El azar tuvo poco que ver en el ingreso de la familia Pirola Gianoli en el rubro hotelero. En el aterrizaje del clan de origen italiano se conjugaron antiguas aspiraciones familiares, el análisis constante de nuevas oportunidades de inversión y, por supuesto, la posibilidad de hacer un buen negocio. Hasta hace dos años, el fuerte de esta familia eran, literalmente, "los fierros": ex dueños de Ferronor, el grupo levantó el edificio El Golf 99 y hoy son dueños de una constructora y una hidroeléctrica (Carbomet Energía). Su principal inversión, aquella que les permitió amasar una considerable fortuna, es Molymet, firma minera avaluada en casi US$ 3.000 millones.
Hoy, ad portas de inaugurar el Hotel Noi, en Vitacura, los Pirola están en el centro del creciente negocio de los hoteles de nicho, aquellos en que el diseño es una pieza crucial y donde se promete a los huéspedes un servicio de lujo. Desde un menú a prueba de cualquier paladar exigente, hasta contar con un avión privado cuando lo requieran.
Pero es su próximo desafío el que promete ser un hito. Su proyecto más reciente es levantar un centro de esquí en la zona de Machalí (Región de O'Higgins), para convertirlo en el "más exclusivo del hemisferio sur".
A cargo del negocio hotelero está Alberto, el mayor de los hijos del Carlos Pirola, patriarca del grupo.
Agrónomo de profesión, Alberto Pirola Gianoli (44) vivió más de la mitad de su vida en San Felipe. En el campo de la familia, se encargó de sacar adelante la producción de uva de mesa y de nueces; armó una exportadora -Pentoagro- e hizo negocios con Rusia, Asia, Canadá y Estados Unidos. A eso se dedicó por 24 años.
La capital era un mundo casi ajeno para él. Con viajes esporádicos a Santiago para participar en los directorios de Molymet, su rutina cambió hace año y medio. En 2009 se inició la construcción del Hotel Noi Vitacura. Alberto participó de todos los detalles. Visitaba la obra todos los días. Se levantaba a las seis de la mañana y regresaba a San Felipe pasadas las diez de la noche. Un ritmo insostenible que lo decidió, en febrero, a establecerse definitivamente en la capital. Su mudanza marcó el aterrizaje de los Pirola Gianoli en el rubro hotelero, pese a que los acercamientos comenzaron hace años.
En 2005, les ofrecieron ingresar a la propiedad del Meliá Patagonia en Puerto Varas. Lo analizaron, pero rechazaron la invitación. Querían iniciar algo propio desde los cimientos.
Fue entonces cuando el agrónomo comenzó a mirar lugares en Vitacura, la comuna donde se había criado. Así dio con un terreno en Nueva Costanera casi esquina Alonso de Córdova, donde hoy se prepara la inauguración -el próximo mes- del Noi Vitacura.
Laboratorio en San Pedro
El Noi no sería el único hotel de la familia. Apenas se inició su construcción, aparecieron dos oportunidades en el horizonte. La familia Velasco, dueños del Casa Atacama en San Pedro, les ofreció a los Pirola ingresar con un porcentaje al hotel de la II Región. Lo hicieron, y a poco andar terminaron comprando la totalidad del proyecto.
25 kilómetros al este de Machalí, los esquiadores no utilizarán andariveles para llegar a la cima de la montaña. Serán los helicópteros los que dejarán caer a los intrépidos deportistas, quienes pagarán en promedio US$7.000 por un fin de semana de verdadero lujo.
El hotel en Atacama se transformaría en una suerte de "laboratorio" para Alberto. La atención personalizada para las apenas 25 habitaciones y las actividades al aire libre le servirían para planificar -a una escala mayor- el moderno Noi y sus US$ 25 millones de inversión.
Durante 2009 se presentaría una segunda oportunidad. Esta vez la apuesta era en grande y significaba el salto definitivo a las ligas mayores: crear el primer centro de esquí con nieve virgen del hemisferio sur. No sólo eso, sino que la idea era levantar el alojamiento más exclusivo del continente, cuyo público objetivo serían acaudalados deportistas de todo el planeta.
De paso, marcaba la independización del primogénito, al abordar la inversión con capitales 100% propios. Alberto, con su patrimonio personal sería el dueño del 60% de las acciones del Puma Lodge.
Eso sí, la historia familiar era un elemento importante en la decisión. Los Pirola son todos esquiadores y la pasión por el deporte blanco abarca cuatro generaciones.
Edmundo Pirola, abuelo de Alberto, subía a inicios del siglo pasado en mula a Farellones, trayecto que tomaba todo un día. Hacía un sólo descenso y volvía a la capital. Construyó más tarde un refugio -el cual aún se mantiene- y su familia siguió cultivando el interés en este deporte. El tío de Alberto, Stefano, fue presidente de la rama de esa actividad en la Universidad Católica. Aún hay un torneo con su nombre. Los hijos de Stefano, primos de Alberto, han sido campeones nacionales. Levantar un complejo hotelero en Machalí sería volver a las raíces. Volver a la montaña.
Nieve de lujo
Fue pescando en el río Puelo que el abogado Pablo Mir conoció a Mark Jones. El canadiense, con centros de esquí en los Alpes y experto internacional en descensos desde helicóptero, recorrió durante meses la cordillera chilena rastreando el enclave perfecto para este deporte que sólo unos pocos practican en Chile. Buscaba la mejor nieve y las mejores laderas para formar un centro turístico para millonarios. Había dado con un terreno en Machalí y necesitaba socios para poner en pie su idea. Mir habló con Pirola, a quien conocía por contactos familiares, y se lanzaron.
25 kilómetros al este de Machalí (Región de O'Higgins), los esquiadores -mayoritariamente europeos y norteamericanos- no utilizarán andariveles para llegar a la cima de la montaña. Los helicópteros dejarán caer a los intrépidos deportistas, quienes pagarán en promedio US$7.000 ($3,5 millones) por un fin de semana de lujo. Adrenalina asegurada en las 500 mil hectáreas de nieve prístina, equivalentes a tres veces la superficie de La Parva, Valle Nevado y El Colorado juntos.
Las alturas de Pirola
Con miras a inaugurarse en junio, el Puma Lodge ya cobra forma en los faldeos montañosos de la Región de O'Higgins. Una veintena de habitaciones recibirán a los turistas, quienes ya han reservado el 70% de la próxima temporada. El hotel, diseñado por Álvaro de Soto, tendrá todo lo que "un cinco estrellas" debe tener.
Pero los protagonistas del edificio no serán las lujosas habitaciones ni el spa. Los "roba miradas" estarán estacionados en la nieve. Una flota de helicópteros será el plus del Puma Lodge, con los cuales se ascenderá a una de las seis laderas de montaña que tendrá este complejo. "Jamás pondremos andariveles. Será sólo para la práctica del heliski", comenta Pirola.
Partirán arrendando las aeronaves, pero ya tienen estipulado comprar una para comenzar. Existe una creciente demanda por este tipo de aventuras, asegura el empresario. Además, espera que el Puma Lodge abra los 365 días del año para actividades outdoor.
El tema le apasiona. Espera las primeras nevadas para volar y lanzarse ladera abajo. El año pasado, cuando se hicieron las mediciones de las rutas, no pudo hacerlo. Una neumonía lo dejó abajo. Junio, si las condiciones meteorológicas no dicen lo contrario, será la oportunidad para el desquite.
Aprendiendo a volar
Alberto Pirola se define como un autodidacta del rubro hotelero. Luego de estudiar minuciosamente las características y tendencias de este negocio, pretende abrir otros hoteles bajo la denominación Noi (nosotros en italiano) en Chile y en Perú.
Para la construcción del edificio de Vitacura tuvo que viajar, mirar y aprender. Confiesa que las ferias del rubro y las convenciones fueron su primer acercamiento con este negocio. Viajó y recogió cuanto catálogo encontró. Necesitaba muestras de telas, pisos, maderas. No conocía nada, pero quiso hacerse cargo de todos los detalles.
"En mis primeros viajes llegaba con 70 kilos de catálogos en las maletas, que es lo máximo que podía traer de equipaje. Recorría las ferias, iba al hotel a dejar muestras y volvía por más. Aprendí que tenía que viajar con mi señora e hijos y meterles más folletos en su maletas, para traer más", recuerda el agrónomo hoy convertido en hotelero.
Conocer la "experiencia" del lujo fue una de sus prioridades. Como quería saber de primera fuente qué era un servicio sobre cinco estrellas, como el que espera dar en el Noi, viajó a Dubái y se alojó dos noches en el fastuoso Burj Al Arab. El único siete estrellas del mundo. Fue ahí, en el caluroso emirato, donde aprendió a preocuparse de todos los detalles y buscar lo mejor.
Hoy el hotel, que recibe los últimos toques previos a la apertura, es testimonio de toda la exploración de Pirola. La madera de los salones la escogió en Bolivia. La piedra de cantera que rodea al edificio y que sustenta la enorme cascada proviene de China. Y la lista no para. Toallas y sábanas desde Portugal. El mármol de todos los pisos fue traído desde Egipto. El piso de cada habitación, made in Hungría.
El clan ya mira otras oportunidades de hoteles. Quieren crecer hacia el sur. El mismo Alberto recorrió en el verano la Araucanía y la Región de Los Lagos, buscando una nueva locación o un proyecto ya armado para comprar. Aunque, como reconoce, le gusta diseñar hasta la forma de los estacionamientos, por lo cual prefiere partir de cero. Recientemente estuvo en Puerto Natales (Región de Magallanes), donde "vitrineó" posibles adquisiciones y terrenos.
El crecimiento será también al exterior. Pirola maneja un mapa con sus futuras ubicaciones y ya ha "pinchado" varias. Lima, el Valle de Colca, Máncora y Paracas, en Perú, tienen un alfiler puesto. Colombia también asoma como objetivo, pero aún sin definir una ciudad.
Será un despegue en jet privado. La determinación por ofrecer un valor agregado en la oferta hotelera de lujo decidió a los Pirola a comprar un avión para ponerlo a disposición de sus huéspedes. Actualmente están cotizando un avión; un bimotor Piper Cheyenne para ocho pasajeros. El objetivo es tenerlo estacionado en Tobalaba, a la espera del requerimiento de cualquier pasajero del Noi. "Hay que adelantarse a las exigencias de nuestros clientes y responder a todo", relata Pirola, sin dejar espacio a ninguna duda. La veta hotelera del clan italiano no dejará detalle sin resolver.