Por Lorena Rubio Enero 7, 2011

© Nicolás Ábalo

En la denominada "salita de la presidencia" del Central se llevó a cabo este lunes una reunión cuyo resultado remeció el mercado de divisas chileno al día siguiente.

Se trata de una sala que el mandamás del instituto emisor ocupa como biblioteca y donde se han afinado las decisiones más polémicas de la "era De Gregorio".

Es tal el cuidado que existe para resguardar este tipo de encuentros -cuyos resultados generan movimientos no sólo en el mundo financiero- que en el salón existe un "distorsionador de ruidos", que impide que lo que se habla allí sea interceptado desde el exterior.

Mientras el mercado aún digiere los efectos del anuncio, De Gregorio se prepara para viajar este sábado a Basilea, donde cada dos meses se reúnen los presidentes de bancos centrales que son miembros del Banco Internacional de Pagos (BIS, en inglés). El "Pepo", como le dicen sus cercanos tiene claro que "pregunta obligada" será la medida anunciada esta semana por el ente que preside.

-¿Cuánta sangre fría se requiere para ser presidente del Central?

- Depende la oportunidad. A veces, bastante. En todo caso, pienso que más sangre fría, uno tiene que tener mucha convicción en lo que hace. Reflexionar y pensar antes de tomar decisiones y saber que uno toma decisiones con riesgo. Que no son blanco o negro. Hay que mostrar un camino, una estrategia y para eso uno requiere convicción en lo que hace. Si uno no es capaz de explicar qué está haciendo es que no lo entiende o no está bien.

- Su período a la cabeza del BC ha siso turbulento. ¿Se esperaba un cargo tan polémico?

- Me han tocado muchísimas turbulencias. Desde el punto de vista profesional, he tenido una suerte increíble. Me tocó presidir el Central en la peor crisis de los casi últimos 100 años y no ser responsable de ella. Eso le decía a un colega de un país desarrollado: "es fascinante este gran desafío y no ser responsable de la tormenta, o si no el cargo de conciencia sería grande". Porque a nosotros nos llegó esta tormenta de afuera y hubo que manejarla. Además de eso, partimos con una inflación alta, luego el terremoto, ahora las tensiones cambiarias.

-Haber enfrentado esa coyuntura le sube los bonos.

-Yo nunca he tomado mis decisiones, y esto es muy importante porque hay mucha gente que si lo hace, para ver cómo se va a ver en mi curriculum. En ese sentido, la experiencia y lo que uno aprende y puede aportar desde una posición como ésta es tremendamente importante. Lo que significa esto además en un mundo integrado, haber enfrentado una crisis donde sí fue importante la comunicación con el resto del mundo, en un mundo que se está ordenando financieramente, en donde Chile es un país que tiene algo que decir, que tiene un liderazgo internacional, lo que sin duda desde el punto de vista profesional es invaluable.

"La comunicación formal al Ministerio de Hacienda fue el mismo día del anuncio (lunes 3 de enero) a través de un contacto telefónico en donde yo le comuniqué a él nuestra decisión. Éste era un tema que en las reuniones de coordinación que tenemos veníamos discutiendo hace ya un tiempo".

- ¿Cuál es la lección más importante de este período, que concluye a fines de año?

- Tal vez, una de las cosas que aprendí fue que no existen los períodos apacibles. Uno pensaba que luego de 2009 no habría muchas tensiones, pero lo cierto es que administrar la bonanza  es a veces  más complejo, incluso que la crisis. En esta última todos de acuerdo para dónde hay que ir. En cambio, en los períodos de bonanza, hay muchas disparidades sectoriales que generan fricciones que uno debe saber administrar. Lo más importante de este tipo de etapas es que la bonanza sea duradera y ese es nuestro objetivo.

La intervención

- ¿Cómo se toma la decisión de intervenir el mercado cambiario?

- Estas son decisiones que se van percibiendo en las discusiones en el Consejo del banco y uno va dándose cuenta del ánimo que existe. Los que nos hace convencernos hace unas semanas atrás y empezar a decir: "esto va", fue durante la discusión del Informe de Política Monetaria. En ese momento hay mucha discusión del escenario macro y se plantea como relevante la existencia del riesgo de que el mundo permanezca desacoplado (niveles dispares de crecimiento), lo que incrementa las tensiones cambiarias. Nos damos cuenta de dos fenómenos: el primero, que nuestras reservas se habían estado reduciendo (como porcentaje del PIB) en el último tiempo y tener un alto nivel de reservas para proteger la economía es saludable. Además, nos damos cuenta que la presión sobre el tipo de cambio, con el consiguiente sesgo a la baja, podía mantenerse durante todo el 2011.

- ¿La inquietud surge de todos los consejeros?

- El IPoM es un documento acordado por todos los consejeros. Es en esa discusión donde empieza a sentirse este fenómeno como tema. Luego vienen las discusiones internas en el Consejo.

- ¿Con qué regularidad comenzaron a reunirse para despejar la posibilidad de una intervención?

- Nos reunimos dos o tres veces para discutir esto. Hace un par de semanas nos reunimos los cinco consejeros para discutir exclusivamente esto. Luego nos reunimos con el staff; lo discutimos con ellos y se comienza a sopesar más precisamente qué decisión se va a tomar, haciendo los trabajos y análisis necesarios. En ese momento entramos en el detalle de la magnitud que debiera tener esta medida. Básicamente, la discusión giró en torno a qué queríamos conseguir con una medida como ésta.

"Presionar no es la forma de lograr una intervención"

- ¿Estaban todos de acuerdo con la medida?

- Hubo bastante discusión y decir la postura de cada uno no agrega mucho. Sin embargo, fue un acuerdo del consejo en su totalidad. Si no hubiera acuerdo se sabría.

- ¿Fue unánime?

- Completamente.

- ¿No hubo posturas distintas?

- Antes de llegar al acuerdo hay gente que puede pensar de una manera, pero en nuestras discusiones más que posturas se debaten los pros y contras. Luego discutimos el comunicado y también el plan de deuda.

- ¿En qué reunión de Consejo se decide intervenir?

- Esto se decidió el lunes, el mismo día en que se comunica al mercado.

- ¿Cuándo se lo comunica a Hacienda?

- La comunicación formal al Ministerio de Hacienda fue el mismo día (lunes 3 de enero) a través de un contacto telefónico en donde yo le comuniqué a él nuestra decisión. Éste era un tema que en las reuniones de coordinación que tiene él conmigo y con nuestros economistas jefe, veníamos discutiendo hace ya un tiempo. El tema cambiario ocupaba  parte importante de nuestras reuniones de coordinación.

- ¿Es efectivo que en la reunión del consejo que se decidió la medida estuvo el ministro Felipe Larraín?

- No. Eso no es cierto.

- ¿Tampoco antes o después de la reunión usted se reunió con el titular de Hacienda?

- Yo me reúno habitualmente con el ministro de Hacienda en reuniones de coordinación.

- ¿Cuál fue la última vez que se reunió físicamente con el ministro Larraín?

- La última vez que estuve reunido de forma personal con el ministro Larraín y nuestros respectivos asesores fue antes de Navidad. Pero más allá de eso, lo importante es que en nuestras discusiones está presente desde hace varios meses el tema cambiario. Nos planteamos qué se puede hacer y qué podemos hacer nosotros. Él ha dado su opinión y yo la mía. Luego le informo al Consejo. Todo en una relación muy franca y abierta.

-En todo caso, no es un misterio que su relación con el antecesor de Larraín, Andrés Velasco era más fluida.

- Hay una diferencia con el ministro anterior, que es obvia, y es que nos tocó enfrentar juntos una crisis que nos significó tener reuniones todos los días. Hubo un momento en que tuvimos reuniones todos los días en la noche, porque durante el día se trabajaba y durante la noche se evaluaba. En septiembre-octubre del año 2008 había una situación extraordinariamente tensa en el mercado financiero. Entonces obviamente teníamos reuniones todos los días, y los fines de semana nos juntábamos a comer para seguir conversando el tema.

"Este es el momento para que los sectores exportadores hagan ajustes de productividad, costo y demanda, en un mundo donde esta situación se puede prolongar por bastante tiempo".

- ¿Hubo alguna autoridad de gobierno en la sesión en que se decide ir adelante con la intervención?

- Esta fue una decisión autónoma que se tomó sólo en presencia de gente del banco: el consejo, algunos gerentes y el fiscal.

- Le transmitieron al gobierno central de qué magnitud sería la intervención y cómo se financiaría?

- Antes de tomar la decisión no. Aunque, nosotros (remarca) como Banco Central tomamos en cuenta obviamente las emisiones que va a hacer el Fisco para nuestro plan de deuda, pero la forma de cómo esterilizar la intervención es una decisión propia y autónoma.

- ¿Cómo se definieron los US$ 12.000 millones que está dispuesto a comprar el Central de aquí a diciembre?

- Primero establecimos cuánto era capaz de absorber el banco de acuerdo a nuestro balance. Porque existen límites: no podemos tener el 100% del PIB en reservas. Se definió que las economías similares a Chile mantienen en torno a un 17% del Producto en reservas. Nuestra capacidad, en todo caso, no es ilimitada. Estamos llegando a valores altos, pero manejables desde el punto de vista financiero. En segundo lugar, evaluamos los niveles de reservas que tienen economías similares a las nuestras y algunos modelos estadísticos.

Presiones sobre el Central

- Tras el anuncio de este lunes, muchos señalan que: "surtieron efecto las presiones". ¿Qué responde usted?

- Es muy raro -aun cuando puede ocurrir- que una intervención ocurra cuando no hay presión. Porque lo normal es que uno intervenga cuando el tipo de cambio está apretando. Eso es la realidad. Lo que tenemos que lograr es una manera de que las presiones no se transformen en la forma de llegar a las intervenciones. Las amenazas me parecen a mí imprudentes. Siempre habrá voces que señalen que hay que intervenir, pero presionar no debiera ser la forma de lograr una intervención. Sobre todo en un espacio donde hay muchas opiniones del mundo político. Nosotros, por supuesto, tomamos en cuenta las distintas visiones, pero debo precisar que hubiéramos tomado igual la determinación con o sin presiones y que, como Banco Central, nuestro compromiso es con la flotación cambiaria y no con las intervenciones.

- ¿Pero reconoce que en esta determinación se escucharon las opiniones de diversos actores?

- Uno escucha en el Senado, a gente de regiones; a los actores productivos. Uno ve la realidad del país, del consumo, de todas las variables. Las presiones siempre van a ocurrir en estos episodios.

"Presionar no es la forma de lograr una intervención"

-En octubre pasado causó polémica la frase del Presidente respecto a que el "Banco Central siempre puede hacer más". Muchos plantearon su preocupación por lo que calificaron como una intervención que ponía en riesgo la autonomía del central. ¿Eran exageradas esas opiniones?

-Tampoco me corresponde a mí evaluar lo que dicen otras personas respecto de lo que dice el Presidente. Ése es un debate que escapa al ámbito del banco. El Banco Central es autónomo, y tiene bien ganada esa autonomía, y nosotros si hay discusión respecto a esa autonomía no es un tema en el que nos corresponda inmiscuirnos. Desde el punto de vista de nuestro accionar somos autónomos, y siempre pensando en el bienestar de todo el país.

-¿Le planteó su molestia a La Moneda respecto a esa declaración?

-No.

-¿No está en riesgo en ningún caso la autonomía ni estuvo en este episodio?

-No, son comentarios de las autoridades políticas.

- Fue notorio que hubo cierta molestia en esta institución.

- Obviamente cuando yo leí esa entrevista tuve mi opinión personal, y no son temas en los que corresponda decir nada de lo que he pensado. Lo único que corresponde decir son los hechos, que son que nos juntamos con el Presidente, tuvimos una muy buena reunión, y no siento que tengamos problemas de coordinación. Este BC está completamente a disposición para cualquier instancia de cooperación.

-¿No le preocupa, dado que estamos al final de su periodo como presidente, que lo ocurrido con el dólar termine perfilándolo como una persona excesivamente ortodoxa?

- Yo pienso seguir actuando hasta el último día de mi mandato como he actuado siempre, porque haya una buena política monetaria y porque este país pueda progresar. Si el último año a uno le toca un resbalón o no es un detalle. Lo importante es que tengo una profunda convicción, y es que este país ha podido recuperarse de la gran recesión que sufrió el mundo,  y si este país tiene buena perspectivas, es en gran medida por lo que ha hecho este banco.

¿Un cambio de postura?

- ¿Por qué uno tiene la impresión que, respecto a lo que se dice en el IPoM y en sus últimas entrevistas, hubo un cambio de postura respecto a la conveniencia de actuar en el mercado cambiario? Usted mismo ha dicho que las intervenciones son como Afganistán: se sabe cómo se entra, pero no cómo se sale.

- La diferencia con ese tipo de actuaciones es que nosotros establecemos un plan de entrada y de retiro clarísimo.

- Y también carísimo…

- Esto tiene costos, efectivamente, y vamos a endeudarnos para efectuar la compra. El mayor costo será la diferencia de tasas entre lo que ganamos por depositar los dólares y lo que pagamos por tomar la deuda. Esto va a ser cerca de tres puntos porcentuales de diferencial de tasa. No obstante, el momento en que uno compra puede compensar el diferencial porque el dólar está barato.

- Siempre y cuando el tipo de cambio incremente su valor.

- Exacto. Si es que incrementa su valor y la condición se normalice, como ocurrió en 2008. Por eso, hubiera sido mucho más costoso intervenir con un dólar a $ 530. Ahí, la probabilidad de superar ese valor era improbable. Aquí la ganancia de capital es producto del precio al que está comprando.

- Esta será la mayor intervención cambiaria en la historia. ¿Vale la pena es implementar una medida tan costosa cuando es sabido que el tipo de cambio va a continuar bajo?

- Lo más probable es que tenga costos. Es verdad que esto no tendrá efectos permanentes, pero desde el punto de vista del país, esto provee una ventana de tiempo para que se hagan ajustes reales de productividad y mayor ahorro. Estos ajustes tienen que existir si realmente queremos enfrentar estos desafíos. Con esto lo que estamos haciendo es que por un período que podría ser bastante prolongado se dé espacio para que estos ajustes ocurran.

- ¿Se refiere a ajustes en la matriz productiva de Chile, un acomodamiento en los rubros exportadores?

- Exactamente. Este es el momento para que esos sectores hagan ajustes de productividad, costo y demanda, en un mundo donde esta situación se puede prolongar por bastante tiempo. Con esto, estamos llegando a un nivel suficiente de reservas, donde queda claro que no vamos a ocupar este tipo de medidas para siempre.

- Usted se va en un año más, que será el momento en que veremos probablemente las consecuencias de esta intervención. ¿Ha pensado que finalmente sea más costosa de lo pensado y que sea su sucesor en la presidencia quien deba hacerse cargo de ello?

- Esta institución funciona con cinco consejeros y cada dos años se renueva un consejero. El staff no cambia cuando cambian los integrantes del consejo. Lo que quiero decir es que ésta es una institución súper estable y las decisiones que se toman son institucionales, no de una sola persona.

- ¿No le preocupa que esto sea leído finalmente más bien como el anuncio de un agravamiento del panorama externo?

- No. El mensaje que ya dimos en IPoM y en el Informe de Estabilidad Financiera fue: "ojo, estamos muy bien, pero no minimicemos los riesgos". Eso se mantiene en este comunicado. Estamos en un mundo que todavía está saliendo de una gran crisis.

- Entonces, ¿no hay riesgos concretos -distintos a los que se percibían cuando se dio a conocer el IPoM el 20 de diciembre- que hayan surgido en las últimas dos semanas?

- No han surgido. Se trata de riesgos que destacamos en el IPoM, que son parte de la discusión: el peligro de un rebrote de tensiones financieras en Europa, la incertidumbre respecto a EE.UU., etc. El mundo está creciendo esquizofrénicamente. Si bien se recupera de la gran recesión y crece a tasas altas, todavía existe una situación muy deprimida y con mucho riesgo en las economías más avanzadas.

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