Es uno de los cuatro mosqueteros de Southern Cross. Desde 1998 que el ingeniero industrial Horacio Reyser es parte del equipo cercano a Norberto Morita, el cerebro detrás del fondo de inversión. Junto con Raúl Sotomayor y el cubano Ricardo Rodríguez levantaron uno de los grupos de inversión más poderosos de Latinoamérica, y en Chile debutaron con honores a fines de los noventa: rescataron de las cenizas a una casi quebrada La Polar.
Estuvieron ocho años al mando de la firma de retail. Pagaron las deudas, incrementaron el número de locales y fortalecieron la caja de la compañía. El resto de la historia es archiconocida. Caso de estudio en muchas escuelas de negocios, el crecimiento de la multitienda trascendió fronteras. Hoy, el milagro de La Polar se disuelve en medio de un escándalo financiero pocas veces visto en la historia empresarial chilena.
Reyser, brazo derecho de Morita, responde. El escándalo que hoy sacude a accionistas, al sistema financiero y la credibilidad de la industria no se gestó, según sus palabras, en los tiempos en que Southern Cross estuvo en la propiedad. Sus dudas apuntan a lo que se puede haber hecho con su "joyita" después de 2006, año en que vendieron su participación.
-¿Qué fue lo que realmente sucedió en La Polar?
-Lo relevante es que Southern Cross vendió su participación en la compañía en 2006. Y está a la vista la transformación que hasta ese entonces sufrió la empresa. Bajo nuestra conducción, pasamos de tener menos de 15 tiendas a más de 40, todo por la fuerte inversión que hicimos. Eso está a la vista de cualquiera que conozca Chile. La Polar evolucionó hasta 2006, el año en que vendimos nuestra última participación.
-Hasta 2006, ¿notaron que se estaban realizando prácticas irregulares?
-La compañía estaba sana, no teníamos ningún indicio de irregularidad. Se hacían las auditorías externas, de firmas independientes que realizaban todos los análisis. También había calificaciones de riesgo. No teníamos ningún elemento que nos diera indicio de alguna irregularidad.
La compañía creció mucho bajo nuestra conducción. Tanto es así que en 2009 nosotros, Southern Cross, hicimos una oferta de adquisición sobre La Polar que fue rechazada por su directorio. Era un valor muy importante para la compañía a través de Supermercados del Sur, pero fue rechazada.
-¿Cómo se aseguraban ustedes de que sus ejecutivos no realizaban este tipo de maniobras hoy al descubierto?
-Como fondo, supervisamos todas nuestras inversiones. Además de contar con la información independiente, que es la que el directorio toma como referencia, habían muchos más datos, y hasta ese momento no había nada (que evidenciara el fraude).
-¿Esperan comparecer o ser citados por la justicia de Chile?
-Hoy no tenemos noticias al respecto. Al igual que todos, también nos enteramos por la prensa.
-En caso de que sean citados, ¿cuáles serían sus fundamentos?
-Lo que tenemos que declarar, es lo que acabo de decir.
-En los últimos días se difundieron actas de directorios posteriores a 2007, que alertaban sobre estas prácticas. ¿Es posible que aparezcan otras actas que revelen estos mismos comportamientos durante la gestión de Southern Cross?
-No tengo esos datos. La compañía estaba sana en el momento en que salimos.
"Como fondo, supervisamos todas nuestras inversiones. Además de contar con la información independiente, que es la que el directorio toma como referencia, habían muchos más datos, y hasta ese momento no había nada (que evidenciara el fraude)."
-¿Por qué decidieron vender entonces esta empresa?
-Somos un grupo que invierte, y que en algún momento tiene que recuperar el valor creado en las empresas. El tiempo que permanecemos en cada una de las inversiones es en promedio unos cinco a siete años. En el caso de La Polar estuvimos ocho años, por lo cual fue un tiempo prolongado.
En La Polar tuvimos un importante incremento de valor, pero la empresa (Southern Cross) estaba expandiéndose internacionalmente, abriendo oficinas en Brasil y México.
-¿Qué opinión tiene de Pablo Alcalde, quien fuera el hombre de confianza de ustedes y hoy aparece muy cuestionado?
-Prefiero no hacer comentarios sobre él. Hasta 2006 todo estaba en perfectas condiciones. Ha pasado tanto tiempo y no podría decir nada de él.
-¿Ha hablado con Alcalde?
-No, no he hablando con Pablo.
-¿Pudieron los ejecutivos de Chile haber realizado estas prácticas a espaldas de ustedes?
-De ninguna manera esto pudo haber sido hecho por el management de la compañía. Por todas las barreras y controles, y la información sobre la gestión que había, es difícil que haya sucedido.
-¿Confían entonces en la administración que tenían?
-Confiamos en nuestro equipo. Es muy difícil que se haya hecho hasta el 2006. Es bastante difícil que una situación así pasara desapercibida bajo nuestro control.
-Según un testimonio aparecido en La Tercera, las repactaciones unilaterales se iniciaron en 2003.
-No leí nada de eso, pero no es cierto. Es natural que ahora muchos quieran deslindar responsabilidades.
-¿Cuándo y cómo se enteró de este escándalo?
-Yo me enteré la semana pasada, cuando comenzó a salir en los medios chilenos. Empezamos a ver esto en la prensa, hace una semana, y así fue como me enteré de lo sucedido.
-¿Cómo reaccionó Norberto Morita cuando supo de estas prácticas en la empresa?
-No lo sé, porque él estaba en Europa de viaje.
-Respecto de Southern Cross, ustedes manejan un fondo por US$ 1.700 millones en el que participan inversionistas de todo el mundo. Se dice que el costo de administración que ustedes cobran rondaría los US$ 40 millones anuales, además de la rentabilidad que obtengan los activos. ¿Operan así?
-No, no es así. Somos una compañía grande; un grupo que tiene varias oficinas en México, Brasil, Argentina, Chile y Colombia. Tenemos un presupuesto único para manejar todo el grupo, compuesto por unas 50 personas. Para toda nuestra actividad usamos nuestros recursos. Tenemos un sueldo, sí, pero muy lejano a lo que usted está mencionando.