Por Felipe Bianchi Julio 9, 2010

Se equivoca el que cree que lo de Bielsa y Piñera, en La Moneda, fue una manifestación política. Ideología tiene Bielsa, pero no la anda desplegando a los cuatro vientos. Es un tipo extremadamente reservado. Extraño también. Pero es un ciudadano educado. El que no mire a los ojos en las conferencias de prensa o que le cueste estirar la mano en ceremonias no tiene que ver con grosería o falta de tino. Se mezcla más bien con la inteligencia emocional. Un cajón que en este caso no parece estar muy lleno. Pero Bielsa sabe perfectamente lo que es la investidura presidencial. Por eso fue a La Moneda. Si hubiese pensado en manifestarse políticamente con fuerza y claridad, no hubiera ido. Se habría bajado en Buenos Aires.

La frialdad de esa tarde tampoco tiene que ver con un apoyo tácito a Mayne-Nicholls. Bielsa nunca tomaría partido en las peleas internas de la ANFP. No le parece que ésa sea la misión de un entrenador. Y tiene toda la razón. Lo que pasó en La Moneda tiene que ver con la casualidad. Pero todo se agrandó debido a que, sin querer, se mezclaron cosas. Casi ridículamente.

Digo: ni Bielsa es un bruto desconsiderado ni Mayne- Nicholls un prominente izquierdista, un revolucionario, o un agente movilizador del retorno de Bachelet. Resulta casi gracioso que aparezca hoy como el gran enemigo público de la derecha. Por favor. Lo que sí es cierto, aunque seguramente no tuvo nada que ver en la frialdad del DT, es que hace rato que existe una enorme lucha de intereses en el seno de la ANFP. Entre otras cosas, porque hay varios plazos que se acaban a fin de año. Desde luego el contrato millonario con el CDF. O al menos la posibilidad de modificarlo. Pero también el gobierno de Mayne Nicholls. Vienen elecciones. Y crecen los colmillos. Más aún si hoy la ANFP es considerada una niña bonita, un botín apreciable. Se arreglaron los estadios, entra más plata por auspicios, la selección recuperó la dignidad, las relaciones con la FIFA son estupendas. Pasamos de las bicicletas de Reinaldo Sánchez (literalmente) a andar en auto elegante. O casi elegante. Al campeonato todavía le falta mucho, pero esta ANFP avanzó 10 años en apenas 4. Eso es evidente. ¿Qué ocurre entonces? Que hay quienes quieren asegurar lo que sienten suyo. Y protegerse. Básicamente, los clubes que se sienten afectados por esta especie de "socialismo añejo" que ampararía la ANFP. Algunos se mueven por temas de fondo pero también por las ofertas del momento (los de colonia, los del cobre, Everton y un par más). Y otros, los cabecillas -la UC, la U y Colo Colo-, despliegan una idea clave: lo que genere el fútbol debe ser, en su mayoría, para los que hacen la fuerza. O sea, ellos. Libre mercado y no un Estado subsidiario (ANFP) donde van a llorar los más chicos.

Eso es, grosso modo. Más un par de cosas. Claves. Y feas. Una: los "grandes" ven a Mayne-Nicholls como un enemigo oportunista que defiende a "los chicos" para ganar sus votos, tal como hace Blatter en la FIFA con los africanos. Dos: los que encabezan la oposición, los que la articulan, han sido y siguen siendo prominentes representantes de Colo Colo. O sea, del gobierno. Al menos eso piensa Mayne-Nicholls. Y no está tan errado. Por eso sus dardos apuntan a Ruiz-Tagle y al propio Piñera quienes, quizá por querer no perder pan ni pedazo, o por defender lo que consideran legítimo, cometieron un gran error: quedarse en Colo Colo. Lo que resulta impresentable ya que hoy comen en el comedor y en la cocina al mismo tiempo. Y eso nunca es bueno, decía mi abuelita.

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