Por Equipo Negocios Agosto 11, 2011

La economía mundial está nuevamente en un péndulo. Amenazadas por nuevos nubarrones, las naciones del planeta se debaten entre la tranquilidad y el pánico. Los hechos de esta semana son la mejor muestra de que la volatilidad se apoderó de los mercados. Señales como la decisión de la FED de "congelar" la tasa de interés hasta el 2013, las perspectivas de un enfriamiento en Estados Unidos, y las cada vez más inquietantes noticias provenientes de Europa -en especial de Italia y Francia-, zarandearon a las bolsas entre el cielo y el suelo. Ante la posibilidad de que un nuevo remezón llegue a esta parte del continente, quisimos ver cómo está Chile y en qué condiciones se encuentran los principales fundamentos de su economía para enfrentar una eventual crisis mundial. Para ello, le pedimos a un grupo de siete economistas que pusieran una lupa sobre una variable macro del andamiaje que sostiene nuestra economía,  y que la compararan con los cuatro competidores más fuertes en América Latina: México, Brasil, Colombia y Perú. Esto fue lo que descubrieron.

Cuentas públicas


Mario Marcel. Subdirector de gobernabilidad y desarrollo territorial de la OCDE.

La crisis económica que se inició a fines de 2007 está transformándose en una larga recesión. En medida importante, el estancamiento actual es producto de la demora en resolver los problemas que generaron la crisis financiera internacional, en primer lugar. Los efectos de las burbujas especulativas no se han terminado de absorber, las reformas regulatorias están incompletas y los desbalances financieros globales se han mantenido o aun ampliado. Lo que es más preocupante, sin embargo, es que esta nueva etapa se inicia con mayores restricciones a la capacidad de los países para responder a la crisis y en un clima de enorme incertidumbre. Ya sea por razones ideológicas o por castigo de los mercados, los países más importantes han renunciado a la reactivación fiscal, y tampoco es evidente que los países emergentes tengan la fuerza de 2007-09 para resistir la inestabilidad Todo ello augura un período de alta volatilidad cambiaria. Es cierto que Chile tiene bases más sólidas que otros para enfrentar esta coyuntura, pero ello está lejos del blindarlo de los shocks externos. Esto ya se comprobó en 2009, cuando Chile tuvo un crecimiento negativo, pese a sus fortalezas fiscales. Estas últimas, además, se han debilitado en el margen, con cuatro años seguidos de déficit estructural y otros tres programados por delante. Chile está aún a tiempo para dar señales que fortalezcan la gobernabilidad económica y la confianza de los mercados. El gobierno debería fijar una meta estructural exigente para ser cumplida en un plazo creíble, implementando las medidas necesarias para lograrlo. En tal sentido, una reforma tributaria que mantenga el Impuesto de Primera Categoría y asegure financiamiento permanente para compromisos importantes de gasto y la derogación de la Ley Reservada del Cobre le darían mayor certidumbre y credibilidad al horizonte fiscal de mediano plazo.

Crecimiento PIB per cápita


Francisco Rosende. Decano facultad de economía, UC.

La inestabilidad que han registrado los mercados financieros en las últimas semanas -particularmente en las economías desarrolladas- refleja los temores de un proceso de desaceleración importante del crecimiento y eventualmente una recesión en el futuro próximo. La causa esencial de esta intranquilidad son ajustes pendientes en dicho grupo de economías, sin que se visualice ni la estrategia ni el liderazgo político para abordarlos. En este contexto, la economía chilena se encuentra en una situación de relativa fortaleza, particularmente respecto a la realidad de otras economías de América Latina. Ello se refleja en la situación de su sector financiero, en la fortaleza de las finanzas públicas y en las cuentas externas. Si bien la forma en que nos afecte este escenario externo dependerá de la profundidad y extensión del mismo -y de nuestras políticas domésticas -, me parece muy poco probable que se pueda provocar una crisis o recesión en el país. Me parece más plausible una desaceleración en las economías desarrolladas, tal vez una recesión leve, pero no un fenómeno recesivo agudo.

Respecto a eventuales efectos en el crecimiento del PIB per cápita, dado el momento actual me parece más factible que se trate de efectos pequeños, de menor importancia que los observados en la crisis 2007-2009. Mantener una posición de liderazgo en la región no depende tanto del corto plazo o las turbulencias externas, sino de potenciar las tareas que aumenten el crecimiento de mediano plazo. Si seguimos enredados en presiones sobre el gasto fiscal y los impuestos, no descarto que la pérdida de dinamismo de la última década se acentúe.

Solvencia


Klaus Schmidt-Hebbel. Ex economista jefe de la OCDE.

Chile no es una isla separada de la economía mundial. Debido a nuestra gran integración comercial y financiera al mundo, lo que sucede afuera nos afecta significativamente. Sin embargo, estamos bien preparados para enfrentar un escenario de intensa volatilidad financiera internacional e, incluso, para un posible (aunque aún poco probable) escenario de crisis y/o recesión en los países desarrollados. De hecho, estamos mejor preparados hoy que a mediados de 2008 para enfrentar turbulencias internacionales. Hoy el país no registra una alta inflación, como sí la tenía a fines del 2008, cuando el Banco Central fijó una Tasa de Política Monetaria de 8,25%. En segundo lugar, el Central cuenta con un mayor nivel de reservas internacionales que en el 2008, lo que constituye un seguro de liquidez muy útil en estos tiempos. Tercero, la holgada posición fiscal del país contribuye a la estabilidad y credibilidad macroeconómica. La política fiscal se encamina a alcanzar en el 2011 un superávit efectivo del gobierno central consolidado, estimado por el ministro Larraín en 1,3% del PIB, coherente con un déficit cíclicamente ajustado de 1,6% . Esta fortaleza fiscal se ve reflejada en una posición favorable en el exterior, con una inversión en fondos soberanos que excede con creces la deuda del sector público. Cuarto, nuestra banca exhibe excelentes indicadores de liquidez y solvencia, lo que aseguraría la continuidad de los flujos en un eventual período de estrés. Finalmente, la flexibilidad cambiaria constituye una herramienta  que permite enfrentar condiciones internacionales adversas, gatillando una depreciación del peso que ayude  a corregir desbalances y reactivar la economía local.

Riesgo país


Jaime de la Barra, presidente Compass Group Chile.

Nuestro país se caracteriza hace varios años ya por ostentar la mayor calificación de riesgo entre sus pares regionales y entre los otros mercados emergentes. Luego que a fines de la semana pasada Standard & Poor's (S&P) anunciara la controvertida baja a la calificación de riesgo de Estados Unidos (de AAA a AA+), y el pánico se apoderara de los mercados, es interesante analizar dónde está parado Chile en cuanto al riesgo país y sus implicancias. La deuda de largo plazo chilena en moneda extranjera tiene una clasificación de riesgo de A+ según S&P, a la cual fue ascendida en diciembre de 2007. Chile se ubica sólo tres niveles más abajo que EE.UU. en su calificación, dos menos que España, uno menos que China y Japón, e igual que Corea. La diferencia en tiempos de alta volatilidad está en las perspectivas a futuro de las agencias , e indican posibles cambios de dichas expectativas.

El precio de mercado del riesgo país cambia todos los días y normalmente se anticipa a los cambios en la clasificación de riesgo. Este valor se refleja en los niveles de los seguros contra no pago de los países -o Credit Default Swaps (CDS)- que se expresan en puntos porcentuales por año por sobre la tasa exigida a los bonos del Tesoro de EE.UU. a cinco años. Hoy, el costo del CDS de Chile es por lejos el más bajo de América Latina y se ubica en 0,9% anual, seguido por Colombia en 1,51%, y con niveles similares  a Brasil y México.  Sin embargo, este indicador registró una caída el 2 de mayo, llegando a 0,56% anual. Es importante que las cuentas fiscales de Chile sigan mostrando la solidez actual. Algunas de las variables que determinan la salud fiscal son incontrolables, como el precio del cobre, otras lo son, como el gasto fiscal o la carga tributaria. Ojalá que ninguna empeore.

Inversión en relación al PIB


Joseph Ramos. Académico Departamento de Economía, U. de Chile.

El pánico paraliza. Es lo que se observó en la crisis económica de 2008. Pese a que la economía chilena estaba fuerte, empresarios y consumidores congelaron sus inversiones y gasto, atemorizados por el colapso financiero del Norte. Esa prudencia multiplicada por 17 millones de chilenos produjo la recesión que tanto se temía. Es de esperar que hoy no suceda lo mismo. La esperanza que esta vez será diferente se funda en dos apreciaciones. Primero, las caídas actuales de la Bolsa reflejan un ajuste en las expectativas de crecimiento de EE.UU. y Europa, pero no una recesión. Segundo, en esta oportunidad no tiembla el sistema financiero internacional, con el efecto dominó que esto puede tener, como fue en el 2008.

Como economía pequeña y muy abierta, Chile no puede escaparse de los vaivenes de la economía, no obstante, es difícil estar mejor preparados. Tiene años con una política macroeconómica envidiable y su sistema financiero está sólido. Además, el precio de nuestro principal producto de exportación, el cobre, no ha sido muy afectado, ya que el crecimiento de China seguirá fuerte. En este escenario, es razonable anticipar que el crecimiento de Chile no debería afectarse más que en un par de décimas. El rol de las autoridades económicas será asegurar un buen ritmo de crecimiento de la inversión y el consumo. Que Chile invierta cerca del 30% de su PIB, una de las tasas más altas de su historia, y que, hasta el momento, la inversión tenga una tendencia al alza, es un muy buen signo. La política fiscal, en cambio, requiere de mayor control: ser más ahorrativa, y menos expansiva, consonante con el período actual de alto precio del cobre.

Tasa de interés


Tulio Vera, socio de  Bladex (NY).

Chile, al igual que toda la parte sur de América Latina, está en buen pie para realizar maniobras contracíclicas si la crisis golpeara nuestra puerta. El Banco Central chileno y sus pares en Perú, Colombia, Brasil y México han moderado las alzas en la tasa regente en sus economías, previendo un deterioro en las condiciones de Estados Unidos y Europa como finalmente ocurrió. Para Chile el margen de maniobra del Central es aún más amplio que sus pares en Latinoamérica, dejando espacio incluso -bajo las actuales condiciones- para que el organismo suba una o dos veces la tasa hacia el fin de año, hasta un 5,75%, dependiendo del contexto mundial. De tal situación también puede vanagloriarse Colombia, país que cuenta con una tasa de 4,50% y que dado su manejo responsable de las finanzas, también podría contar con un gran espacio para realizar cambios en el timón, sin resultados dramáticos. Por el momento no vislumbro que Chile realice un cambio en su TPM. El  Central ha dado luces que pensaría en un cambio a la baja si se avecinara una recesión, pero por el momento no lo veo posible, debido a la salud que ostentan nuestros principales socios comerciales en Asia y a la fortaleza del escenario interno. Ahí radica la dicotomía entre el Norte y el Sur. Mientras las mayores economías de Sudamérica -Perú, Brasil, Colombia y Chile- cuentan con herramientas para aplicar políticas contracíclicas (como se hizo en 2008), México podría verse más afectado, debido a la dependencia de EE.UU., su principal motor. Mientras Chile y Colombia podrían recién pensar en cortar tasas para dinamizar la economía, México ya lo ve como un hecho cierto.

Déficit fiscal


Luis Felipe Céspedes. Académico Escuela de Negocios, UAI.

Una de las principales lecciones aprendidas de la crisis financiera internacional 2008-2009 es que un adecuado "espacio fiscal" es clave para mitigar los efectos de un remezón de magnitud global. Un adecuado espacio fiscal  permite a los países incrementar su gasto público en momentos en los que la economía lo requiere: cuando la demanda por sus productos cae fuertemente, y cuando la incertidumbre posterga los proyectos de inversión, provocando caídas en el consumo y el empleo. Construir un adecuado espacio fiscal implica dos cosas: velar por la sostenibilidad fiscal en el largo plazo, y exhibir un balance acorde con el ciclo económico. Lo primero requiere seguir una regla muy simple: financiar gastos permanentes con recursos permanentes. Lo segundo, ahorrar en tiempos buenos para  mantener y/o expandir el gasto público en períodos de shocks negativos. La implementación de políticas guiadas por estos principios permitió que muchos países de Latinoamérica sortearan la llamada "Gran Recesión de 2008-2009". El 2007, Perú y especialmente Chile exhibieron significativos superávits fiscales. Colombia, México y Brasil, en tanto, experimentaron déficits moderados. Es decir, estos países "ahorraron" parte de los recursos que generó el boom de los commodities. Esto permitió que en 2009, Chile implementara un plan de expansión fiscal significativo para estabilizar el crecimiento y el empleo. Hoy, con similares e incluso mejores precios, y con economías operando cerca de su potencial, el balance ha empeorado. En Chile, el déficit "estructural" alcanzaría 1,6% del PIB en 2011. Y aunque la situación fiscal es sólida, el desafío es proyectar en el tiempo los beneficios de la regla fiscal.

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