980, a la ribera del lago y después de estar ahí durante varios años, nos interesamos en hacer un parque en las zonas inexploradas de la cordillera", cuenta Ruiz-Tagle. Actualmente, Futangue pertenece a la Fundación Ranco, propiedad del empresario, y posee 100 kilómetros de senderos, un hotel con capacidad para 50 personas y, era que no, canchas de fútbol. De hecho, desde hace varios años las divisiones menores de Colo Colo realizan su pretemporada ahí.
El nuevo mapa de la conservación
Conservación rentable
Franco Valdés -ingeniero comercial de la UC y MBA de la Universidad de Colorado- está a cargo de Patagonia Sur, proyecto que consiste en implementar un modelo de negocio de conservación rentable. "Cuando se habla de conservación, las personas en Chile creen que la única forma es a través de la creación de grandes parques. Sin embargo, hoy existen formas muy diversas de conservación", dice Valdés.
El ingeniero fue contactado en 2007 por Felipe Valdés y los estadounidenses Warren Adams y Steve Reifenberg -director del David Rockefeller Center for Latin American Studies de Harvard- para emprender la iniciativa. Basados en los modelos de la costa este de Estados Unidos y en el manejo de parques como Yellowstone decidieron desarrollar en Chile una fórmula que complementara la filantropía y que entregara retornos atractivos a los inversionistas. Hoy Patagonia Sur posee más de 25 mil hectáreas repartidas entre Palena, Melimoyu, Futaleufú y Caleta Tortel y ya han involucrado a más de 50 inversionistas interesados en esta visión. Entre ellos el gerente de asuntos corporativos y comerciales de Celulosa Arauco, Charles Kimber. Su método se basa en cuatro pilares: un club exclusivo de ecoturismo, en el cual participan personas interesadas en tener un lugar donde llegar en la Patagonia; eco-corretaje de propiedades; la venta de bonos de carbono, a través de un proyecto de reforestación de bosque nativo; y, en el largo plazo un desarrollo inmobiliario acotado y sustentable.
Otros de los que apuestan por la rentabilidad es Patagon Land. Su fundador, el ingeniero comercial Jaime Iglesis, explica que se trata de una especie de banco de inversión de tierras. Sus otros socios son José Antonio Rabat, hijo del empresario inmobiliario del mismo nombre; José Luis Délano, hijo de Carlos Alberto Délano; y los abogados Alejandro Quintana, Michael Grasty y Arturo Majlis.
"No mucha gente está dispuesta a desembolsar montos importantes en comprar tierras sólo por amor al arte. Por eso, la idea es incentivar la conservación con modelos que ofrezcan rentabilidad", explica Iglesis. Su negocio se basa en asesorar a grandes inversionistas en la compra de predios y generar fondos de conservación. Para esto último , Patagon Land compra terrenos y luego arma fondos y vende cuotas a inversionistas chilenos y estadounidenses que quieran apostar a la plusvalía de esos paños.
También en el norte
El interés por conservar no es privativo del sur del país. Más al norte surgen emprendimientos de gran relevancia. Es el caso de Agua Amarilla, la iniciativa que impulsa la familia Matte en el fundo de 17 mil hectáreas que poseen desde hace cerca de seis décadas en el sector de Los Vilos. Patricia Matte cuenta que el interés por convertir esta zona en un parque nació recién hace dos años, junto con el proyecto para plantar olivos orgánicos en el fundo. "Vino una certificadora suiza y nos hicieron ver que teníamos un lugar privilegiado, con una vegetación bien curiosa que había que proteger". Quien está a cargo de este proyecto es Jorge Larraín, hijo de Patricia, quien junto al biólogo Karl Yunis -especialista en parques privados- han encargado estudios y explorado la zona. "Nos interesa más que nada hacer preservación. Hemos identificado especies de flora única y de bosques relictos que debemos proteger", explica Matte.
Andrónico Luksic, Felipe Briones, Jonás Gómez, Eliodoro Matte y Andrés Ergas, son sólo algunos de los nombres que se escuchan cada vez más seguido en la Patagonia chilena. A ellos se suman millonarios extranjeros. Incluso se comenta que estrellas de Hollywood han visitado el extremo sur en busca de sitios de conservación.
En Zapallar, los proyectos de protección de ecosistemas únicos también despiertan. Un grupo de propietarios de fundos de la zona, entre los que se cuentan el ex alcalde de esa comuna, Federico Ringeling; el socio de Southern Cross Raúl Sotomayor; el presidente de la CPC, Rafael Guilisasti; y el presidente de la Asociación de Bancos, Hernán Somerville, ejecutan, desde mediados de 2009, un plan de conservación privado, que contempla la protección de 2.500 hectáreas. En esta iniciativa son apoyados por The Nature Conservancy (TNC). La idea de largo plazo, explica Victoria Alonso, coordinadora del Proyecto Chile Mediterráneo de TNC, es generar un corredor biológico que vaya desde el balneario hasta el cerro El Roble, lo que incorporaría un total de 180 mil hectáreas.
Bosques amenazados y reservas marinas
Otros de los emprendimientos asociados a TNC es Altos del Juncal, propiedad de la familia Kenrick, que se sitúa en los glaciares donde nace el río Aconcagua. La zona acaba de ser declarada sitio RAMSAR por la Convención Internacional de Humedales. Con esto pasa a integrar la lista de humedales de importancia internacional.
Altos de Cantillana, en lo alto de la laguna de Aculeo, es parte de las iniciativas que desarrolla TNC. La propiedad de 10 mil hectáreas pertenece a las familias Solo de Zaldívar y Letelier Valdés, a los que se suman como socios Juan Noé y Helios Murialdo.
Aunque TNC se ha concentrado especialmente en la zona central, uno de sus proyectos estrella es la Reserva Costera Valdiviana. Se trata de 60 mil hectáreas de selva valdiviana, que la ONG compró en 2003 para proteger los bosques que por años estuvieron sometidos a la tala rasa y a la sustitución por plantaciones de eucaliptos.
Los nuevos polos de conservación también apuntan hacia las reservas marinas, que ya empiezan a despegar como iniciativas. Álex Muñoz, director de Oceana en Chile, explica que el país está atrasado en preservación marina. "Hasta ahora sólo ha protegido el 0,03% de su zona económica exclusiva cubierta con áreas marinas protegidas, cuando tiene un compromiso internacional para proteger al menos el 10% de esta área antes de 2012", dice.
Por eso, la organización trabaja desde hace algunos años para lograr que la zona marina de Caleta Tortel se transforme en un Área Marina Costera Protegida, lo que impedirá la proliferación de salmoneras en esa zona. Lo mismo hacen en la IV Región, donde se ubica la Reserva Marina Choros-Damas, donde se proyecta construir dos centrales termoeléctricas.
El nuevo mapa de la conservación
Gastos compartidos
Para conservar no necesariamente hay que desembolsar grandes sumas de dinero. En Chile existen varios ejemplos de proyectos privados en los cuales un grupo de personas se organiza para comprar y administrar un predio. Un ejemplo es Parques del Estuario, en Reloncaví, que agrupa a un variopinto grupo, entre quienes se cuentan el ex ministro de Hacienda, Andrés Velasco; la ecologista Sara Larraín; el ex intendente de Santiago, Marcelo Trivelli; el ex gerente general del Administrador Financiero del Transantiago, Enrique Méndez, y el ex ministro Álvaro García. Situado a un costado del Parque Alerce Andino, el predio de 1.600 hectáreas fue comprado a mediados de los 90 y hoy participan en la sociedad cerca de 40 familias que deben desembolsar 1 UF al mes para las tareas de mantención y apertura de senderos. Trivelli cuenta que el proyecto busca preservar los alerces milenarios de la zona y ser usado en vacaciones. Claro que llegar hasta esa zona no es fácil. Como no existen caminos, la única forma es a través de un bote o tras una caminata de tres horas.
Otra iniciativa de este tipo es el Parque Ahuenco, situado en un terreno de 800 hectáreas en Chiloé, que desde 1992 agrupa a diferentes socios. Hoy, son cerca de 42 los accionistas de Inmobiliaria Ahuenco, dueña del predio. Cada acción tiene un valor de 220 UF y para la mantención del parque sus propietarios deben pagar una cuota mensual de 1 UF. Entre ellos están el gerente general de CGE, Pablo Guarda; Claudio di Girólamo; el dueño de la Viña Gillmore, Francisco Gillmore y el fotógrafo Nicolás Piwonka.
Existen varios modelos de conservación: desde los más extremos, al estilo Tompkins, hasta los que buscan hacer negocios.
También en Chiloé se ubica el Parque Tepuhueico -20 mil hectáreas-, creado por Patricio Aguirre y que opera con el modelo de comunidad.
De características parecidas es el Santuario Alto Huemul, en la cordillera de la VI Región, que creó la bióloga Adriana Hoffmann y que se define como una comunidad de conservación abierta.
La lista de nuevos proyectos sigue sumando. El calentamiento global y la mayor conciencia sobre la destrucción del planeta atraen cada vez más recursos a la protección de tierras. Por su diversidad geográfica y la riqueza de sus ecosistemas, los especialistas coinciden en que Chile puede transformarse en un polo interesante para esta nueva tendencia mundial. Francisco Solís, de TNC, lo pone de esta manera: "Chile tiene la oportunidad para ponerse a la cabeza de la conservación en Latinoamérica".
Para que un área protegida privada sea considerada como tal, hay dos fórmulas. Una es que sea declarada santuario de la naturaleza. Ése es el camino que tomó Tompkins con Pumalín. Sin embargo, esta figura no acomoda a muchos conservacionistas, porque las tierras quedan bajo la supervisión del Consejo de Monumentos Nacionales.
Otra alternativa es la servidumbre: una fundación u ONG actúa como garante de que el predio será utilizado con fines de preservación. En Chile, sin embargo, muchas de estas iniciativas optan por quedar sólo bajo las buenas intenciones de sus dueños. Hasta ahora. Hoy en el Congreso se discute una proyecto, basado en la legislación norteamericana, que busca entregar derechos reales de conservación. En la práctica, esto implicará que cualquier propietario de una zona protegida podrá acogerse a esta figura, lo que garantizará que el predio no podrá ser utilizado para otros fines en forma indefinida.