Escalona y heraldo muñoz
Carlos Riutort asumía la presidencia de un club en quiebra. La fecha es 23 de enero de 2002. Colo Colo cargaba una deuda cercana a los $ 22 mil millones y ninguna forma de pagarla. A menos que empezaran a rematarse sus activos. Pero estaba el detalle, pensaba Riutort, de que éste no era un club cualquiera, sino el más popular de Chile. Por eso, existía la posibilidad de que La Moneda ayudara. Mal que mal, explica Riutort, "el cliente político de la Concertación es de los sectores más humildes, que son los mismos que siguen a Colo Colo".
Riutort habló con Camilo Escalona, hincha albo. Éste lo acompañó a La Moneda para reunirse con Heraldo Muñoz, ministro vocero de Ricardo Lagos.
"Yo quería -recuerda Riutort- saber cuál era la actitud del Estado para buscar una fuente de ayuda, que nos diera tiempo para encontrar una salida. Como un convenio judicial con los acreedores, por ejemplo. No hay que olvidar que el principal acreedor del club era Tesorería, por el no pago de los impuestos. Si Tesorería decidía llegar a este convenio judicial, se hacía. Si no, no".
En esa reunión, Riutort le planteó esto. En eso estaba, cuando el ministro pidió que lo esperaran un segundo.
Riutort cuenta que Muñoz se paró, fue a su oficina y volvió con una encuesta en la mano. "Me leyó cuál era el pensamiento de la gente. Me dijo: 'Mira, casi el 90% de la gente piensa que los dirigentes no sirven para nada y que los clubes deben cambiar sus fórmulas'. Y que por eso no podían ayudarnos. Me dejó con el ánimo por los suelos".
Riutort entendió que había una decisión tomada. "Escalona se fue para adentro también. Salimos los dos y me dice: 'Bueno, la verdad es que en este gobierno las cosas se hacen así: con encuestas'".
Riutort pensaba que éste no era un club cualquiera, sino el más popular de Chile. Por eso, existía la posibilidad de que La Moneda ayudara. Mal que mal, explica Riutort, "el cliente político de la Concertación es de los sectores más humildes, que son los mismos que siguen a Colo Colo".
Después de eso, Riutort llamó a Eduardo Menichetti, el ex presidente de Colo Colo que había ganado la Copa Libertadores en 1991. Con él, buscaba formas para salvar al club. Le contó lo que pasó y Menichetti no se desesperó. Concordaron en que lo único que quedaba para ganar tiempo era tratar de llegar a un convenio judicial con los acreedores. Esto porque aún la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas no se aprobaba. Pero quizás lo más importante de esa reunión con Heraldo Muñoz, recuerda Riutort, fue lo que aprendieron: "Teníamos mala reputación. Nadie iba a creer en nosotros".
Consultados por Qué Pasa, cercanos a Heraldo Muñoz aseguran que si bien se reunió con Riutort en diversas oportunidades, no recuerdan que se haya mostrado o discutido encuesta alguna.
Cómo nació la idea
A fines de 2003, Eduardo Menichetti descansaba en la piscina de su casa en Lo Curro, junto a su familia. Cercanos cuentan que fue ahí cuando contó que pensaba que el club debía pasar a la Bolsa para salvarse de la quiebra. Que si replicaban el modelo del capitalismo popular, muchos colocolinos podrían comprar acciones y con eso se pagarían las deudas.
Entonces, Menichetti evaluó qué tan rentable podía ser, para una concesionaria, administrar a Colo Colo. Sacó las cifras de los balances de su antigua gestión, tomando los flujos que entraban por recaudación, venta de jugadores y derechos televisivos, y vio que si lo proyectaba a treinta años los números cuadraban.
El problema era que en el Proyecto de Ley sobre Sociedades Anónimas Deportivas no se contemplaba la posibilidad de una concesión. Menichetti pensaba en un sistema en el cual un club en quiebra podía entregar la concesión del uso y de sus bienes, incluidos los derechos federativos, a una sociedad anónima abierta. El plazo del acuerdo lo tendrían que fijar las partes. Eso sí: no podría ser menos de 30 años, ni menor al tiempo que se necesitaría para pagar la deuda.
Por eso, Menichetti echó mano a sus contactos políticos para que agregaran este formato a la ley. Finalmente, la norma se promulgó el 5 de mayo de 2005, con el apartado de la concesión. Colo Colo entraría a la Bolsa, bajo ese formato, el 24 de junio de 2005 como Blanco y Negro, nombre que propuso Menichetti.
La bolsa o la vida
El rol de Ravinet
Juan Carlos Saffie fue el síndico de quiebras de Colo Colo entre 2002 y 2003. Aunque en 2004, cuando el síndico era Francisco Goñi, "Saffie seguía siendo un tipo cuya decisión era importante en el proceso", explica Carlos Riutort. Su labor consistía en pagarles lo antes posible a los acreedores. Con esa idea en mente, pensó que vender el Monumental no era una mala alternativa. Se trataba de 22 mil metros cuadrados en Macul que, además, estaban cerca de una estación de Metro. A ese terreno, se decía por esos años, se le podían sacar US$ 20 millones. Eso sí, siempre y cuando se cambiara el uso del suelo y dejara de ser un área verde deportiva.
Cuando Menichetti, Riutort y Cristián Varela se enteraron de esto, invitaron a almorzar a Saffie al Club Unión El Golf, para plantearle la idea en que estaban trabajando: la salida a la Bolsa. En esa reunión, que ocurrió durante el segundo trimestre de 2004, Menichetti le expuso el proyecto a Saffie. Cuando terminó, recuerda Riutort, Saffie dijo que "si pensábamos que Colo Colo podía llevar a cabo un proyecto de concesión por treinta años, colocar US$ 30 millones en la Bolsa, y pagar las deudas sin vender parte del terreno, estábamos locos".
Después de esa reunión Menichetti entendió que lo que más importaba en ese minuto era que no se le cambiara el uso de suelo al Monumental. Por eso, pidieron una reunión con Jaime Ravinet, ministro de Vivienda por entonces. Cuando lograron juntarse, Menichetti le planteó el caso. Ravinet lo apoyó. Además, recuerda Riutort, "que el gobierno autorizara el cambio del uso de suelo del Estadio Monumental habría sido una movida muy arriesgada políticamente hablando".
Un par de días después, Ravinet y un grupo de ex presidentes de Colo Colo llamaron a una conferencia de prensa. Ahí el ministro dijo que a pesar de que la sindicatura no había pedido formalmente la desafectación de los terrenos, ésta no se autorizaría. También dijo que "desde el punto de vista urbano, pensamos que ante la carencia de áreas deportivas y verdes en Santiago, no nos parece en principio recomendable".
¿La mano de Jovino Novoa?
Hoy, Sergio Guzmán es el presidente del Sistema de Empresas Públicas (SEP). Pero, en 2004, recién acababa de dejar la gerencia general de Embotelladora Andina. Un día, en marzo de ese año, saliendo de la parroquia Santa Teresa de los Andes, se topó con Menichetti. Ambos se conocían. Los dos estudiaron en el Luis Campino y cuando Guzmán trabajaba en Embotelladora Andina y Menichetti era presidente de Colo Colo habían tenido que negociar. Y claro, ambos eran hinchas albos.
Menichetti entendió que lo que más importaba era que no se le cambiara el uso de suelo al Monumental. Por eso, pidieron una reunión con Jaime Ravinet, ministro de Vivienda por entonces. Cuando lograron juntarse, Menichetti le planteó el caso. Ravinet lo apoyó.
Menichetti le dijo que quería plantearle algo. Guzmán le respondió con una invitación: que lo fuera a ver a su oficina en Gertrudis Echeñique con Apoquindo. Guzmán cuenta que Menichetti llegó con Riutort y le dijo que "quería convertir a Colo Colo en una concesión. Yo lo encontré razonable. Pero lo que no encontré razonable, fue que me pidiera ser quien liderara el proceso". Menichetti le dijo que tenía buena imagen, experiencia y contactos en el mundo financiero. Que eso servía. Guzmán le respondió que meterse en algo así le parecía irresponsable. Que lo único que tenía era su reputación y que la dirigencia deportiva tenía mala imagen. "Ahí mismo -recuerda Guzmán- le dije que no contara conmigo".
Sin embargo, la propuesta de Menichetti le quedó dando vueltas. Guzmán se juntó con Arturo Marín -del estudio de abogados Guerrero, Olivos, Novoa y Errázuriz- y con Sebastián Obach -de Cariola, Diez, Pérez Cotapos-. A ambos les parecía una buena idea, pero no estaban seguros de entrar al negocio. Todo cambió cuando Guzmán conversó con José Miguel Barros y Fernando Larraín -de LarrainVial- para preguntarles si les interesaba el proyecto de colocar a Colo Colo en la Bolsa. "Dijeron: "Este proyecto es nuestro". Fueron casi temerarios", recuerda Guzmán.
Teniendo el apoyo de LarrainVial, Guzmán regresó donde Arturo Marín, que ahora sí les preguntó a sus socios qué les parecía la idea. El detalle es que dentro de los miembros del bufete estaba Jovino Novoa, reconocido colocolino e hijo de un antiguo presidente del club. A Guzmán no le consta, pero cree que Novoa puede haber influido en convencer a sus socios.
Las condiciones a Menichetti
Cuando Menichetti supo que Guzmán, LarrainVial y el estudio de abogados se unían al proyecto, sintió que gran parte del trabajo estaba hecho. Con un consorcio de profesionales encargados de la concesión del club, la imagen de Colo Colo no iba a empeorar. Sin embargo, en la oficina de Sergio Guzmán, este consorcio le planteó a Menichetti dos condiciones para entrar. La primera era que él estuviera fuera. Sergio Guzmán le dijo que, le gustara o no, a él lo ponían en el saco de los dirigentes mal evaluados. Menichetti no tuvo problemas y pidió que su representante fuera Cristián Varela. La segunda, explica Guzmán, era "que ese contrato no se podía desahuciar por parte de la corporación. La corporación no podía ponerle término al contrato por un periodo de dos años. La primera etapa consistió en que Eduardo consiguiera la autorización de los directores de la corporación para poder hacer eso posible. Fue un proceso largo y bien complejo. Tuvimos muchas reuniones".
Menichetti también hizo un pedido. Quería que reivindicaran su imagen. Guzmán le dijo que sí. Que más adelante, cuando la concesión estuviera consolidada, podrían hacerlo. Guzmán dice que hubo instancias. Como, por ejemplo, la ceremonia de aniversario de los 15 años de la obtención de la Copa Libertadores, en 2006, a la que asistieron 300 invitados en las dependencias de la CCU. Sin embargo, cercanos a Menichetti -quien murió en 2007- dicen que esa reivindicación nunca llegó.