Por Ricardo Leiva Febrero 18, 2011

"Sé que soy especial", dice con frecuencia el entrenador del Real Madrid, José Mourinho. "Tengo claro que no soy el mejor entrenador del mundo", replica el director técnico del Barcelona, Josep Guardiola. Ambos representan dos estilos de liderazgo totalmente antagónicos, como Pelé y Maradona. "Pep" es educado, conciliador, respetuoso y humilde. "Mou" es el chico malo, el conflictivo, el arrogante.

Si Albert Camus, a quien se le atribuye la cita "todo lo que sé de los hombres lo aprendí en el fútbol", tenía algo de razón, los estrategas de los principales clubes españoles pueden ser el mejor ejemplo. Hoy son varios los especialistas determinados a destilar lecciones para aplicar fuera de la cancha. En un país donde las noticias deportivas dan tanto motivo para celebrar, en oposición a las económicas, que dan motivos para llorar, no resulta raro que los deportistas de elite sean los nuevos maestros.

En los últimos meses, se han publicado en Madrid y Barcelona decenas de libros sobre liderazgo y deporte, y sobre cómo aplicar las estrategias deportivas para triunfar en la vida. Escuelas de negocios como el IESE de la Universidad de Navarra ahora estudian la gestión del talento del Fútbol Club Barcelona, pues para dirigir un departamento de recursos humanos puede ser más útil aprender lo que hacen en La Masía, la escuela de futbolistas del Barça.

Leonor Gallardo y Juan Carlos Cubeiro han analizado las carreras de Guardiola y Mourinho desde el punto de vista de la gestión y el liderazgo. Sus últimos libros se llaman, precisamente, "Liderazgo, empresa y deporte" (2008), "Liderazgo Guardiola" (2010) y "Mourinho vs. Guardiola" (2010).

Ambos técnicos no sólo  representan estilos distintos; son también expresiones opuestas del éxito. Uno es el genio aislado. El otro, la expresión de un sistema.

Mourinho: El ingobernable

"Gracias a Dios, me falta modestia, una cualidad que no ayuda en nada", dijo Mourinho hace algunas semanas. El técnico del Real Madrid promueve la competencia entre sus propios dirigidos y da prioridad al lucimiento de sus individualidades. Si uno de sus jugadores no hace lo que él quiere, lo ridiculiza ante la prensa, como hizo con Pedro León y Sergio Canales, nuevos (y talentosos) fichajes del club que hasta ahora no han jugado ni medio tiempo. Semana por medio, se pelea con sus jefes. Acaba de marginar a su superior directo, Jorge Valdano, en una batalla de la que salió airoso, para entenderse directamente con Florentino Pérez, el presidente de la institución.

Pese a que el club ha sobrepasado todos los récords en contrataciones, Mourinho nunca está satisfecho y exige más refuerzos. A pesar de que tenía un "nueve" en el equipo, Karim Benzema, como no era de su gusto, exigió otro. Ya que amenazó con marcharse, el club cedió y contrató a Adebayor. Para el periódico El País, es la primera vez en la historia del Real Madrid que un entrenador se impone así, públicamente, al presidente de la institución.

Según la consultora Leonor Gallardo, las organizaciones cometen una grave equivocación cuando permiten a sus líderes acumular tanto poder. Por desgracia, se trata de un error muy común: "Una organización no puede depender de nadie. Si falta el líder u otra persona, el barco debe navegar igual".

Gerardo Castillo piensa algo similar. Este profesor de la Universidad de Navarra, especializado en psicología y formación acaba de publicar el libro "Los valores secretos de 22 jóvenes deportistas de elite", y dice que lo que acaba de pasar en el Real Madrid es pernicioso: "Es la negación del trabajo en equipo y es lo que destruye a una organización. Así puedes alcanzar resultados a corto plazo, pero no serán perdurables. El profesional conflictivo no permanece mucho tiempo en una misma organización, aunque haya tenido éxitos".

Mourinho ejerce su poder en los vestuarios con mano dura. Así lo retratan Gallardo y Cubeiro en su libro "Mourinho vs. Guardiola": "Es el único jefe y todo lo referente al primer equipo está bajo su control". Mourinho es el típico "entrenador autoritario": "No se casa con nadie y es resultadista hasta el extremo. Se convierte en el foco principal de la prensa. Es un maestro en llamar la atención, consiguiendo así a menudo descentrar al rival y quitar presión al resto del equipo".

Con ese mando vertical, el año pasado ganó las dos competiciones italianas y la Liga de Campeones de Europa, convirtiéndose en el mejor entrenador según la FIFA.  Es un ganador nato. Por eso el Madrid tuvo que pagarle 20 millones de euros al Inter para que lo dejara partir antes de cumplir su contrato, y por eso le paga otros ocho millones de euros anuales de sueldo.

El dinero no es problema para el Real Madrid: después de pagar más de 150 millones de euros por Ronaldo y Kaká, el verano pasado se gastó otros 80 millones de euros para fichar a Di María, Özil, Khedira, Pedro León y Canales, y acaba de desembolsar otros 15 millonesde euros  por Adebayor.

Guardiola: El protector

Josep Guardiola pone primero al equipo y aparta a los individualistas y altaneros, como Eto'o, por buenos que sean. Mima a sus subordinados en público, pero les exige trabajar el 1 de enero. Si tiene problemas con alguien, como los que tuvo con Ibrahimov, pide disculpas delante de las cámaras. Suele felicitar en público a sus rivales y nunca se relaja frente a los adversarios, por modestos que parezcan. El Banco Sabadell lo usa como rostro publicitario y lo contrató para dar conferencias sobre motivación y gestión del talento, en las que reflexiona: "Como entrenador de un equipo, conociendo las competiciones en que juegas, piensas: 'Somos capaces de ganar a cualquiera y de ser campeones en todas las competiciones'. Y no lo pienso porque lo hayamos hecho, no, ya lo pensaba antes de empezar. Jamás he pedido a un jugador algo que no pueda hacer. Pido aquello que pueden hacer para que ante todo se sientan seguros antes de salir al campo. Pero no lo hago un día, ni dos. Hay que conseguir que lo puedan hacer durante 70 partidos y encima se sientan cómodos haciéndolo. Mi tarea es gestionarlo".

Josep Guardiola pone primero al equipo y aparta a los individualistas y altaneros, como Eto'o, por buenos que sean. Mima a sus subordinados en público, pero les exige trabajar el 1 de enero.

"Pep" es el fruto de la continuidad, un hombre de la casa. Ha estado ligado al Barcelona desde que era un pasapelotas, y ha ascendido todos los escalones de la organización. Conoce la cultura, la disciplina y la filosofía del equipo, pues se educó profesional y personalmente en La Masía, la residencia de los jóvenes talentos del Barça, la mejor escuela de futbolistas del planeta.

Desde que fue inaugurada como escuela, en 1979, La Masía ha sido la residencia de futbolistas como Amor, Ferrer, De la Peña, Puyol, Valdés, Xavi, Iniesta, Bojan... y Guardiola. Todos se conocen desde que tenían 12 ó 13 años. Juegan de memoria.

Pablo Cardona, profesor de Liderazgo de la Escuela de Negocios IESE, acaba de publicar un artículo académico sobre la gestión del talento del Fútbol Club Barcelona y sobre la formación que reciben los chicos en la cantera del club catalán: "La Masía consiguió con éxito que el rendimiento deportivo y la formación personal fuesen un binomio indisociable en la vida de sus residentes. Un mérito que era fruto de un trabajo constante, a menudo en la sombra y silencioso".

En La Masía todos los chicos comparten una misma filosofía y un mismo estilo de juego, y los que vienen de fuera deben adaptarse. Para triunfar allí, se requiere la confluencia de tres condiciones, según Cardona: el ojo clínico de los buscadores de talento para captar las aptitudes necesarias, la capacidad de los entrenadores para potenciar esas cualidades y la personalidad y la fortaleza mental de los jóvenes para sortear con éxito las competiciones.

La fuerza y la habilidad son secundarias. Al jugador se le exige que sea inteligente, rápido, técnico y con carácter. Guardiola no era muy bueno cuando niño, pues era lento y débil, pero jugaba con gran inteligencia, compensando sus desventajas.

Ahí no sólo se potencian las habilidades deportivas de los jóvenes jugadores. También se les exige ser buenas personas, responsables en sus estudios, hábitos saludables y disfrutar con el estilo de vida que han elegido. Allí no se tolera la flojera ni la mediocridad, por lo que todos deben sacar buenas notas en el colegio. El director, Carles Folguera, explicaba así el sentido de su formación integral: "No somos entrenadores. Somos maestros, pedagogos, psicólogos. Nuestro reto es hacer compatible en la vida de estos jóvenes la formación personal con la disciplina deportiva. Tutelamos su formación, seguimos su evolución en la escuela, les damos consejos para afrontar su futuro y velamos por su seguridad y autoestima".

"Resultadistas" como Mourinho pueden remover instituciones adormecidas o insuflar pasión en conjuntos desmotivados. El problema es que a veces no ganan. Después de su derrota ante Osasuna, el pasado 30 de enero, en España son muy pocos los que creen que el Madrid gane la liga al Barcelona, especialmente porque este conjunto rompió otro récord histórico: las 15 victorias consecutivas que logró el Real Madrid de Di Stéfano hace medio siglo. El Barça acaba de superar esa hazaña, y se convirtió en el único equipo español en sumar 16 victorias consecutivas. Cuando Guardiola equiparó el récord de sus archirrivales madridistas, declaró, sencillo como siempre: "Es un honor inmenso compartir el récord de 15 victorias consecutivas logradas por un equipo tan impresionante como el Real Madrid de Di Stéfano. Nos enorgullece mucho".

¿Se puede ganar todo sin perder la modestia? Leonor Gallardo responde salomónicamente: "Hay personas que no saben cómo utilizar la humildad, y lo mismo pasa con la arrogancia. A veces, según la situación, es necesario poner la arrogancia encima de la mesa. Por lo tanto, puedo decir que, en términos globales, las personas que forman una organización deben alternarlas en su momento".

*Profesor de la Universidad de Navarra.

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