Por Axel Christensen | Director ejecutivo BlackRock Febrero 11, 2011

Sale crecimiento, entra inflación

Durante el 2010, el crecimiento fue el centro de preocupación de los economistas y analistas financieros. Finalmente, las cifras de recuperación de la actividad en los principales países desarrollados, particularmente Estados Unidos y Alemania, disiparon estas ansiedades.

Pero los mercados financieros entran el 2011 con un nuevo foco de inquietud: la inflación.

Ya el año anterior, el aumento sostenido y generalizado de precios de bienes y servicios fue un centro de atención en las economías emergentes, sobre todo en países como Brasil (+5,9%), Rusia (+6,9%), India (+9,5%) y China (+4,6%), aunque los peores casos fueron  Argentina y Venezuela, que superaron inflaciones del 25%.

Ello llevó a que muchas de las autoridades económicas de esos países comenzaran a reducir los estímulos monetarios -bajas en tasa de interés- que habían utilizado para salir de la crisis financiera que comenzó el 2008 y que llevó a la contracción económica que afectó al planeta el 2009.

Este año se anticipa como uno en que la inflación (o la preocupación por ésta) se extenderá desde los países emergentes a los desarrollados. Si bien los niveles de precios aún están por debajo de los objetivos en muchos de estos países (Estados Unidos y Japón, este último aún con problemas deflacionarios), en otras áreas las presiones inflacionarias empiezan a superarlos, como en la Unión Europea, donde el 2,4% registrado en enero está por sobre el máximo de 2% que establece su Banco Central. En el Reino Unido, la situación es aun peor, con una inflación que viene superando el 2% desde fines del 2009, llegando al 3,7% en diciembre.

¿Hay que preocuparse ahora de la inflación?

Buena parte del aumento en los indicadores de precios al consumidor se relaciona con el alza en el costo de las materias primas (bien conocemos la trayectoria que ha tenido el cobre, así como el petróleo) y de los alimentos. Estos últimos son muy relevantes en economías emergentes, pues explican un porcentaje de la canasta de bienes y servicios que se mide para determinar la inflación. Lo que se observa, por tanto, es un ajuste relativo de precios, donde suben los costos de las materias primas -generalmente provenientes de países en vías de desarrollo- versus el precio de bienes y servicios, así como de salarios, de las naciones desarrolladas. Las brechas entre ambos -emergentes y desarrollados- se va cerrando.

Pero no todo es materias primas. En el caso del Reino Unido, el aumento en el IVA -con el objeto de reducir su abultado déficit fiscal- explicaría una parte importante del alza inflacionaria de comienzos de este año. Más importante aún, las razones de la aceleración de precios se pueden fundamentar en el efecto de políticas expansivas, tanto monetarias como fiscales, en los mercados desarrollados que han hecho crecer la cantidad de dinero. Con más dinero persiguiendo menos bienes, el resultado es esperable: se genera inflación.

Si se observa que lo que hay detrás de las presiones inflacionarias se concentra en factores externos (alimentos, políticas monetarias de otros países) y que parecen ser ajustes de una sola vez, ¿tiene sentido preocuparse de la inflación en Chile? 

"La historia no se repite, pero rima", decía el ingenioso escritor norteamericano Mark Twain. En respuesta a la pregunta anterior, el recuerdo de la inflación anualizada que alcanzó cerca del 10% en septiembre de 2008 -muy por sobre el rango entre 2% y 4% del Banco Central- sigue estando demasiado presente. Sobre todo, para el mismo emisor.

En esa ocasión, las alzas de precios externos o por efectos estacionales generaron presiones en el costo del resto de los bienes y servicios, en lo que se conoce como "efectos de segunda ronda" inflacionarios, que finalmente llevaron al Central a elevar las tasas de interés.

No "free lunch"

Una situación similar se puede estar presentando ahora.  Hay un aumento de los precios de alimentos y combustibles, en un escenario de recuperación económica y de empleo que observa un aumento de 4,7% en las remuneraciones durante el 2010.

Si bien el Banco Central ha venido subiendo las tasas de interés desde mediados del 2010, en un camino de vuelta a condiciones "normales", aún están por debajo del 5% previo a la escalada inflacionaria del 2008, tras la cual el emisor debió elevarlas por sobre el 8%.

Las medidas para contener la inflación no serán gratis. Se trata de una situación similar a la reciente intervención para frenar -al parecer momentáneamente- la caída libre del dólar, que tuvo como efectos colaterales un aumento de precios de bienes importados como la bencina, y un aumento en las tasas de interés de mercado, reaccionando a las emisiones que el Central realizará para financiar las compras de dólares.

Ahora, el "remedio" para combatir la inflación se traducirá en nuevas alzas de interés (por lo que es un buen momento para cerrar un crédito hipotecario) y en nuevas presiones a la baja sobre el dólar (lamentablemente para el sector exportador).

Use protector

La inflación no sólo tiene un impacto sobre los bienes y servicios que compramos. También afecta nuestras decisiones de inversión. Ante escenarios de alzas de precios, es importante buscar aquellos instrumentos que ofrecen mayores grados de protección. Tal es el caso de depósitos bancarios o bonos en Unidades de Fomento.

Para el mercado de las acciones, son más defensivas ante la inflación las de  aquellas empresas que pueden indexar sus ingresos a ella, como las de utilidad pública (eléctricas o sanitarias). Finalmente, está la protección que pueden dar los llamados activos "reales", como inversiones inmobiliarias o commodities (oro, plata, entre otros) que suelen ajustar sus precios de manera sincronizada al aumento del costo de la vida.

*Director ejecutivo BlackRock.

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