Al sur de Manhattan, cerca del monumento de Castle Clinton y a unas cuadras del pulmón verde de esta zona de Nueva York, el Battery Park -desde donde se ve la estatua de la Libertad-, la abogada Gracia Tomic (36) tiene una de sus dos oficinas.
La otra está a miles de kilómetros de distancia y en un contexto completamente diferente. Pese a ello, el barrio santiaguino de Providencia -a escala sudamericana, obviamente- pretende emular el estilo de vida que predomina en las grandes capitales, cuyo epítome es la Gran Manzana.
Y aunque en la versión chilena el parque es más pequeño, y en vez de la estatua de la Libertad se ve el Parque de las Esculturas, la zona es parte del nuevo rostro de Providencia: un cuadrante que tiene límites precisos y que desde hace unos años se ha vuelto uno de las áreas más apetecidas por constructoras e inmobiliarias.
Si todo marcha como está previsto, muy pronto este sector será conocido como el "ex barrio Suecia" o, derechamente, el nuevo "Sanhattan", entendiéndose como la prolongación de las enormes torres que se levantan en Andrés Bello, entre Avenida Los Leones y Vitacura.
La oficina de Gracia está en un edificio ubicado en Almirante Pastene con Andrés Bello, en la frontera del nuevo "Sanhattan", un eje que bordea la ribera del Mapocho, enmarcado por las avenidas Providencia y Andrés Bello.
El edificio es parte de una decena de proyectos que se levantan en un sector que por muchos años mantuvo una actividad casi nula en materia de construcción y que hoy comienza a cambiar, convocando, de paso, a un grupo de profesionales de perfil nítido.
Para dimensionar el fenómeno, entre enero y diciembre de 2010, se solicitaron 53 anteproyectos. Las peticiones suman un total de 490 mil m2, versus los 330 mil m2 que se registraron en 2009.
La calle "símbolo" de este nuevo polo es Suecia, avenida que en los ochenta y los noventa fue el centro de la diversión nocturna de los jóvenes santiaguinos y de los turistas que visitaban Chile por primera vez. Pero los años convirtieron a la zona en una suerte de far west, literalmente, con episodios de violencia que alejaron a muchos e hicieron caer en picada los valores de las propiedades. Hoy, el barrio es una suerte de ghetto en pleno corazón de la comuna, donde se mezclan los pocos pubs que todavía subsisten con inmuebles con el letrero de Se Vende, mientras un par de tímidas grúas dan cuenta de la metamorfosis que se está gestando.
Soy independiente
Antes de crear su propio estudio, Gracia Tomic trabajó en grandes oficinas de abogados, como Jara Del Favero y Carey. En 2007, decidió dar un salto definitivo hacia su independencia y arrendó una oficina. Cuatro años después, compró el que será su propio bufete. Se trata de un espacio de 80 metros cuadrados, que en unos años podría quedarle chico, "pero es un activo que a futuro puede generar ingresos arrendándolo a terceros", destaca.
Los proyectos están pensados además en un usuario con un perfil más urbano. Se trata de profesionales que no tienen problemas en llegar al trabajo caminando (o en bicicleta), suelen usar el transporte público y les gusta estar en barrios integrados.
Para los promotores de la zona hay un perfil muy claro de quienes quieren comprar en el barrio. Gonzalo Santolaya, socio de uno de los grupos inmobiliarios que inauguró la construcción de oficinas en el sector, explica que son profesionales independientes que suelen prestar servicios a las grandes compañías, pero "no quieren pagar un 20% o 30% más por estar en El Golf". Se trata, añade, de dueños de empresas pequeñas y medianas, que buscan un espacio donde estar en contacto con sus clientes.
La elección no tiene que ver sólo con el precio, sino también con la alta conectividad que ofrecen estas manzanas. "Puedes ir caminando a tu casa a almorzar o invitar a un cliente a comer, ir al centro en Metro, sin el estrés del auto", destaca Tomic.
Otras empresas optaron por cambiarse a esta zona luego de experiencias no tan agradables, como ocurre "con varios ex ocupantes de Ciudad Empresarial que se están viniendo a este sector de Providencia", dice Cristián Quijada, de Empresas Armas. El ejecutivo reconoce que hay conversaciones con empresas, algunas de tecnología, que quieren trasladarse de Huechuraba a Providencia y destaca que son proyectos que no sólo están pensados para el gerente sino también para los profesionales y técnicos de la empresa.
Para el arquitecto Yves Besançon, lo que está ocurriendo en Providencia responde al momento actual que atraviesa la economía del país. "Veo estos edificios a futuro repletos de arquitectos jóvenes, empresas de servicios, consultores para la minería, abogados y -por qué no- los rezagados que aún permanecen en el centro de Santiago", reflexiona.
Partir desde cero
"Las ciudades siempre deben reconstruirse", asegura el Premio Nacional de Urbanismo y asesor de la Municipalidad de Providencia Germán Bannen, uno de los primeros que se atrevieron a repensar esta parte de la comuna.
Este arquitecto imaginó una nueva cara de la Costanera que recorriera "amablemente" la orilla del río Mapocho e invitara al ciudadano común y corriente a recorrer esta ciudad.
"Lo ideal sería construir un túnel que pase por la zona, permita ampliar el parque que bordea el río y crear un barrio más caminable. Que en los primeros pisos se instalen restaurantes, con cafés, tiendas y galerías de arte", dice Bannen, mientras su mente recorre esa Suecia que pensó hace treinta años.
Su proyecto aún permanece en el papel en un cajón de la municipalidad, donde tras escudriñar saca unos bosquejos, los que afirma: "No son idea muerta".
Algo de razón tiene: pese a que ese barrio ideal aún no se construye, el arquitecto es reconocido por haber empujado a los actores comunales a votar el cambio en la ordenanza que rediseñó el futuro de estas calles.
El nuevo Sanhattan
Fue en 2007, cuando las autoridades municipales permitieron la construcción en altura libre en el sector de Andrés Bello (con algunas condiciones), desatando una oleada de inversiones. Y también quejas. "Es una ordenanza estupenda, que permite liberar la mente de los arquitectos, pero que no pensó en unos pocos vecinos. Fue muy arriesgado, pero le cambió la cara a una ciudad que lo estaba pidiendo a gritos", dice Besançon, que desde la ventana de su oficina en la torre Santa María dibuja el nuevo skyline para esta avenida.
"Me imagino un gran eje que parta en El Golf y termine en Plaza Italia, que apunte al uso mixto. ¡No pensemos en esas ciudades que a las seis de la tarde se abandonan, como el centro de Santiago!", comenta.
Llegando a la esquina
Antes de que se hiciera necesario repensar el destino de Suecia y del eje entre Almirante Pastene y Tajamar, viejos conocidos del negocio inmobiliario empezaron a olfatear un barrio que les parecía demasiado dormido.
Con varias décadas en lo inmobiliario, los Santolaya (inmobiliaria Las Pataguas, constructora Deisa) apostaron por explorar la zona tímidamente.
Fueron parte del proyecto Padre Mariano 181 -considerado un ícono en el sector-, al que ingresaron como socios en 2006. Resultó bien y enseguida construyeron otros dos edificios en Monseñor Sótero Sanz. "El segundo nos pilló en medio de la crisis de 2009, pero para nuestra sorpresa se colocó por completo", recuerda Gonzalo Santolaya. Esa señal les bastó para arriesgarse e ir hacia la esquina. Hoy levantan un edificio en La Concepción y se hicieron socios en el de Pastene con Andrés Bello. En este último ya han comprado además de la abogada Tomic, la agencia de comunicaciones Vox, de la cual es socio el biministro Golborne; oficinas de diseño, y la consultora TNS, entre otras.
El caso de los ex socios controladores de Almagro, encabezados por Ricardo Stewart y Eugenio Simonetti, fue distinto. Ellos se fueron directo al sector más deprimido, pero que hoy es el más prometedor. En la esquina de Nueva de Lyon con Andrés Bello se edifica Costanera Lyon. "Las oficinas no eran lo nuestro, pero pensamos que esta zona tenía algo especial", dice Stewart.
Pasó poco tiempo para que otros actores se subieran a este boom. Meses después aterrizaron en la zona el arquitecto Cristián Boza y los Armas. Esta última firma compró la casona en la que funcionaba Viña Bisquertt, para levantar un edificio de once pisos al lado de la embajada de Perú, en plena Andrés Bello.
Otros particulares vieron que las viejas casonas que heredaron de sus abuelos eran un activo muy apetecido. Eso hizo Pedro Larach, quien le encargó al arquitecto Jaime Aracena diseñar un edificio de oficinas de seis pisos -en un terreno que posee en Andrés Bello 1429- , que estará listo en diciembre de 2012.
Las inciaitivas tienen un futuro promisorio: hoy, la venta por m2 en Providencia parte en las 50 UF.
La nueva "clase B"
Aunque a primera vista el concepto puede llevar a algunos fruncir el ceño, la decena de proyectos que se construirán en este eje están comenzando a ser denominados por las clasificadoras inmobiliarias como "clase B".
Otros afirman que en realidad son espacios de "clase B+". "Esto es como si en vez de viajar en la primera clase de un avión comercial, lo haces en un avión privado, que es más chico, pero que está pensado a tu medida", grafica Juan Eduardo Bauzá, gerente comercial de Socovesa. Junto a la española Camargo, esta constructora levanta el edificio Ombú, en la esquina de Andrés de Fuenzalida con Costanera.
Los proyectos están pensados para este nuevo usuario hasta en los detalles más pequeños: es un ocupante que no tiene problema en llegar a su trabajo caminando; que utiliza el transporte público y le gusta estar en barrios integrados. Por ejemplo, el Costanera Lyon incluye duchas para ciclistas en uno de los subterráneos. El edificio se diseñó con un pasaje abierto que permite caminar desde Andrés Bello a los restaurantes de Nueva de Lyon.
Tanto el municipio como los urbanistas coinciden en que la construcción de departamentos será, probablemente, la próxima etapa.
Oficinas "verdes"
La nueva clase ejecutiva de oficinas tiene una característica en línea con las tendencias mundiales. Son construcciones más eficientes. La mayoría -si no todos- los edificios tendrá certificación LEED, un sello que garantiza que la edificación cumple con criterios de sustentabilidad preestablecidos.
En el proyecto Ombú, por ejemplo, se preocuparon de diseñar de forma inteligente los espacios, de modo de evitar un gasto energético innecesario, aprovechando la potencialidad de los materiales. En el Costanera Lyon, en tanto, los excedentes de agua que elimina el aire acondicionado son filtrados y utilizados para regar las zonas de uso común. Esta opción "verde" no sólo tiene que ver con el compromiso con el medioambiente. Es un ahorro importante para los locatarios. Sobre todo, porque el perfil de los futuros habitantes involucra un presupuesto más acotado. En estas unidades los gastos comunes podrían reducirse entre un 10% y un 20%. A esto se suma el manejo inteligente de residuos y el mayor uso de la luz natural. Todo propiciado con el estilo de los nuevos residentes, proclives a propuestas innovadoras.
Estos habitantes no tienen miedo de cambiarse de barrio e instalarse unas cuadras más abajo de las torres más altas de Sudamérica, con menos metros cuadrados, pero con acceso al mismo entorno y servicios que los habitantes del "Sanhattan" original.