Por Axel Christensen | Director ejecutivo BlackRock Marzo 11, 2011

La película estaba dando que hablar incluso antes de ganarse el Oscar al Mejor Documental en la última entrega de los premios de la Academia. Las redes sociales financieras habían servido de boca a boca, e incluso Paul Krugman en su blog recomendaba verla, a pesar de que no deja a los economistas muy bien parados. Después del premio, sin embargo, la curiosidad se convirtió en necesidad: tenía que ver Inside job.

Es notable que después de más de dos años del punto crítico de la crisis -la quiebra de Lehman Brothers en septiembre del 2008- quede algo que decir acerca de ella. Se han escrito innumerables artículos y libros acerca del colapso; entre sus autores se han incluido connotados periodistas, como Andrew Ross Sorkin (del New York Times, autor de Too big to fail), o economistas como Ken Rogoff y Carmen Reinhart (coautores de This time is different). Incluso ya el tema había llegado a la pantalla grande con Wall Street 2.

 Por lo anterior, mis expectativas antes de comenzar a ver el documental no eran demasiado altas. Veía difícil aportar a todo lo ya publicado, que a mi juicio encuentra su punto culminante en el excelente libro de Michael Lewis, The big short.

  Sin embargo, fui gratamente sorprendido. Sin duda el director Charles Ferguson tenía una muy buena historia que contar, pues la realidad de la crisis financiera superó toda imaginación de un posible guión de ficción. Pero además, Ferguson sabe contarla muy bien, utilizando para ello hábiles recursos audiovisuales, pero sobre todo un excelente manejo del ritmo, cosa que suele ser el punto débil de muchos filmes de este género.

El comienzo de Inside job parece tomado de la trilogía El Señor de los Anillos. Tomas aéreas de la espectacular geografía de Islandia van introduciendo a quizás el mejor ejemplo de los excesos que llevaron al sistema financiero al borde del colapso. Con una población de apenas 320 mil habitantes (menos que los de la comuna de La Florida), los bancos islandeses, después de un proceso de privatización y desregulación, llegaron a tener una deuda que alcanzaba casi 10 veces el PGB del país. Islandia fue uno de las primeras víctimas de la crisis financiera, que llevó al colapso de su industria bancaria, que trajo consigo una severa recesión, así como una fuerte depreciación de su moneda y la caída de su bolsa en más del 90%.

Pero el director no sólo usa a Islandia como el "niño símbolo" de la crisis. Más adelante lo utiliza como prueba contra destacados economistas que escribieron informes sobre la solidez de la economía y las finanzas de ese país, tan sólo seis meses antes del colapso. Y que nunca hicieron disclosure en esos informes de que fueran contratados por agencias islandesas de promoción de negocios.

No hay que buscar en este documental demasiadas referencias a casos como el de Madoff. El foco de atención de Inside job es denunciar la responsabilidad que las instituciones financieras -y las entidades encargadas de regularlas- tuvieron en la crisis. En su discurso la noche del Oscar, Ferguson advirtió que aún hasta ahora ningún ejecutivo senior de estas instituciones ha sido encarcelado, haciendo eco de la sensación de impunidad que crece en el espectador a medida que avanza la película.

Tampoco es apreciable un sesgo político particular, a pesar del fuerte sello anti-Bush del documental anterior de Ferguson, No end in sight, que se enfoca en la situación del Irak post-Hussein. En Inside job el ventilador recorre de derecha a izquierda sin consideración. Las críticas involucran, por cierto, a personeros desde la era Reagan, pasando por Bush padre, Clinton, Bush hijo e incluso Obama.

Al final quedan peor parados los economistas que los ejecutivos a cargo de las instituciones financieras. Quizás sea porque el documental toma la posición de la opinión pública: esperar más de los académicos que de los banqueros.

El documental es particularmente incisivo con la figura de Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal, individualizándolo como el principal escollo para haber generado una mayor regulación financiera en una industria, que llevada por una ambición desmedida e incentivos equivocados, casi llegó a su autodestrucción al llevar el apalancamiento de ciertos bancos de inversión a superar las 30 veces.

En Inside job, Greenspan también comparte esta responsabilidad con Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro de Bill Clinton y hasta hace poco director del Consejo Económico de Obama, a quien acusa de haber sido un "bully" para evitar intentos de regular la industria de derivados. Asimismo, es muy crítico de Henry Paulson, ex secretario del Tesoro de Bush Jr., quien antes fuera el dirigente máximo del banco de inversión Goldman Sachs, hasta hoy visto como una de las empresas con mayor responsabilidad en la crisis.

Es cierto que la película puede ser acusada de ser excesivamente dura con los economistas. Y lo es con varios, dejando a algunos como idiotas y a otros como corruptos (los mantendré anónimos, para que se motiven a ver el documental). Sin embargo, otros quedan bastante bien parados, particularmente los que fueron críticos con la industria financiera antes de que fuera políticamente correcto, como Raghuram Rajan o Nouriel Roubini. El documental expone muy bien el conflicto de interés que connotados académicos asumían al tener un doble rol de consultores a contrata por distintos actores financieros. Por ejemplo, eran autores de papers donde alababan el uso creciente de derivados, al mismo tiempo que descartaban la necesidad de regularlos.

Curiosamente, al final quedan peor parados los economistas que los ejecutivos a cargo de las instituciones financieras. Quizás sea porque el documental toma la posición más probable de la opinión pública: esperar más de los académicos que de los banqueros. Y el cineasta, quien entrevista apasionadamente a muchos actores de la crisis, no está solo en sus críticas. También hay escenas con autoridades europeas y asiáticas que abundan en reproches. Muchos de los blancos de críticas rehusaron ser entrevistados por el documentalista.

 Para alguien que trabaja en la industria financiera no fue tarea fácil ver esta película. Si bien el mercado chileno estuvo lejos de mostrar los excesos que expone Inside job y la economía sorteó con bastante éxito la crisis financiera, hay que reconocer que muchas de las críticas que se presentan en la película son ciertas y justas, y existen muchas lecciones que aprender para nuestra propia realidad. No sé cómo se habrá sentido un capitán de barco de pesca japonés tras ver The Cove, ganador del Oscar para Mejor Documental el año 2009, que denunciaba la masacre de delfines en una isla nipona. Pero claramente para este columnista -como posiblemente lo será para algunos de sus lectores-, el ver Inside job resulta ser una verdad (bastante) incómoda.

*Director ejecutivo BlackRock.

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