Por Emilio Maldonado Octubre 5, 2011

Jueves por la mañana y, como es costumbre, el café Juan Valdez en Isidora Goyenechea está "a tope". En medio del olor a café y el ruido de las conversaciones, los hermanos Jaime y Felipe Muñoz podrían ser gerentes de cualquier empresa.

De vestimenta casual (pantalón caqui, camisa blanca y chaqueta de tono oscuro), y con poco más de treinta años, Jaime y Felipe disimulan a la perfección el valioso material que venden en Chile. Estos hermanos treintañeros son traders de monedas de oro.

Agrónomo de profesión, Jaime (35) comenzó a buscar nuevos horizontes en noviembre del 2009, cuando el dólar -la moneda con la cual realiza todas las operaciones de exportación- inició una caída libre. El vino a granel y las botellas de vino premium destinadas a los países del Norte ya no resultaban un negocio tan rentable.

Comenzó a investigar, y un artículo de prensa llamó su atención. El oro se estaba convirtiendo en el refugio preferido por los grandes inversionistas en el mundo y había indicios de que su precio se empinaría a valores récords. Indagó y se dio cuenta de que en Chile nadie vendía monedas de oro originales y a gran escala, instrumentos que en momentos de crisis pueden ser un salvavidas más fiable que las volátiles acciones en la Bolsa.

Jaime revisó las leyes, especialmente las tributarias, tocó puertas en Estados Unidos y Canadá en busca de un vendedor, y en junio de este año -junto a su hermano- formó su empresa: Aurica Limitada, que comercializa monedas de una onza (31 gramos) de oro y plata puros, a valores que rondan el millón de pesos cada una.

Sin saber bien en qué se estaba metiendo, Jaime tomó su computador y comenzó a buscar. Encontró que en Londres se transaba una moneda llamada sovereign, la cual era furor entre los millonarios del mundo. Pensó en traerla, pero al no existir un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Gran Bretaña, el impuesto de internación era muy alto, y con ello las ganancias se reducían a cero. Fue así que miró hacia Estados Unidos.

Gracias al buen desempeño de los metales, a mediados de agosto los hermanos Muñoz cerraron su primera venta por US$ 125 mil. A seis semanas de estar operando ya han vendido US$4 millones en monedas de oro y plata.

Ahí los eagles y buffaloes -nombres que reciben las monedas de oro en ese país y que cuestan casi US$ 2.000 cada una-, y la posibilidad de traerlos a Chile sin pagar tributos, se transformaban en una posibilidad de generar el negocio. Tocó las puertas de casi todos los grandes brokers de Estados Unidos, esenciales para vender oro fuera de ese país y para llegar al mítico Fort Knox donde se almacena la riqueza dorada de Estados Unidos. Pese a las ganas de abrir un nuevo mercado para ellos, nadie atendió los llamados de Jaime. Era un ciudadano común y corriente, proveniente de un país poco (y casi nada) relevante en el negocio del oro. Casi al filo de desechar el emprendimiento, a fines de julio la corredora canadiense Kitco respondió al llamado. Una de las agencias de valores más grandes de Norteamérica, con oficina en Nueva York, estaba interesada en hacer negocios con Aurica. A la semana siguiente de ese contacto, Jaime estaba sentado en un avión rumbo a Montreal.

El rally del oro

Una vez que Jaime llegó a la ciudad canadiense, a inicios de agosto, descubrió que Kitco buscaba crecer en América Latina, y Chile aparecía como una alternativa de expansión. Cerraron el trato, y a la semana siguiente el chileno ya tenía en su poder media centena de monedas de oro. Comenzaría a trabajar con las dos divisas estadounidenses más el maple de Canadá, también requerido por los millonarios.

El precio del oro, al que un artículo de hace dos años vaticinaba una carrera alcista, en agosto era el titular de todos los periódicos del mundo. A inicios de ese mes el metal rompía todo récord y superaba los US$ 1.900 la onza. Era el minuto perfecto para echar a andar el negocio. Con esos valores y con el mundo sumido en la volatilidad, con Estados Unidos al borde del default y Grecia agonizando, los hermanos Muñoz debieron acelerar sus planes.

Gracias al buen desempeño de los metales, a mediados de agosto cerraron su primera venta, de casi US$ 125 mil. A sólo seis semanas de estar operando ya han vendido US$4 millones en oro, plata y platino. Ese primer embarque, avaluado en $ 63 millones, fue el corolario de un trabajo iniciado a ciegas, pero cuyos antecedentes se remontan a la infancia de los protagonistas de esta historia.

Golden boys

Mi colección por tu juguete

Cuando los hermanos Muñoz eran pequeños, Felipe (hoy de 33 años) se obsesionó con un juguete que tenía Jaime. Le propuso un trato: cambiar toda su colección de monedas antiguas por el preciado bien. El hermano mayor accedió y se quedó con la galería de monedas de Felipe. Desde ese momento hasta el 15 de agosto pasado, fecha en que concretó su primera venta, la colección de divisas no tenía ningún significado. Hace dos meses, los hermanos recordaron que el trueque realizado en su niñez fue su primer acercamiento con un mundo que -a medida que las turbulencias se apoderan de los mercados internacionales- se vuelve más y más rentable.

El nombre de la compañía también es fruto de una intuición. Felipe iba camino a su casa, cuando se le ocurrió el nombre para la empresa que estaba formando con su hermano. Marcó al celular de Jaime y luego de unos minutos al teléfono ambos se convencieron de que Aurica (derivado de la denominación en latín del metal) sería el nombre con que serían conocidos entre los inversionistas.

El menor de los Muñoz se desempeñaba entonces como abogado de la Fuerza Aérea de Chile, y comenzó a dividir su tiempo entre su labor en la fiscalía de esa institución y los trámites para formar la empresa familiar. Todas las tardes, después de dejar su escritorio en la FACh, Felipe iba a la oficina de Aurica en el barrio El Golf. Con nulos conocimientos respecto a la compraventa de oro o la transacción de dólares, se le ocurrió tomar la lista de exportadores de ProChile para saber quiénes estaban expuestos a la divisa norteamericana y que pudieran buscar refugio en el metal precioso. Así hizo los primeros contactos. Luego, averiguó quiénes tenían monedas de oro -acuñadas por la Casa de Moneda de Chile- en su poder. Sabía que dicha organización no elabora monedas hace décadas, y que a ojos de los inversionistas internacionales, tiene mucho más valor un instrumento de Estados Unidos que uno local.

Curiosamente, pese a los riesgos y a la opción de dejar la carga en búnkeres en Estados Unidos y Canadá, evitando además los costos del flete, los clientes de Aurica prefieren tener las monedas de oro entre sus manos, en cajas fuertes en sus casas.

Fue así que dividió su tiempo hasta fines de agosto. Como la empresa estaba tomando forma y se comenzaban a concretar negocios, se tomó vacaciones para dedicarse de lleno a Aurica. Pero los pedidos de clientes, las reuniones y las coordinaciones con el equipo de seguridad hicieron imposible dividir ambos mundos. Tras ocho años en la FACh, Felipe Muñoz decidió renunciar hace una semana.

Oro entre manos

Los pedidos no han parado de llegar y esta semana concretaron su mayor embarque: un cliente les compró 20 kilos de oro. Se trata de 640 monedas, cuyo valor supera los $620 millones, sin considerar los gastos de traslado ni el seguro asociado a esa transacción. Casi US$ 1,5 millones que un particular decidió desembolsar como inversión.

Curiosamente, pese a los riesgos y a la opción de dejar la carga en los respectivos búnkeres de EE.UU. y Canadá, y evitar los costos del flete, los clientes chilenos de Aurica prefieren tener las monedas entre sus manos, en cajas fuertes en sus casas. Verlas y tocarlas. Por ello es que las medidas de seguridad se han extremado. Ni Jaime ni Felipe aparecen en fotografías, y ésta no será la excepción.

Asimismo, el contacto de Felipe con ex miembros de las Fuerzas Armadas permitió reclutar a un equipo de seguridad que les asegura transportar la carga sin ser vistos, protegiéndola ante eventuales asaltos. Desde el aeropuerto, el oro es trasladado a bodegas de seguridad cuya ubicación se mantiene en secreto. Lo mismo pasa con los clientes. Cada nuevo comprador es chequeado de manera previa, y si produce desconfianza, se desecha. Así ocurrió hace unas semanas con un particular "que quería una transacción rápida y pagadera en efectivo". Los hermanos dudaron de un posible lavado de dinero.

Eso despierta el oro, reconocen los Muñoz. Ambición y codicia, ya que continúa siendo el único metal que sigue subiendo de precio a pesar del descalabro económico, comenta Jaime, mientras saca un billete de 10 trillones de dólares de Zimbabue que siempre carga consigo. Un recordatorio de que el dinero perderá su valor, no así su mercancía.

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