En Shreveport, la tercera ciudad más grande del estado de Louisiana, un domo blanco de 600 metros cuadrados sobresale en el horizonte. En medio de la periferia de la ciudad, rodeado por loteos industriales y suburbios, las instalaciones deportivas de Speedworks llaman la atención no por su color o sus dimensiones. Sus dueños, en su mayoría chilenos, destacan en un escenario dominado por afroamericanos y en un ámbito especialmente competitivo: el deporte de alta competencia.
En un terreno avaluado en US$ 1 millón funciona, desde abril del año pasado, un centro de alto rendimiento. ¿Sus dueños? Los chilenos Felipe Apablaza, Cristóbal Alonso, Gonzalo Martino y Juan Plaza, este último a cargo de los entrenamientos.
Speedworks, que debe su nombre a un antiguo club de atletismo que formó Plaza en la década de los noventa en la misma zona, es uno de los tantos centros deportivos que hay en esta área de Louisiana.
Una cantera de deportistas de elite, que luego de asistir por meses a entrenamientos, terminan reclutados por las mejores universidades del país. Otros, los más talentosos, en las grandes ligas deportivas, como Jonathan Wade, récord mundial juvenil de 200 metros planos, quien durante cuatro años fue entrenado por Plaza. Recientemente, Wade retornó a Speedworks para mejorar su desempeño en tramos de 60 metros, lo que le sirve en su condición de futbolista profesional. Hoy es parte del plantel de los Cincinnati Bengals, miembro de la liga de fútbol americano (NFL).
El caso de Wade no es aislado. Los beisbolistas Tug Hulett (Boston Red Sox) y Sean West (pitcher de los Florida Marlins), entre otros, también recibieron entrenamiento del preparador físico chileno.
Louisiana es famoso en el país del Norte por generar grandes atletas, por lo cual no es raro que los chilenos hayan elegido esta zona para iniciar su conquista empresarial.
Fichaje en el estadio
El fin de semana pasado el ex campeón de salto alto y socio de Speedworks, Felipe Apablaza (34), apostado en las tribunas del Estadio Nacional, tuvo un déjà vu. Observando el Torneo Interescolar de Atletismo recordó que, hace 16 años, a él le cambió la vida en el mismo escenario.
El centro deportivo que acaba de tomar Speedworks en Vitacura, estuvo a cargo de Hans Gildemeister por una década. Estará listo el segundo semestre de 2011, y en la mensualidad están incluidos cursos de inglés -para preparar el examen TOEFL- y entrenamiento para el SAT (test de admisión a las universidades norteamericanas).
Fue en septiembre de 1995 que Apablaza, recién salido del Saint Gabriel´s School, tuvo su mejor desempeño en ese recinto. Después de una ardua preparación, lo hizo: sobrepasó los 2.18 metros, rompiendo el récord de Chile e igualando la mejor marca sudamericana. La hazaña era observada desde las tribunas del Nacional por un grupo de scouts -o cazatalentos- de Estados Unidos. Apenas sus padres se acercaron para felicitarlo, los extranjeros también lo hicieron. Bajo el brazo traían becas de estudios para diversas universidades de Norteamérica, a cambio de que representase a una de ellas en atletismo.
La Universidad de Tennessee sería su puerta de entrada a Estados Unidos.
Un par de temporadas en Knoxville y Apablaza se dio cuenta que debía irse. Su casa de estudios no era especialista en salto alto, razón suficiente para mudarse a la Universidad de Northwestern, en Illinois. Ahí, en un ambiente más competitivo, se dio cuenta que sus compañeros entrenaban fuera del campus. Existía una red de centros deportivos que preparaban rutinas de alto rendimiento, adaptadas a cada propósito. Fue el germen para traer un negocio similar a Chile.
Una vez que terminó su paso por Estados Unidos, donde se especializó en Nutrición Deportiva, en el año 2000 regresó a Chile. Tenía en mente entrenar para los Juegos Olímpicos de Sídney. Una lesión en el tobillo lo dejó fuera.
Se olvidó de las competencias internacionales y empezó a ejercer, asesorando a deportistas chilenos de elite.
En su consulta atendió a figuras como Marcelo Ríos, Nicole Perrot, Marcelo Salas y Nicolás Massú. En una de las visitas recibió a un rugbista del Old Boys, quien presentaba una hernia discal. Los médicos eran categóricos, debía retirarse de las canchas. Tras aplicarle rutinas que aprendió en Estados Unidos, similares a las que él recibió en Northwestern, a los seis meses el rugbista volvió a entrenar. Los llamados de otros jugadores no se hicieron esperar y el ex seleccionado olímpico contrató a más profesionales para atender la creciente demanda.
Chilenos en las grandes ligas
El gran salto
Fue ahí, a mediados de 2007, cuando Apablaza dijo: "Me lanzo". Conversó con su amigo Rodrigo Ackermann -quien aportaría el capital-, y en diciembre de ese año levantaron el primer centro deportivo en San Carlos de Apoquindo. "Llamé a mi primo Juan (Plaza). Le pregunté si podía usar el nombre de su programa de atletismo y así nació esta idea", relata Apablaza.
En 2008 comenzaron atendiendo a las dos ramas de rugby de la Universidad Católica y abrieron "el domo" al resto de la comunidad. San Carlos sería el primer local de la cadena Speedworks, firma que proyecta ventas por sobre los $ 1.200 millones para 2011.
No obstante el impulso que estaba teniendo la naciente cadena, Apablaza había puesto los ojos en Estados Unidos. Su primo estaba entrenando a jóvenes deportistas y había un nicho por explotar.
Los viajes a Louisiana se hicieron cada vez más constantes. Junto a Juan comenzó, en 2007, con un centro móvil. Subían todos los implementos a un camión e iban a algún colegio de Shreveport, donde realizaban prácticas en terreno. Luego, se subían de nuevo al container y seguían a otra escuela. El ritmo obligó a Felipe a pensar en mudarse. En eso estaba, en plenos trámites para conseguir la visa, cuando Speedworks tomó otro giro.
Sello local
A fines de 2008, tres amigos y un empresario transformaron Speedworks en una empresa binacional. En una reunión con Cristóbal Alonso (29), Gonzalo Martino Baldwin (29) y el padre del último, Gonzalo Martino González (dueño de Copeval y Coppelia), Felipe Apablaza se convenció que la mayor rentabilidad provendría de fuera de Chile. Ackermann vendió su participación en enero de 2009, permitiendo el ingreso de Alonso y Martino, ex compañeros en el Colegio Cumbres.
Con la nueva sociedad repartida en partes iguales, Speedworks comenzó a masificarse. A San Carlos de Apoquindo se sumó en 2010 un segundo campus en el Estadio Palestino, detrás del Alto Las Condes. Más tarde vendría Chicureo -que abrió a inicios de este año-, y recientemente un cuarto en Vitacura, donde funciona Vitadeportes, recinto que durante una década tuvo como concesionario a Hans Gildemeister.
Tras una licitación pública, el municipio entregó la administración del recinto de calle Cleveland a Speedworks, empresa que levantará en el lugar un centro de alto rendimiento.
El modelo ha sido el mismo en todos. Atender a deportistas que quieran mejorar su desempeño y, en algunos casos, hacerse cargo de las clases de Educación Física de los colegios de manera externa, tal como lo hacían en Estados Unidos. En Chicureo ya tienen contrato con el Colegio San José y están por realizar algo similar con la Universidad de los Andes, entidad que ya les encargó la construcción de un domo.
Con los centros en marcha, más otros en carpeta -uno en La Dehesa y otro en Colina, este último que podría ser financiado por AngloAmerican-, la idea de invertir en Estados Unidos volvió a la mesa.
A inicios de 2010 los tres socios decidieron expandirse. En un terreno al sur de Shreveport, previa inversión de US$ 750 mil, levantaron su característica cúpula y una cancha de fútbol. Nació el primer Speedworks made in USA. Incluyeron en la propiedad a Plaza y a Matt Merry, este último, elegido por la NFL como el mejor entrenador de la serie juvenil de todo el país en el año 2003. Ambos se harán cargo del centro.
La misma idea que Apablaza trajera de su paso por ese país y expandiera luego por Santiago, volvía a Louisiana, pero con un sello chileno. Los buenos resultados ya los tienen buscando otra ubicación, a unos 45 minutos del actual recinto.
Deportes y becas
Al igual que en Estados Unidos, donde muchos de sus clientes terminan becados por las grandes universidades, en Santiago se pretende hacer lo mismo.
Acaban de firmar un contrato con la agencia internacional 2 SV, entidad que hará el reclutamiento o scouting. Observarán los talentos en potencia y les conseguirán becas para estudiar en universidades extranjeras. A cambio, recibirán un pago por la transferencia.
El centro, que estará listo en Vitacura durante el segundo semestre, tendrá equipamiento de primer nivel y doctores a disposición de los atletas las 24 horas. Cursos de inglés -para preparar el examen TOEFL- y clases de SAT (prueba de admisión a las universidades norteamericanas) están incluidos en el paquete. La misma experiencia que tienen los adolescentes en Louisiana, y el mismo camino que siguió Apablaza hace 16 años, podrá ser el trayecto que sigan los clientes de esta cadena de "gimnasios". La primera de capitales chilenos en abrir en Estados Unidos.