Si pudiéramos retroceder seis años sólo para asomarnos un rato a la vida de Guillermo De Bernardo (28), el recién nombrado director de Marketing de eBay para Latinoamérica, apostaríamos a que el tipo podría llegar a ser cualquier cosa menos un ejecutivo de una multinacional. Lo veríamos pasear por la Facultad de Marketing de la Universidad Siglo 21, en las afueras de Córdoba, y abandonarla al poco tiempo para no arruinar su creatividad. Después lo observaríamos invertir sus ahorros en un cibercafé, para luego desmontarlo y reinvertir todo en un criadero de caracoles. Seríamos testigos de la tragicómica escena de los gritos de su madre, la destrucción del jardín de la casa, el salero en la mano y el sacrificio de los miles de caracoles fugados.
Por eso hoy, cuando entre carcajadas cuenta su historia desde las oficinas de eBay en Nueva Córdoba, sabe que de alguna forma está resumiendo la historia de la transformación de su ciudad. Una localidad sojera en el medio de las sierras, en que de pronto un joven sin título universitario puede ponerse a trabajar en un garaje con su hermano geek y un par de amigos más, crear un sitio de clasificados web llamado Alamaula y en menos de dos años ir a tocarle la puerta a eBay en San Francisco, venderles la página y regresar convertidos en los cinco primeros directores de la multinacional en Latinoamérica. "Córdoba es una plaza emprendedora", dice Jorge, el hermano de Guillermo. "Con todas las crisis que hemos pasado, los argentinos estamos acostumbrados a no tener estabilidad laboral. Por eso, es natural buscarle la vuelta y jugártela con un emprendimiento".
"Para triunfar en software, vos no necesitás guita, es todo cabeza y corazón", dice Guillermo De Bernardo, gerente de marketing de eBay. "Después, somos todos iguales. Por qué tenemos que andar mirando a Zuckerberg o a Jobs, si podemos hacerlo nosotros".
Y para una ciudad con la vocación tecnológica de Córdoba, que en los años 20 levantó la primera industria de aviones de Latinoamérica, que en los 50 comenzó a fabricar automóviles de la mano de Fiat, y ya en los 60 a desarrollar los primeros satélites de la región, el emprendimiento del siglo XXI no puede ser otra cosa que software. Eso explica que el empleo en la actividad haya crecido en menos de una década más del 1.000% en la provincia, dándole trabajo a 8 mil personas, facturando US$190 millones al año, generando la llegada de firmas del calibre de Motorola, Intel, Indra y HP a crear sus productos desde las sierras cordobesas, y viendo la consolidación de 350 start-ups locales, de las cuales el 70% no existía a principios del milenio. También que desde el gobierno estén obsesionados con posicionar a la provincia como un polo informático mundial para 2020, y que se esté construyendo un parque tecnológico, imitando a Silicon Valley. "Para triunfar en software, vos no necesitás guita, es todo cabeza y corazón. Sólo hace falta una buena idea y saber que vivís para ella", dice Guillermo. "Después, somos todos iguales. Por qué tenemos que andar mirando a Zuckerberg o a Jobs, si podemos hacerlo nosotros".
Pero no todo fue mérito de los emprendedores. Detrás del boom tech cordobés hubo un fuerte plan político y económico. Todo parte en la debacle nacional de 2001.
Salvavidas tech
Comienza el nuevo milenio, y con él Argentina entra en una espiral de decadencia económica y política que la sumerge en una de las peores crisis de su historia. El entonces gobernador peronista José Manuel de la Sota y el entonces ministro de Industria y actual gobernador, Juan Schiaretti, piensan en cómo lograr que la provincia no se desmorone junto al resto del país. Poco tiempo atrás se enteraron de que Motorola había estado en Córdoba recorriendo las universidades y empresas locales, y que al parecer buscaban un sitio donde instalar un centro de software.
Entonces empieza a recorrer los pasillos de la sede del gobierno provincial una idea sin mayores fundamentos, pero que entusiasma: si logran que Motorola se instale en Córdoba, quizás en unos años otras multinacionales la imiten. Además, piensan, Córdoba tiene la tasa de universitarios más alta de Latinoamérica -150 mil estudiantes repartidos en 10 universidades, un 11% de la población total- por lo que, si se enfocan en proveer informáticos, la provincia podría transformarse en un polo tecnológico mundial. Esa antojadiza idea pronto se transformó en un plan que involucró a universidades, empresas y gobierno, todos detrás del sueño de las "Silicon Sierras". "En 2001 Argentina era un incendio, y daba tristeza ver a los chicos en el Consulado de España haciendo cola para irse", dice Roberto Avalle, ministro de Industria cordobés. "Pensamos que ésta podía ser la gran oportunidad para retener a los talentos que se formaban acá y cuyos beneficios obtenían Silicon Valley o Europa".
Las negociaciones con Motorola duraron más de un año, y sirvieron para articular el plan de acción que utilizarían después con las demás multinacionales. Lo primero fue aglutinar a las universidades públicas y privadas en un solo organismo, el Instituto Tecnológico de Córdoba, fijando intereses comunes para las 22 carreras del área informática. Luego se aprobó la ley de promoción del software, que reconocía al sector como una industria, lo eximía de pagar impuestos provinciales, y le reducía a menos de la mitad los impuestos a la ganancia. Por último, se garantizó la construcción de un edificio para las firmas, y subsidios en electricidad y en el 7% de los sueldos durante los primeros años. "Encontramos una estrategia absolutamente agresiva del gobierno provincial, y con las universidades atrás unidas en la misma dirección", dice Álvaro Ruiz de Mendarozqueta, el director cordobés de uno de los dos centros que tiene Motorola en la provincia, los cuales emplean a 300 personas y desarrollan tecnología para el Consejo de Defensa de EE.UU.
Con el mismo paquete de ofertas en la mano, el gobierno fue a tocar la puerta de Intel, EDS (luego comprada por HP) y del gigante español Indra. Esteban Galuzzi, director de Intel para el Cono Sur, aún se muestra sorprendido. "Un día aparecieron en mi oficina y me dijeron que querían que instaláramos un centro allá. Y después nos trajeron a las empresas, a los estudiantes, las opciones de ubicación. Tenían todo preparado", asegura. Hoy en el centro que Intel abrió en 2006 trabajan alrededor de 200 personas, y planean expandirse a más del doble. De él han surgido 75 patentes de productos, entre ellas el proyecto AppUp, un centro de aplicaciones para computadores, laptops y tablets. HP, por su parte, tiene en Córdoba a 1.500 empleados, e Indra, el último en desembarcar en 2008, ya cuenta con 120, y un plan para expandir a 400 los puestos de trabajo.
El triángulo de Sábato
Las aulas de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) no parecen a simple vista un lugar donde 6 mil estudiantes investiguen tecnología de punta. Aún conservan la vieja apariencia de su fundación en los 50, cuando se decidió abrir una casa de estudios dedicada sólo a las ingenierías. La misma impresión deja la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), fundada en 1613 y la cuarta más vieja del continente.
Pero dentro de ellas, en la última década, el nivel de conocimiento se ha incrementado y han empezado a suceder cosas interesantes. Como la aparición de start-ups como Cuevana, la página web de streaming con que tres estudiantes revolucionaron el consumo de series y películas. O los nuvos posgrados de alto nivel técnico, como el que realiza Motorola en sistemas de información con la UTN, el de Intel en tecnologías avanzadas con la UNC o el de HP en sistemas embebidos con el Instituto Aeronáutico de Córdoba.
El gobierno provincial, por su parte, aporta becas para investigación, un programa de US$115 al mes para 500 estudiantes de informática y un centro de residencias para capacitación, además de apaciguar las tensiones que surgen entre las universidades y las grandes firmas. "La llegada de estas empresas nos ha impactado positivamente, porque quien estudia esto sabe que tendrá trabajo, pero también nos ha perjudicado, porque muchos se retiran de sus carreras en tercer año para irse a trabajar", dice Rafael Velasco, rector de la Universidad Católica de Córdoba. En esa línea, una medida clave que se está trabajando es el acortamiento de las carreras.
Hay un concepto que todo el mundo repite en Córdoba como un dogma: "el triángulo de Sabato", un modelo de desarrollo basado en la cooperación gobierno-universidad-empresa que enunció el físico Jorge Sabato. Y dicen que si en Córdoba funciona, es fundamentalmente gracias a la temprana conformación del cluster Córdoba Technology, una base de operaciones desde donde las start-ups locales cooperan y negocian como un solo organismo. Lo primero que consiguieron, en 2001 y cuando eran apenas diez, fue tener exactamente los mismos beneficios que las multinacionales. "En vez de ponerles el pie encima, las multinacionales empezaron a contratar los servicios de las locales, lo que generó efervescencia y consolidó un polo tecnológico que creció de manera exponencial", dice Héctor Aiassa, decano de la UTN.
La década clave
2011 no es un año cualquiera para las pretensiones tech de los cordobeses. Es el momento en que comienza la verdadera carrera para transformar la provincia en una potencia mundial en informática. Primero, porque la nueva victoria gubernamental de De la Sota, quien empieza su tercer mandato este 10 de diciembre, asegura continuar la política subsidiaria. Pero sobre todo porque acaba de ser promulgada por ley la Fundación Córdoba TIC, un ente público con un presupuesto anual de US$11 millones que reúne en la misma mesa al cluster, a las universidades, a las multinacionales y al gobierno, y que tiene como meta consolidar para fin de esta década a la provincia como uno de los cinco mayores actores del mundo en software.
Para esto, la industria pretende incrementar su facturación a US$1.000 millones, los empleos a 35 mil y atraer a nuevas multinacionales. Pero saben que esos números son imposibles si no se incrementa la matrícula de estudiantes en informática. Por eso, De la Sota ha anunciado becas de US$350 mensuales para quienes estudien carreras tecnológicas, de US$230 mensuales por un año para quienes se incorporen a empresas del área, y capitales semilla de US$40 mil para las start-ups.
Mientras las autoridades provinciales se juegan todas sus cartas para echar a andar el sueño de las "Silicon Sierras", en las afueras de la ciudad ya se ven levantados los primeros tres edificios del Parque Empresarial Aeropuerto, un enorme proyecto inspirado en Silicon Valley, donde se construirán los centros de Intel y Motorola, y en donde desde marzo compartirán suelo y recursos las primeras 40 start-ups. Y en la ciudad, entre medio de las empresas y en las viejas universidades, se respira una cierta ansiedad por saber si todo esto va a ser verdad.
Mario Barra, presidente del cluster, apuesta todas sus fichas a que sí. Y es entendible, él mismo partió su empresa Vates hace dos décadas en un garaje, hoy tiene 350 empleados y es una de las 200 firmas en el mundo con certificación CIMM5, lo máximo en calidad de software. "Hoy puede sonar a utopía, pero hace 10 años que Córdoba fuera un punto mundial también lo parecía. Y entonces ni siquiera sabíamos si íbamos a seguir existiendo como país. Yo miro el futuro de Córdoba y veo a Silicon Valley".