Por Paulo Ramírez Septiembre 1, 2011

Juan Manuel Santos es chileno, ingeniero de la Universidad Católica con un doctorado en Stanford. Lleva dos años trabajando tiempo completo en el desarrollo de un sistema para examinar el corazón usando una innovadora técnica de resonancia magnética en tiempo real. Creó para eso una empresa, HeartVista Inc., en la que es socio de dos ingenieros y un cardiólogo estadounidenses y también de la propia Universidad de Stanford. No sabe si la suya será en definitiva una historia de emprendimiento exitosa. Lo que está claro es que no le teme en lo más mínimo a que resulte un completo fracaso.

Santos tiene su oficina a 5 minutos de su casa, en Palo Alto, California, un paraíso del emprendimiento, donde formar compañías, conseguir apoyo financiero, reclutar personal, levantar capital y tejer redes surgen como consecuencia natural de una idea luminosa.

La idea luminosa de este chileno comenzó a fraguarse en la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica, al alero de su profesor, Pablo Irarrázaval, director del Centro de Imágenes Biomédicas de la UC, que nació en el año 2000 bajo el nombre de "Centro de Investigación en Resonancia Magnética" (iniciativa conjunta de los departamentos de Ingeniería Eléctrica y Radiología). Allí descubrió las gigantescas posibilidades del uso clínico de la resonancia magnética, destinada a ser el sistema predilecto para explorar el cuerpo humano en el futuro inmediato. En esta especialidad decidió enfocar su magíster en la UC y también su doctorado en Stanford, que completó tras 5 años y medio de estudios.

Santos tiene su oficina a 5 minutos de su casa, en Palo Alto, California, un paraíso del emprendimiento, donde formar compañías, conseguir apoyo financiero, reclutar personal, levantar capital y tejer redes surgen como consecuencia natural de una idea luminosa.

En términos simples, la resonancia permite "ver" el interior de los organismos al magnetizar las partículas de hidrógeno que constituyen el 97% del cuerpo. No es invasiva, es completamente inocua y el contraste que logran sus imágenes es altísimo. El único problema es que la obtención de las "fotografías" todavía es muy lenta. Y, por supuesto, las placas que se obtienen son estáticas. El desafío de Santos y sus socios es transformar esta exploración en un método de examen en tiempo real.

El órgano escogido es el corazón. "Tiene mucha lógica", dice Santos, quien estuvo de vacaciones en Chile con su esposa, Carola Vásquez (abogada comercial de Google), y sus cuatro hijos. "Es un órgano en permanente movimiento y la observación de ese movimiento es fundamental para realizar un diagnóstico".

Además, las enfermedades del corazón dan cuenta de buena parte de las muertes de adultos en Chile y también en la mayoría de los países desarrollados (seguidas por los tumores cancerígenos). Por eso su proyecto le pareció atractivo a la agencia de investigación médica de Estados Unidos, National Institutes of Health, un organismo federal dependiente del Ministerio de Salud que se presenta con un eslogan muy elocuente: "Transformando el descubrimiento en salud". El programa al que Santos postuló se llama Small Business Innovation Research, y está dirigido a financiar investigaciones que conduzcan al desarrollo de productos y servicios que mejoren la salud de los estadounidenses.

El nombre de trabajo del producto que está desarrollando Santos es "RTHawk", un juego de palabras que se refiere tanto al halcón de cola roja (red-tailed hawk) como al "tiempo real" (real time) que es el objetivo de su proyecto. "El desafío es poder llevar a uso clínico un examen completo al corazón usando resonancia magnética en tiempo real", explica Santos. Un examen extensivo del corazón permitiría ahorrarse por lo menos parte de la interminable batería que deben utilizar hoy los cardiólogos para alcanzar un diagnóstico seguro.

El hombre que mira corazones

Una de las enfermedades que se espera poder diagnosticar con precisión y tratar con mucha eficacia es la fibrilación auricular, una arritmia que puede tener gravísimas consecuencias en el sistema cardiovascular, pero que no siempre se trata, porque el procedimiento (llamado ablación cardíaca) resulta extremadamente invasivo y se hace más o menos a ciegas. En síntesis, consiste en introducir un catéter y "destruir" con impulsos eléctricos las pequeñas zonas del corazón donde se está generando el problema de ritmo cardíaco. La cicatriz que surge posteriormente impide que la arritmia continúe. El "RTHawk" podrá mostrarle al médico el lugar exacto donde está la dificultad y el efecto inmediato de la intervención.

Han efectuado pruebas clínicas satisfactorias en la Palo Alto Medical Foundation, un prestigioso centro médico privado del norte de California (les piden a los pacientes que se van a examinar el corazón someterse a esta técnica inocua y no-invasiva: la mayoría acepta). Y están trabajando para atender requerimientos particulares de varios clientes de investigación: el Hospital de Sunnybrook (afiliado a la Universidad de Toronto), la Universidad de Wisconsin-Madison, el Brigham and Woman's Hospital (afiliado a Harvard), la Universidad de Southern California y, por supuesto, la Universidad de Stanford. Cada uno espera sacarle un partido específico a la nueva técnica de observación "online" de nuestros interiores. Por ejemplo, guiar la introducción de agujas en el cerebro para administrar drogas contra el Parkinson. O eliminar tumores en el hígado usando ultrasonido.

Para crear y hacer crecer HeartVista Inc., Santos recibió un financiamiento de parte de National Institutes of Health de dos millones y medio de dólares. Pero también cuenta con el apoyo de Stanford con el mismo método que dio origen a Yahoo! y a Google.

Para crear y hacer crecer HeartVista Inc., Santos recibió un financiamiento de parte de NIH de dos millones y medio de dólares. Pero también cuenta con el apoyo de Stanford con el mismo método que dio origen a Yahoo! y a Google: la universidad apadrina los desarrollos de sus alumnos a cambio de un porcentaje de participación en las empresas que nazcan de sus investigaciones y, más interesante aún, del derecho de explotación de sus patentes. En otro de sus programas, la entidad organiza grupos multidisciplinarios que se convierten en una verdadera sombra de los equipos médicos y analizan con obsesión cada uno de sus procedimientos, buscando dónde y cómo pueden hacerlos más rápidos, baratos y eficientes. "El desarrollo científico y tecnológico muchas veces no se da con grandes saltos, sino con avances pequeños e imperceptibles, pero que en el mediano plazo muestran su importancia", dice Santos.

Las facilidades para innovar y emprender en Palo Alto y sus alrededores son absolutas. Las oficinas se arriendan llegar-y-usar, los abogados inscriben patentes a granel, los proveedores de tecnología responden al segundo. Y, lo mejor de todo, si fracasas, nadie te mira feo: "Fracasar es tan común y tan bien mirado como tener éxito. Eso hace mucho más fácil tirarse a la piscina. ¿Si a mí me va mal? No importa, ya tiene valor todo lo que he aprendido: formar una empresa, haber hecho contactos, haber conseguido financiamiento del gobierno. Allá toda compañía tiene un historial de fracasos", dice Santos.

El plazo para alcanzar los objetivos es de 2 años. Cumplido el período tendrá que rendirle cuentas al NIH. El resultado ideal: un producto comercializable para incorporar a los actuales aparatos de resonancia magnética y que permita explorar en tiempo real no sólo el corazón, sino que otros órganos, incluido el cerebro (el gran atractivo actual para el desarrollo de las imágenes biomédicas). ¿Y qué ocurre si las cosas no se dan? Santos lo tiene claro: simplemente tendrá que empezar de nuevo.

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